La carrera profesional de Leslie Caron, quien este jueves cumplirá 90 años de vida, dio muchas vueltas: se la conoció como bailarina en «Sinfonía de París» cuando tenía 20 años, fue la ingenua de «Lilí» cuando tenía 23, y en «Gigi» cuando tenía 27, pero a los 46 explotó su «sex appeal» en «Valentino», donde opacó notoriamente a la imposible pareja protagónica de Rudolf Nureyev y Michelle Phillips.
En «Sinfonía de París» (Vincente Minnelli, 1951) tenía el privilegio de actuar y bailar junco a Gene Kelly, su descubridor, en «Lilí» (Charles Walters, 1953) -una historia con títeres, cuya canción asoló las radios durante meses- y en «Gigi» (Minnelli, 1958) jugó esos papeles de ingenua pícara que la censura de Hollywood permitía y disfrutaba.
Caron desarrolló mayormente su carrera en los Estados Unidos pero nació en Francia -en Boulogne-Billancourt, al norte del país, por lo que hasta la pronunciación de su nombre debería variar-, y señaló varias veces que se sentía más actriz que bailarina; sin embargo fue el baile lo que le abrió las puertas a su carrera.
Gracias al portentoso y afamado Kelly, quien venía de batacazos como «Leven anclas» (George Sidney, 1945) y «Un día en Nueva York» (Kelly y Stanley Donen, 1949), «Un americano en París» fue el trampolín para que se convirtiera en estrella de la noche a la mañana.
Dos veces estuvo nominada a los Oscar como actriz protagónica: por «Lilí» y por «El cuarto indiscreto» (Bryan Forbes, 1962), rodada en Gran Bretaña en momentos en que trataba de salir del casillero de ingenua y de bailarina. Por la segunda película fue considerada mejor actriz por la Academia del cine británico (premios Bafta).
Mientas tanto rodó «La francesita apasionada» (Jean Negulesco, 1955), con Fred Astaire, «La zapatilla de cristal» (Charles Walters, 1954), «Gaby» (Curtis Bernhardt, 1956), «El dilema del doctor» (Anthony Asquith, 1958), con Dirk Bogarde, en Gran Bretaña, entre otros títulos en que aún debía actuar esos roles recatados o danzantes.
El volantazo se dio a partir de «Historia escrita con sangre» (Abel Gance, 1960), «Fanny» (Joshua Logan, 1961), con Maurice Chevalier y Charles Boyer -rodada en Francia pero hablada en inglés-, y «Al final de la noche» (Asquith, 1962), con David Niven, hasta «El cuarto indiscreto», en la que era una joven embarazada y soltera que se codeaba con personas inadaptadas. Se filmó en Londres, aunque la censura en Hollywood ya agonizaba.
También participó del filme colectivo en episodios «Las cuatro verdades» (1962), dirigida por René Clément y en compañía de Charles Aznavour en el segmento «Las dos palomas, y con Cary Grant como galán protagonizó «Papá Ganso» (1964), de Ralph Nelson, más algún otro título junto a Rock Hudson antes de intervenir en «¿Arde París?» (1965), una promocionada epopeya histórica de Clément con elenco multitudinario y situada durante la ocupación nazi.
En 1967 ya no convocaba tanto público y fue doblada al italiano para filmar «Padre de familia», de Nanni Loy, junto a Nino Manfredi y Ugo Tognazzi, y, con un elenco de segundo orden aunque no menos efectivo -Warren Oates, Charles McGraw, Gloria Grahame- intervino en «Chandler» (1971), único trabajo como director de Paul Magwood, habitual asistente de dirección o director de segunda unidad.
Hasta que tuvo un breve e intenso resurgimiento en la citada «Valentino» (1977), en la que Ken Russell contaba con su habitual barroquismo una biografía del astro del cine mudo Rodolfo Valentino (Tarento, Italia, 1895- Nueva York, 1926), donde personificaba a la actriz y rusa exiliada Alia Nazimova, que mantenía una apasionada relación con el actor y también con su esposa Natacha Rambova.
Caron sacó a relucir sus intensos poderes de seducción y sin desnudos ni escenas osadas desplazó con talento a la pareja principal – Rudolf Nureyev y Michelle Phillips-, que sí se desnudaba y tenía sexo pero que no convencía sobre la sinceridad de esas prácticas íntimas.
En una etapa que comenzó a ponerse gris, trabajó para los directores François Truffaut («El amante del amor», 1977), Joseph Sargent («La chica de oro», 1979), Krzysztof Zanussi («Contrato de matrimonio», 1980, e «Imperativ», 1981), Louis Malle («Una vez en la vida», 1992), Lasse Hallström («Chocolate», 2000), y James Ivory («Divorcio a la francesa», 2003), siempre en papeles menores.
En televisión apareció en las series «Carola», «QB VII», «Falcon Crest», «El tren de Lenin» (en Italia), de Damiano Damiani, «The Ring» y un episodio de «La ley y el orden: Unidad de víctimas especiales», en 2006.
En paralelo a su trabajo frente a las cámaras, la agraciada Caron tuvo tiempo para casarse en 1951 con un rico heredero de una empresa alimenticia, al que sustituyó por el director de cine Peter Hall (1957), con el que tuvo dos hijos y quien la demandó por un romance extramatrimonial con Warren cine- y tras el divorcio en 1965 tuvo que pagar las costas del juicio.
Su próximo marido fue Michael Laughlin (1969-1980), penúltimo vínculo legal en medio de una colección de romances con famosos que fueron la comidilla de Hollywood y las revistas del escándalo, antes de establecerse en Wisconsin con su nuevo esposo, Paul Magwood -el director de «Chandler»-, que le duró hasta 2003.
Luego de eso volvió a Francia y regenteó un hotel elegante de su propiedad en Villeneuve-sur-Yonne, a unos 100 kilómetros al sur de París.
Fuente: Télam
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