Los “tickets climáticos” están cobrando fuerza en Europa. Con ellos, la ciudadanía puede usar el transporte público y los trenes gratis o a precios más accesibles. La medida llega en un contexto crítico en el que las tarifas energéticas se disparan como consecuencia de que Rusia limita cada vez más las exportaciones de gas natural al continente.
Por ejemplo, en Alemania se llevó el costo mensual del transporte a 9 euros y en España los trenes ofrecen descuentos o son gratuitos. Por su parte, los tickets climáticos de Austria permiten viajar por el país por no más de 3 euros al día o por 1 euro dentro de la región.
También se sumaron Luxemburgo, Malta y 50 ciudades europeas a esta solución. Como era de esperarse, fue muy bien recibida porque representa un alivio para las economías hogareñas al mismo tiempo que reduce las emisiones de gases de efecto invernadero ayudando a cumplir metas climáticas.
Los beneficios de los tickets climáticos no terminan ahí. Desde que se pusieron en uso llevaron a un menor uso de autos particulares y, por ende, a menos embotellamientos. Ante estos resultados abrumadores, ¿por qué no fueron adoptados por todos los gobiernos europeos?
Cuando el costo de moverse deja a muchos a pie
Para ir al trabajo. Para pasar a buscar del colegio a niños y niñas. Para hacer trámites. Para pasear. El transporte es parte de nuestras vidas pero con los costos de la energía y del combustible en alza constante, la movilidad se está haciendo más inaccesible.
En el caso europeo, el transporte es el segundo mayor gasto en los presupuestos hogareños, después de los relacionados con la vivienda en sí. Es por eso que los sectores de más bajos ingresos, estudiantes, personas ancianas y con discapacidad, mujeres y niñez suelen vivir en zonas suburbanas o rurales, lo que los convierte en los más vulnerables quedando con poco (o nulo) acceso a la movilidad.
Sumado a todo esto, el sistema de transporte basado en combustibles fósiles es responsable del 30% de las emisiones de gas de efecto invernadero de Europa, acelerando la crisis climática que golpea más fuerte a estos grupos que recién mencionamos.
Sin embargo, y aún ante los evidentes beneficios que los tickets climáticos demostraron tener, solo un puñado de los 27 miembros de la Unión Europea los han implementado, y algunos solo de manera temporaria.
A pesar de esto, hay que tomar lo positivo. Por eso, Herwig Schuster, experto en transporte de la Campaña Movilidad para todos de Greenpeace Europa, asegura que estos esquemas de transporte público demuestran que si hay voluntad política el Estado puede usar a este sector para ayudar a las personas en tiempos de crisis.
Según Schuster, ahora es el momento correcto para crear sistemas de tickets climáticos, hacerlos accesibles y con métodos de reserva fáciles y para invertir en una infraestructura de transporte que use energías limpias. Solo así podemos abordar las crisis climática, energética y económica.
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