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Tensiones y anhelos en un grupo de mujeres que entrenan para sanar en ‘Domadoras de dragones’

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Tensiones y anhelos en un grupo de mujeres que entrenan para sanar en ‘Domadoras de dragones’

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Domadoras de dragones cine foto prensa
Domadoras de dragones cine.// foto prensa

La práctica del remo es sumamente beneficiosa para la rehabilitación de mujeres operadas por cáncer de mama, algo que Damián Leibovich retrata en su filme «Domadoras de dragones», con un grupo de Bariloche que comenzó con amistad y anhelo y culminó con rencillas propias de grupos humanos en los que el ego de unos individuos se impone al resto.

«Me enteré de los conflictos internos cuando empecé a convocar a las protagonistas para hacer las entrevistas. Si bien los desacuerdos habían comenzado mientras yo había estado grabando, los problemas se habían acentuado durante la pandemia. Luego de las entrevistas, al revisar el material para editar, descubrí detalles a los que inicialmente no le había prestado atención, y eso me ayudó a definir la estructura del montaje final», dijo el director a Télam, sobre la película ya disponible en salas.

La película comienza y se mantiene hasta casi la mitad de su metraje como si fuera una propaganda sobre la posibilidad de sobreponerse a la enfermedad y sobre cómo del dolor y del miedo se pueden sacar fuerza, coraje y ansias de superación. De hecho, previo al filme, Leibovich produjo una campaña de difusión de la actividad titulada «Mujeres con garra», que fue premiada el año pasado por el Consejo Publicitario Argentino.

Sin embargo, a los 50 minutos la película pega un inesperado giro que lleva a las protagonistas, que en un inicio parecían casi angelicales, al barro de las disputas personales en una lucha casi sin cuartel y que al día de hoy continúa, pese a que casi todas las protagonistas aceptan sus errores.

«Creo que estas fracturas pueden ocurrir, y ocurren en mayor o menor medida, en cualquier grupo -señaló el realizador-. Por eso, es fundamental no perder de vista cuáles son las cosas importantes que mantienen unidas a las personas, cuáles son los puntos comunes que hacen que un grupo se sostenga como tal. Los objetivos, las acciones para alcanzar esas metas, y todas las decisiones que afecten al grupo y a sus integrantes. En ese sentido, es fundamental la comunicación grupal interna permanente, para que exista consenso general».

Todo sucede en Bariloche, escenario idílico para mostrar la práctica de remo en bote dragón, una disciplina náutica que tiene sus orígenes en China y cuya técnica ayuda a prevenir los linfedemas en los brazos de las mujeres operadas, porque produce un drenaje linfático natural, posibilitando reemplazar las sesiones de masaje y kinesiología.

Allí las protagonistas narran la odisea no con la enfermedad, sino con la burocracia y la falta de dinero para poder hacerse con los equipos. Cada bote cuesta US$ 12.000, más el traslado. A eso se le suman los remos, los salvavidas y la indumentaria. Pero luego de insistir, consiguieron una donación del gobierno de la provincia, además de que el Club Regatas de la ciudad les habilitó un sector y horario para el entrenamiento.

«En 2017, mientras cursaba la Especialización en Divulgación de Ciencia, Tecnología e Innovación en la Universidad Nacional de Río Negro, donde además me desempeño como realizador y editor de contenidos audiovisuales, una de las profesoras comentó como al pasar, sin darle demasiada importancia, que era integrante de ‘un grupo de mujeres sobrevivientes de cáncer que se junta para remar’ y que ‘estaban viendo de organizar el mundial de botes dragón acá, en Bariloche'», comentó el director sobre el germen de la historia.

Esta competencia fue el inicio de las peleas. Mientras un grupo quería competir y viajar, siempre a China o Panamá, otro se lo tomaba de manera recreativa y para hacer sociales. Las primeras sentían que les faltaban el respeto, mientras que las segundas aseguraban ser dejadas de lado y discriminadas. Esto llevó a conflictos mayores, intervenciones de la Justicia y hasta una denuncia del robo de los botes de parte de un sector que se alejó y fundó otra asociación.

«Siempre todos tenemos razón. Es inevitable. Por eso, cuando se trata de proyectos grupales, habría que apuntar al consenso. Es imposible hacer siempre lo correcto y que todo el mundo quede satisfecho. Pero sí es posible llegar a acuerdos parciales que mantengan cierta armonía», opinó el director.

Télam: La película empieza hablando sobre la enfermedad, pero se abandona este enfoque. ¿Por qué decidiste ese giro?

Damián Leibovich: Cuando durante el montaje descubrí el paralelismo entre la patología del cáncer y lo que le había ocurrido al grupo, sentí que la película adquiría un sentido universal. Aquí el cáncer de mama funciona como disparador de la trama y luego como contexto, primero literal y después metafórico. Lo mismo que la figura del dragón, que empieza siendo muy concreta (los botes) pero después se torna metafórica; de ahí la elección del título definitivo del documental.

Esta interpretación me permitió darme cuenta de que la película que más me interesaba contar era la de nuestros dragones internos y sobre la posibilidad de domarlos, o no. Así que a medida que avanza la trama pasamos de una patología «concreta», como es el cáncer de mama, a una más metafórica y que nos interpela a todos. Quise que la película funcionara como un reflejo de todos nosotros, como personas, tengamos o no cáncer.

¿Dejaste mucho material fuera?

Sí, el material total debe alcanzar las 60 o 70 horas, incluyendo las entrevistas, pero utilicé aquel material que me permitía comunicar las ideas principales con mayor eficacia. A la hora de decidir qué va y qué no, mantuve siempre en mente la meta que perseguía, Cuando dudé, la pregunta clarificadora fue «¿esta escena aporta o no aporta a lo que quiero comunicar?». Una vez que tuve un primer corte, recurrí a colegas, amigos y familiares. Cada uno opina desde su lugar. Y con esas devoluciones en mente, llegué al corte que finalmente se estrenó este jueves.


Fuente: Télam

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