Un joven fue condenado este viernes a prisión perpetua por el crimen de una oficial de la policía bonaerense, asesinada de un balazo en la cabeza hace dos años durante un asalto en el que le robaron su arma reglamentaria cuando se dirigía a su trabajo, en la localidad de González Catán, partido de La Matanza, informaron fuentes judiciales.
El fallo por unanimidad del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 3 de ese distrito recayó sobre Jorge Alfredo Galván (26), alias «Chancho», por los delitos de «robo con arma de fuego apta para el disparo, en concurso real con homicidio criminis causae, agravado por la intervención de un menor de edad y por el empleo de arma de fuego», en perjuicio de Mariel Gisella Duarte (26).
Por el caso, un joven que al momento del hecho tenía 17 años está detenido y aguarda ser juzgado en otro debate en el Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil.
El TOC 3, integrado por los jueces Raúl Fernando Elhart, Sergio Gago y Daniel Oscar Testti, coincidió con el pedido de la fiscal de juicio, Celia Cejas, quien en su alegato solicitó que sea condenado a perpetua.
En la sentencia a la que Télam tuvo acceso, el Tribunal valoró el testimonio de un vecino que regresaba de la casa de su tío y vio a «Chancho» con un arma de fuego en la mano tras escuchar dos detonaciones, por lo que se quedó detrás de un árbol para no ser visto.
El testigo mantuvo un careo con Galván, quien había declarado al igual que sus familiares que a la hora del crimen estaba durmiendo en la casa de su hermana.
Sin embargo, el juez Elhart en su voto, al que adhirieron sus colegas, sostuvo que el testimonio del vecino «resultó plenamente creíble, espontáneo, sincero, pese a expresar, con cierto coraje frente al temor, que tenía preocupación porque el imputado Galván era una persona temible».
«Si Chancho (Galván) me hubiera visto el día del hecho, no estaría porque pertenecía a una banda denominada La Losa, la cual se caracterizaba por un obrar terminal, no dejando testigos cuando actuaban», dijo el hombre durante el debate oral.
Los jueces determinaron que el hecho ocurrió cerca de las 6 del 3 de julio de 2019 en la calle La Bastilla entre Juan Francisco Echaurri y Cayetano Donizetti, de González Catán, en la zona oeste del conurbano.
En esa ocasión, Duarte se dirigía uniformada y con el chaleco antibalas en su mano rumbo a su trabajo en el Comando de Patrullas Norte de La Matanza, situado en la localidad de Ramos Mejía.
La mujer fue sorprendida por la espalda por dos delincuentes que iban a pie y uno de ellos efectuó dos disparos, uno de los cuales ingresó por el parietal derecho y le produjo un orificio de salida por el izquierdo y el otro dio en el dedo de su mano.
Tras un alerta al 911, efectivos del Comando de Patrullas Sur de La Matanza arribaron al lugar cuando la oficial de policía ya estaba fallecida.
Los investigadores advirtieron que el asesino de Duarte se apoderó del arma reglamentaria de la víctima, una pistola Bersa Thunder Pro calibre 9 milímetros.
«Es mi ponderación que la circunstancia de que a la víctima, personal policial (con vestimenta reglamentaria y ostensible), le efectuaran un disparo en la cabeza, y única y exclusivamente le robaran su arma de fuego, impone una doble intención directa. La de darle muerte con dolo directo, y la de hacerlo con el fin de consumar el robo del arma de fuego», señaló el juez Elhart.
Al momento del ataque, la policía había caminado 250 metros desde su casa, situada en La Bastilla al 5700, y se dirigía para encontrarse con un compañero suyo con el que iba a viajar hacia Ramos Mejía, donde desempeñaba sus tareas.
Duarte formaba parte de la Policía de la provincia de Buenos Aires desde hacia cinco años, era madre de un niño de seis y vivía con sus padres.
Fuente: Télam
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