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Vicente López
viernes 22 noviembre, 2024

La historia de los refranes: “Quien fue a Sevilla, perdió su silla”

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“Quien fue a Sevilla, perdió su silla”

Corría el año 1464. Enrique IV el Impotente era rey de Castilla. Se armó un conflicto entre dos arzobispos… Alonso de Fonseca el Viejo y Alonso de Fonseca el Mozo; tío y sobrino, respectivamente.

Resulta que el Mozo, siendo Arzobispo de Santiago de Compostela, había participado en varias trifulcas apoyando a un pariente en detrimento de otro, un flaco liero… Por ello fue condenado a dos años de cárcel.

Hubo un intento familiar de pagar su rescate con dinero y joyas de la catedral, pero eso trascendió y el escándalo le valió un destierro de diez años… Hasta que, con ayuda de su tío, Alonso el Viejo, Alonso el Mozo pudo seguir cumpliendo su destierro, ya jerarquizado… ¡en Sevilla!

¿En qué consistió esa ayuda? ¡En intercambiar Sedes por un tiempo!! Como eran Administradores Apostólicos podían hacerlo sin tramiterío. Alonso el Viejo se fue a Santiago de Compostela a ocupar el Arzobispado, para apaciguar desde allí los ánimos revueltos en Galicia; y Alonso el Mozo se quedó de Arzobispo en Sevilla, lo más cómodo, sentadito en la silla arzobispal hispalense de su Tío…

Al Tío le llevó cinco años restablecer la paz en Galicia. Demasiado tiempo para un Sobrino encariñado con Sevilla y su Silla, al punto de no querer devolvérsela cuando el otro volvió… ¡El enfrentamiento entre Tío y Sobrino causó un revuelo mayor!

Hubo que recurrir a un mandamiento papal, a la intervención del rey, y hasta al ahorcamiento de algunos partidarios... porque Silla había una sola…

Siempre hay una sola silla. Y muchos con ganas de ocuparla. Así que sugerimos pensarlo dos veces antes de levantarse para ir al baño, en Sevilla o en donde sea.


Fuente: Télam

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