Uno de los dos principales acusados del doble crimen del diputado Héctor Olivares y su asesor Miguel Yadón, asesinados a balazos en mayo de 2019 mientras realizaban una caminata alrededor de la plaza del Congreso de la Nación, pidió hoy «perdón» a los familiares de las víctimas y luego se negó a declarar sobre el hecho, en el inicio del juicio oral, en el que también están siendo juzgados otros siete imputados.
El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 9 inició este miércoles por la mañana el debate oral con la lectura del requerimiento de elevación a juicio de la fiscal de instrucción Estela Andrades, mediante un sistema mixto entre presencialidad y virtualidad con la plataforma Zoom.
Los dos principales imputados son los primos Juan Jesús «Mohamed» Fernández (44) y Juan José Navarro Cádiz (27), ambos de la comunidad gitana, quienes estuvieron presentes en la audiencia, acusados del delito de «doble homicidio agravado por haber sido cometido con alevosía y por placer, y por el empleo de un arma de fuego, en concurso real con portación de arma de guerra», delitos que prevén la pena de prisión perpetua.
Además, otros siete imputados, la mayoría de ellos familiares directos o allegados de los dos presuntos autores del doble crimen, llegaron en libertad acusados de delitos menores como «tenencia o suministro de armas».
La requisitoria fue leída a través de la secretaria del TOC 9 -el mismo que en 2015 condenó a prisión perpetua al portero Jorge Mangeri por el femicidio de Ángeles Rawson-, que está integrado por los jueces Ana Dieta de Herrero, Fernando Ramírez y Luis Salas, mientras que el fiscal de juicio es Ariel Yapur.
Tras esa lectura que llevó cerca de una hora, casi todos los imputados se negaron a declarar en la jornada inicial, aunque el abogado Ángel Moyano, defensor de Juan Jesús Fernández, anticipó que lo hará a lo largo del debate.
El único que se declaró «inocente» fue Felipe Quevedo (50), un comerciante de antigüedades de la ciudad de Tandil que llegó libre, acusado de venderle a Navarro Cádiz la pistola homicida sin los papeles en regla.
En tanto, Navarro Cádiz pidió la palabra para pedirle «perdón» a los familiares de las víctima y luego se negó a declarar sobre su imputación, dijeron fuentes judiciales a Télam.
De acuerdo al expediente que en agosto de 2020 fue elevado a juicio oral por la fiscal Andrades y por el juez de instrucción Mariano Iturralde el crimen de Olivares (61) y Yadón (58) ocurrió el 9 de mayo de 2019, cuando el diputado radical por La Rioja y su asesor salieron a hacer su caminata matutina habitual por la plaza del Congreso Nacional.
A las 6.50, al pasar por segunda vez delante de un Volkswagen Vento estacionado detrás de un micro, sobre Avenida de Mayo entre Luis Sáenz Peña y Virrey Cevallos, les efectuaron varios balazos.
Yadón cayó muerto de tres disparos –uno en cuello, otro en axila y el tercero en la pelvis-, mientras que Olivares recibió un tiro en el abdomen que lo dejó herido de gravedad y falleció tres días después.
Si bien se especuló con que el doble crimen podría haber estado vinculado a un «atentado a la democracia» o con algún tipo de «venganza personal», el juez y la fiscal Amdrades llegaron a una conclusión distinta.
«El homicidio no fue más ni menos que una práctica de tiro sobre dos blancos móviles indefensos, derivada del placer por desahogar el instinto de matar sin otro motivo que el de probar el arma y su mira láser», sostuvo Andrades en su requerimiento, al que tuvo acceso Télam y hoy fue leído en la primer audiencia.
Todo el derrotero de Fernández y Navarro Cádiz, desde que llegaron a la plaza hasta que escaparon, quedó grabado en videos de 80 cámaras de seguridad que fueron recopilados y analizados por detectives de la División Homicidios de la Policía Federal (PFA), a partir de los cuales se identificó y se detuvo a los sospechosos, pese a que habían huido de Buenos Aires.
Pero además, en sus indagatorias, los primos reconocieron haber estado en el auto con el arma homicida, una pistola Bersa Thunder calibre .40 con mira láser, aunque se echaron la culpa uno a otro respecto a quién fue el ejecutor de los disparos.
En su última declaración, Navarro Cádiz reconoció por primera vez que el arma era suya, pero dijo que fue su primo quien la manipulaba cuando él estaba agachado consumiendo cocaína y escuchó las detonaciones.
En cambio, Fernández siempre contó que esa madrugada, mientras estaban consumiendo alcohol y cocaína dentro de su auto, su primo le dijo que tenías ganas de matar a su suegro y, desde el asiento del acompañante, extrajo un arma de la nada y comenzó a efectuar disparos apuntando con ambas manos y frente a su cara.
La pericia del barrido electrónico comprometió a Navarro Cádiz, ya que detectó restos de la deflagración de disparos en su mano izquierda y en tres de sus prendas: una campera, un buzo y un jogging.
Además, la reconstrucción del hecho realizada por peritos en criminalística de la PFA, señaló, en base a los restos de pólvora hallados en su vestimenta y a su posición dentro del vehículo, que el autor de los disparos fue Navarro Cádiz empuñando el arma desde el asiento del acompañante, y no su primo Fernández, que estaba del lado del conductor.
En ese mismo informe, los peritos afirmaron que siete segundos le bastaron a Navarro Cádiz para apuntar con la mira láser cuando vio venir a Olivares y Yadón y que los cinco disparos que partieron de su Bersa los realizó en menos de cinco segundos.
Fuente: Télam
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