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Vicente López
martes 5 noviembre, 2024

una experiencia comunitaria e itinerante

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Foto: Facebook

Los directores de “T´ipaqkuna kullakitas” (“Hermanitas tejedoras»), Sofía Quiros y Daniel Canto, trabajan desde hace seis años en experiencias de cine comunitario a través de su propio estudio, Chepo Animación. 

“Este corto nace como parte de las experiencias que veníamos haciendo desde Chepo Animación, que hoy es un pequeño estudio de animación que llevamos adelante entre los dos y al que vamos sumando gente. Surgió en principio como un proyecto de talleres itinerantes de cine de animación en stop motion en el que creamos cortos animados basados en la identidad cultural de cada territorio”, explicó Quiros, la directora de animación porteña, quien junto a Canto, oriundo de Antofagasta, Chile, iniciaron hace seis años un viaje que los llevó a conocer y trabajar en barrios y pueblos de distintos puntos a ambos lados de la Cordillera.

“Desde que iniciamos en 2017 hicimos más de 70 cortos. Itineramos mucho por Chile, fuertemente por el norte que es de donde es Dani, pero también en el sur, en Santiago, en La Serena, en Concepción y también en distintas localidad de Argentina, hasta ahora en Buenos Aires, provincia de Buenos Aires, Jujuy y La Rioja”, relató Quiros por vía telefónica a Télam, desde La Serranita, una localidad ubicada en el Valle de Paravachasca, Córdoba.

“El proyecto “T´ipaqkuna kullakitas” (“Hermanitas tejedoras») surge del vínculo previo con Cecilia Levatti, una de las militantes del espacio Bartolina Sisa. Cuando supimos que estaba trabajando con las chicas nos encantó la idea de poder generar un proyecto conjunto, un corto con la identidad de las compañeras, que son mujeres migrantes, sus historias de vida y su trabajo colectivo en el Bajo Flores. Lo postulamos a distintas convocatorias donde vimos la oportunidad y finalmente ganamos un subsidio del Fondo Nacional de las Artes, una beca para la creación. Paralelamente, salió un subsidio del Fondo Metropolitano a las Artes de la Ciudad de Buenos Aires. Con eso pudimos cubrir una parte de la realización del corto. La realidad es que llevó muchísimo trabajo, se hizo a pulmón todo. Durante cinco meses realizamos el taller en el barrio”, rememoró la directora.

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Foto: Instagram

Su compañero, agregó que en ese lapso, iban una vez por semana al barrio. “Fue una experiencia muy enriquecedora. Al principio, ellas no hablaban mucho. Así que empezamos a hacer una suerte de focus group y aparecieron algunas temáticas, de a poco nos contaron sus problemáticas y pudimos visualizar bien lo que queríamos contar”.

“Todos quedamos de acuerdo en cómo iba a ser ese guión, reflejaba un poco lo que habían vivido en su experiencia migratoria. A medida que iban pasando los encuentros nos íbamos conociendo entre todos y todas, compartiendo momentos. Nos preparaban comidas típicas de distintas partes de Bolivia, como de La Paz o Cochabamba. Dentro de esa experiencia hubo dificultades: el espacio donde desarrollamos el taller era el espacio de almacenamiento de comida que tenían las mujeres ahí dentro se entregaban las viandas. El taller comenzaba a las 9 y media y duraba hasta las 12. A esa hora comenzaba la entrega de raciones de alimento”, detalló Canto.

“Por un lado, fue una experiencia super gratificante y muy disfrutada, porque cada encuentro era un espacio de intercambio, de construir mucho con risas, con humor. Fueron momentos de mucha intensidad porque también contaron historias de vida con situaciones muy vulnerables, que las compañeras se abrieron a compartir. Hubo de todo. Todo lo hicimos desde un lugar de mucha entrega y cariño, con mucho compromiso por lo que se estaba construyendo en conjunto”, agregó Quiros, quien detalló la importancia del tejido: “Una cosa que nos llamó mucho la atención es que en cada encuentro, las mujeres siempre estaban tejiendo. El tejido formó parte del espacio de conversación. Se hizo presente en el título de la obra. Tiene que ver con lo que se va tejiendo en ese espacio donde las mujeres se encuentran y construyen comunidad en el contexto del barrio”.

Quiros precisó que en el espacio del comedor comunitaria se hizo la preproducción: “Ahí hicimos el guión, construimos los personajes, las chicas hicieron los vestuarios, después construimos las escenografías. Pero no podíamos filmar en ese espacio. Decidimos que la filmación se realizará en nuestra casa donde había una habitación que es nuestro pequeño estudio de Chepo animación”.

Respecto a las cuestiones técnicas, Sofía Quiros detalló que en “T´ipaqkuna kullakitas” (“Hermanitas tejedoras») se trabajó “por un lado con stop motion con plastilina y con ropas cuando se cuenta la historia de esta mujer migrante que es Felicia, la protagonista, y por el otro, cuando se cuenta la historia de Bartolina Sisa, trabajamos con animacion textil, utilizando personajes planos construidos en tela”. Y destacó que, en ese sentido, fueron muy importantes los consejos y aportes de Isabel Macías,  la prestigiosa docente y directora de animación especializada en stop motion textil: “Ella fue siguiendo todo el desarrollo de este proyecto acompañándonos. Estamos eternamente agradecidos”.


Fuente: Télam

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