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Vicente López
miércoles 30 octubre, 2024

Un futuro verde, justo y sustentable es posible si aplicamos estos 9 valores revolucionarios

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Por Paula Tejon Carbajal y Catherine Rodgers

Nos encontramos en un punto de inflexión en la historia. La crisis climática que está en curso en conjunto con el colapso socioeconómico demuestra cuán frágil es nuestro mundo y cuán interconectados están todos los desafíos sistémicos que enfrentamos. 

Los conflictos globales y la degradación ambiental sólo contribuyen a que los precios de la energía y la comida se disparen, aumentando las deudas y los costos de vida, que repercuten en las personas sin discriminar dónde se encuentren. 

¿Cómo trabajamos en conjunto para reducir la explotación de la naturaleza y para generar energía renovable propia? ¿Cómo priorizamos proyectos que den bienestar a las personas y regeneren el ambiente en vez de producir ganancias para las corporaciones y la extracción de petróleo?

Nuestra Campaña Futuros Alternativos une la sabiduría y la experiencia de los grupos, activistas y expertos de todo el planeta que ya están creando una forma diferente de vivir. Ellos proponen 9 valores para hacer realidad ese futuro:

1. Las personas y el planeta por encima de la ganancia y el crecimiento

El primer paso, es hacer que el sistema que produce los alimentos sea sustentable debe funcionar dentro de los límites ecológicos y con el objetivo que haya justicia en la producción y distribución. Esto significa que cada comunidad defina lo que es apropiado para ella misma.

COP25, 2019. Marcha en Madrid para pedir a los políticos que tomen acciones más ambiciosas frente al cambio climático.
© Pedro Armestre / Greenpeace

Debemos alejarnos del individualismo, la competencia y el interés particular, y optar por la cooperación, la solidaridad y la empatía. En virtud de estas nuevas directrices, los presupuestos gubernamentales deben ser reasignados.  

Las deudas que las naciones tienen con instituciones como el Banco Mundial o el Fondo Monetario las lleva a buscar el crecimiento económico para poder pagarlas, sin importar las necesidades del pueblo. Esto, está visto, sólo lleva a la pobreza y la inequidad. 

En este sentido, este primer cambio sólo puede alcanzarse si se anulan esas deudas y si se hace una revisión completa del sistema financiero global.

2. Distribución equitativa de la riqueza y el poder 

Al reformar nuestros sistemas financieros, podemos permitir que el público posea y controle democráticamente el sistema financiero. Los mercados financieros se reemplazan por una inversión pública planificada y progresiva enfocada en crear sectores industriales y agrícolas que satisfagan las necesidades de la mayoría

Los medios de producción y la propiedad se descentralizarían y democratizarían, y la propiedad privada pasaría a ser propiedad pública y cooperativa.

Un ingreso justo para todos, como la propuesta de un Ingreso Básico Universal, ayudará a superar las desigualdades en todos los sectores de la sociedad. La introducción de un sistema de impuestos progresivo que responsabilice a las empresas que contaminan permitirá redistribuir la riqueza y proporcionará un fuerte incentivo para productos y servicios que reduzcan nuestro impacto en el ambiente.

3. El bienestar en el centro

Debemos cuestionar que el crecimiento económico y el PIB sean la única medida del bienestar general de un país. Hay una necesidad de pasar a un enfoque más amplio que incluya el bienestar de los seres humanos en general. Por ejemplo: trabajar menos beneficia a las personas (que viven más y mejor) y al planeta (al reducir la sobreproducción y el sobreconsumo lo que reduce las emisiones de carbono).

4. Una sociedad inclusiva, justa y diversa 

Promover la economía del cuidado implica reconocer a los trabajadores esenciales que suelen trabajar en la informalidad -como ocurre con las y los domésticos- como parte fundamental de la economía y sociedad.

© Greenpeace / Eva Petschull

Es clave que tengamos presente que existen numerosas formas de vida que respetan los límites de la Tierra que nacieron de comunidades indígenas y tradicionales en todo el mundo. Debemos apoyar y difundir a los movimientos sociales que luchan por sus derechos y por la justicia social y económica, y nutrirnos e inspirarnos con su sabiduría.

Los problemas de desigualdad de género, degradación ambiental, pobreza y racismo están estrechamente relacionados. Empoderar y apoyar a las mujeres es, por lo tanto, central si queremos crear este futuro y garantizar que todos los seres humanos sean iguales. 

Respaldar modelos de desarrollo pluralistas es reconocer que hay diferentes países con diferentes culturas y, por lo tanto, múltiples caminos hacia el desarrollo. Debemos basarnos en este criterio vital si queremos construir alternativas al dominante modelo occidental de extracción y desarrollo destructivo.

5. Resiliencia y comunidad

2017: El programa de Técnicos Solares de Greenpeace fortalece la capacidad técnica de la industria solar libanesa al crear una generación de técnicos solares calificados. © Greenpeace

Debemos promover una economía en la que los bienes se produzcan y consuman de manera local y ecológica. El comercio debe basarse en la cooperación y la solidaridad internacional, no en la competencia ni la autosuficiencia. En el centro de esto se encuentra la idea de una economía lenta y circular que se centra en reducir el consumo en primer lugar y que luego busca reutilizar, reparar y reciclar.

La energía es un bien común natural, lo que significa que es compartida por todos nosotros; no debe ser dominada por poderes centralizados y un puñado de mega-corporaciones. Individuos y comunidades deben tener el derecho de tomar sus propias decisiones sobre la generación, acceso y distribución de energía renovable.

Frenemos la explotación petrolera en el Mar Argentino.

6. Transparencia y claridad

La innovación y la creatividad fluyen mejor cuando el acceso al conocimiento se comparte abiertamente y sin restricciones. Necesitamos restaurar ese acceso y asegurarnos de que la información y la comunicación, como Internet y los medios públicos, sean un espacio público abierto y no comercial cuyo objetivo sea conectar a las personas con el conocimiento, no obtener ganancias.

7. Democracia real

En Graz, Estiria, Austria, voluntarios de Greenpeace Austria muestran solidaridad con el mensaje #NuestrasVocesSonVitales para unirse contra las múltiples demandas de la empresa maderera canadiense Resolute que buscan sofocar la libertad de expresión y el trabajo de la organización para proteger el Gran Bosque del Norte en Canadá. © / Greenpeace

La democracia real implica que los intereses comerciales deben separarse de la política. Para eso, no hay que permitir que las corporaciones apoyen con dinero y manejen con su influencia las campañas electorales ni las decisiones políticas. 

Al mismo tiempo, hay que incentivar la participación cívica y fomentar ciudadanos activos en lugar de consumidores activos.

8. Cooperación y beneficio mutuo

Para promover nuevas formas de cooperación e integración internacional y regional, debemos desmantelar los sistemas e instituciones que han dominado hasta ahora. Por ejemplo, deconstruir la ideología de libre comercio y el crecimiento continuo que pregona la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional debe ser deconstruida. En su lugar, podemos crear espacio para instituciones regionales que se basen en los principios de cooperación y beneficio mutuo en lugar de libre comercio.

9. Rendición de cuentas

La corrupción, el nepotismo y el soborno son una barrera importante para hacer una democracia efectiva en muchos países del mundo. La transparencia es clave para que la ciudadanía pueda supervisar al Estado y a las empresas privadas y hacer que respondan por sus acciones. 

Esto incluye asegurarse de que los organismos gubernamentales hagan transparentes sus procesos de toma de decisiones y responsabilizar a las corporaciones de la cadena de suministro para que se aseguren de que cada paso en la producción de bienes y servicios sea respetuoso con el ambiente y los derechos humanos de sus trabajadores.

Estos 9 principios ofrecen un camino hacia un mundo más justo, más verde y más pacífico. El programa de Futuros Alternativos busca amplificar y aprender de las muchas soluciones que ya existen en la práctica, en particular las provenientes de la mayoría global. Al aprender de estas soluciones existentes y tomar inspiración de ellas, podemos empezar a construir y dar forma al mundo alternativo que queremos crear.




Fuente: Greenpeace

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