Juan Azar es uno de los protagonistas, autor y director de «Elena de a ratos», obra teatral que se está viendo los viernes en Itaca Complejo Teatral, y en la que cruza los registros de lo criollo y lo sobrenatural para discurrir sobre las conexiones de lo físico y lo metafísico, el espíritu y el cuerpo, en un teatro atravesado por una pertenencia territorial y su experiencia material.
Actor en las últimas obras de Totó Castiñeira, vinculado al teatro físico y formado con maestros como Ricardo Bartís e Igon Lerchundi, dice no ser ajeno «a algo de ese teatro clandestino que se produce en Buenos Aires».
«Tengo además una investigación de hace años en teatro comunitario y me interesa pensar en un teatro vinculado a lo popular pero que no esté asociado al teatro comercial que busca los lugares fáciles. Hay un cierto prejuicio, como si se estableciera una separación entre un teatro de élite y un teatro popular más picado y fácil, y a mí lo que me interesa es cómo llegar a cualquiera y no por eso abandonar la idea de un teatro que multiplique sentidos», comenta Azar en charla con Télam, en una primera aproximación programática sobre su modo de entender el trabajo.
Protagonizada por Azar, Laura Capellano y Valentino Naughton, «Elena de a ratos» trata sobre el encuentro de un viudo con una médium, con quien se reúne semanalmente en una pensión para invocar a su difunta esposa, y sobre las tensiones y la atracción física entre la médium y el consultante que se producen durante el trance, además de otras historias vinculadas con lo familiar y las herencias que se cuelan luego en la trama y con las que se termina de pintar el mundo de estos personajes vinculados a cierta tradición literaria y teatral argentina, que puede ir de Roberto Arlt al grotesco sin abrevar definitivamente en ningún registro específico.
«La obra -cuenta Azar- propone una construcción muy simple, hecha cuadro por cuadro en una gran coreografía obsesiva que logra un lenguaje de simpleza con el objetivo de dejar un habitáculo para estallar en la imaginación».
En esta historia sobrenatural que propone «Elena de a ratos», donde aparecen el teatro físico, el humor y un modo criollo lejano al costumbrismo, «hay una metáfora de la actuación, un modo de indagar qué es lo que habita un cuerpo cuando un cuerpo actúa, qué pasa con la actriz y el actor; ¿deja de ser para dar lugar a otro ser? Es una pregunta que me hago», destaca Azar.
«Es interesante ver esos tres cuerpos que están en escena como un salto hacia un lugar desconocido, hay algo del sonambulismo propio de la actuación que me interesa, donde uno está con el cuerpo con acciones nítidas y sin embargo está en otro lugar.»Juan Azar
«La obra está todo el tiempo en ese límite -señala su autor- entre no entenderse si la médium es una prostituta, una actriz o una médium literalmente, que es algo que pienso de la actuación en general; hay algo de encarnar realmente y también algo de un sonambulismo, eso es lo que intento hacer cuando actúo; creo que cuando uno actúa conviven dos realidades: la que uno narra y la que uno vive en el presente; uno como espectador está viendo lo que le cuentan y también lo que les pasa a los actores, y son esos cuerpos los que encarnan una realidad y la tienen que hacer verdad para que algo suceda.»
-Escribiste, dirigís y actuás la obra, como se da ese trabajo.
-Me parece interesante también que hay un texto pero cuando nos pusimos a trabajar sobre el material apareció como una segunda obra, una hermana o prima lejana, que tiene todo el ADN pero como si tuviera otra piel; eso en sí mismo genera un efecto poético en lo que se ve, porque si uno la lee, la obra es otra.
-Hablabas de un teatro popular que multiplicara los sentidos.
-Hay como instalado en el teatro supuestamente off que entrás a la sala y ves un sillón y una especie de living comedor con pocos muebles o se salta de una cosa muy costumbrista a alguna muy conceptual que se vuelve un poco elitista, un poco cerrada para aquel que no es del teatro, es como que hay que ser culto para acceder al teatro sofisticado en búsqueda de lenguaje mientras que para mí el desafío es arriesgar en búsqueda de lenguaje pero a través de un teatro permeable a la mirada de cualquier público.
-La obra sitúa una médium y hay algo del trance también en la actuación.
-Es interesante ver esos tres cuerpos que están en escena como un salto hacia un lugar desconocido, hay algo del sonambulismo propio de la actuación que me interesa, donde uno está con el cuerpo con acciones nítidas y sin embargo está en otro lugar. En esta obra sucede esto como fenómeno de actuación y también por la manera en que lo encaramos, donde el lenguaje está más apoyado en los huesos que en la musculatura. y eso genera un efecto fragmentado, aparecen los cuadros del carrete de un filme.
-También estás dirigiendo un grupo de teatro comunitario de Mataderos, Res o no Res, pero en ese caso lo habitual son propuestas costumbristas que no parecen ser de las que estás hablando.
-Lo que ha pasado con el teatro comunitario es que se han tomado como referentes aquellos que marcaron un lenguaje fundante como Catalinas Sur o Barracas y entonces pareciera que para estar en las normas del teatro comunitario hay que repetir lenguaje, en el caso de nuestro hemos comprobado que cuando se les demanda a lxs compañerxs otro tipo de búsqueda, aún la gente sin experiencia teatral se arriesga y se tira al vacío. En 2019 rehicimos una puesta de una obra nuestra «Fuentevacuna» y la gente del grupo por ahí tenía miedo porque me veía apostando a movimientos raros pero pasó algo sorprendente porque propusimos trabajar de una forma muy descarnada y nada lógica y la gente se entregó, se vio que se podía hacer algo muy diferente de lo que solíamos hacer.
«Elena de a ratos», con dramaturgia y dirección de Juan Azar; actuación de Laura Capellano, Valentino Naughton y Azar y asistencia de dirección de Laura Mateu se puede ver los viernes a las 21 en Itaca Complejo Teatral (Humahuaca 4027).
Fuente: Télam
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