El cantante y compositor Manuel Montenegro, más conocido por su nombre artístico Broke Carrey, se abre camino dentro de la escena urbana con una versión de reggaetón atormentada y melancólica que no sólo no resigna el acento porteño sino que, además, tiene como misión “hacer que el resto del mundo cante como argentinos”.
Carrey, quien forma parte de la RipGang, el colectivo artístico que comparte con otros talentos como Dillom, Saramalacara, Ill Quentin y Muerejoven, conversó con Télam acerca de su álbum “Buenos Aires Motel” que estrenó en directo el último fin de semana ante el gran público en el Lollapalooza Buenos Aires.
Antes de su lanzamiento y a modo de promoción, intervino tres lugares icónicos de la Ciudad como el Palacio Barolo, La Catedral Club y el Teatro Margarita Xirgú para acompañar la narrativa de su nueva obra.
Su última acción pública, en el teatro del barrio de San Telmo donde montó un escenario circular en el centro y vistió como un hotel para recibir a los “huéspedes” invitados, tuvo como inspiración las “listening parties” que Kanye West hizo para presentar “Donda”.
«En la cuarentena en 2020 después de escuchar unos vinilos de mi tío Pablo que falleció antes de que yo naciera me inspiré para hacer algo que suene a Buenos Aires. Virus, Sumo, Los Redondos, Fito, para mí sonaban a Buenos Aires y quise crear algo que suene a la ciudad que tanto amo», explicó al cerrar aquella performance y presentar un disco que, además, tiene invitados como Dillom, Juliana Gattas (Miranda) y Taichu.
Télam: ¿Cómo se fue armando en tu cabeza esta Buenos Aires que retrata el disco?
Broke Carrey: Cuando terminé la secundaria, empecé a estudiar periodismo pero dejé la carrera seis meses antes de recibirme. Siempre quise hacer música, y no fue por mandato familiar pero casi que algo había que estudiar. La escuela estaba en el centro y yo me rateaba mucho. Era un pibe que andaba medio deprimido en esa época, entonces me iba a caminar sólo por avenida Corrientes. Me metía en las librerías pero no compraba nada porque no tenía un mango. Leía cosas y me sentía re piola. Ahí fue que me empezó a gustar la arquitectura de Buenos Aires, algo que me terminó inspirando mucho, porque el disco retrata esa cosa antigua que tiene la ciudad, sobre todo en la zona del centro y de Congreso. Me encanta que está como todo medio venido abajo, medio con hollín. Me gusta esa cosa tercermundista que tenemos. Encuentro belleza en todo eso. Después, lo que terminó por sacar realmente la inspiración fue que en Buenos Aires siempre está pasando algo y siempre uno atraviesa de alguna manera esas cosas que pasan. Fui en búsqueda de un sonido que para mí representara Buenos Aires y mi historia en particular en ese contexto. Lo que quise hacer, sin que sea forzado, fue representar que el personaje que escribe en el disco sea lo más porteño posible.
-¿Es una voz atormentada la que guía la narrativa?
Sí, porque soy yo en un momento más oscuro. Hoy ya no estoy en esa, pero en aquél momento de oscuridad estaba confundido y perdido y terminó saliendo esa cosa melancólica y medio tanguera por momentos. Diría que no lo busqué a propósito, pero escuchando el disco siento que es más porteño de lo que me imaginé que iba a llegar a ser.
-De hecho, el álbum cierra con “Solo” con un claro guiño al tango
-Eso apareció al final porque no iba a tener bandoneones. Ese tema tiene algo muy particular: hicimos una maqueta digital con Lamadrid (el productor) hace dos años, sin violines ni nada. Lo tuvimos guardado un año y pico hasta que nos propusimos grabarlo de vuelta:. Contactamos a Tony Boyadjian, que produjo el disco de Odd Mami, y que toca en una orquesta y conoce bien todo ese mundillo. Nos armó la parte orquestal y nos dijo que podía hacer los arreglos pero que tenía un amigo que era el mejor de Argentina, pero como tenía cáncer podía ser complicado hacerlo. La cuestión es que le muestra este tema a su amigo Hernán Ramallo que dice que sí, que lo quería hacer porque le encantaba el tema. Hace la mitad del tema y arreglos que están buenísimos, pero entra en quimioterapia y después fallece. Fue un golpazo terrible.
¿Y cómo siguieron desde ahí?
-Hernán, que había hecho los arreglos de los primeros cuarenta segundos del tema, le había dicho a Tony que tenía pensado meter un bandoneón. Nosotros no lo teníamos pensado, pero como lo dijo él y por una cuestión de respeto por el laburazo que había hecho entonces lo metimos. Los arreglos los cerró Tony y el tema quedó increíble, realmente impecable y con una energía tremenda. El día de la grabación fue un momento muy fuerte porque todos los músicos eran amigos de Hernán.
-¿Es cierto que al principio querías eludir que se filtrara el tango en el disco?
-Honestamente, me encanta el tango y lo escucho, pero estaba un poco harto. En un comienzo, la idea era representar Buenos Aires lo más fielmente posible pero sin tocar un tango, sí. Ese juego de límites me sirve mucho para crear y siempre me pongo alguno, como hacer un tema de un género pero sin el instrumento que más suene a ese género. Esa era la meta, pero de repente se fue dando y para el último tema, en el último momento pensamos que había que poner un bandoneón era un buen cierre.
-“Buenos Aires Motel” marca un camino distinto en tu música en relación a aquel disco que sacaron junto a Ill Quentin y Dillom como “Talented Broke Boys”, más cercano al trap y al sonido de Atlanta. ¿Qué significó para vos y la escena aquella obra del 2020?
-Fue muy lindo hacer aquél disco, porque cuando empezás está esa magia que trae la ignorancia de no entender nada. Hay temas que incluso suenan más fuertes que otros y terminó saliendo así como se hizo, divirtiéndonos y cagándonos de risa entre un grupo de amigos. Siento que el disco marcó un precedente para el resto de la música ese estilo que salió después.
-¿Y cuándo comenzó esa transformación que hoy encarnás con esta versión tan propia y personal que hacés del reggaetón?
-Después de ese disco seguí un poco más con eso, pero me di cuenta que no me llenaba ni me satisfacía. Siempre tuve esta ilusión de hacer cosas grandes que rompan con otras cosas y que sean un poco más jugadas. Hasta ahí sentía que no me la estaba jugando, pero me agarró después la cuarentena. Me sentía como achanchado y no me gustaba nada. Un día me propuse hacer lo más lejano que pudiera y así salieron tres temas de reggaetón. En tres días de iluminación, en los que me sentí súper conectado con lo que estaba haciendo, salieron las maquetas de “Como vos”, “Noespatanto” y “El Fondo”. Al toque lo conocí a Lamadrid a través de Fermín, que además de ser un gran productor es un sabio para unir personas.
-El segundo tema del disco, que es como un falso aviso promocional de corte humorístico, te burlás un poco del reggaetón hecho en Miami
-Es que en un momento me encontré en la incomodidad de que la música que estábamos haciendo los pibes de mi generación faltaba una identidad porteña. La empecé a encontrar cuando apareció el RKT con una identidad bien argentina. Eso me encantó, pero en el reggaetón y el trap no encontraba esa identidad y sentía que estábamos todo el tiempo queriéndonos parecer a otros con eso de que somos de Argentina que nos vamos a Miami y hacemos de reggaetón con productores de allá que hasta nos cambian el acento.
-¿Y ahí apareció esta idea de que sí se podía hacer un reggaetón bien a la porteña?
-Es que si ya lo hicimos por qué no podíamos hacerlo de vuelta. Cuando empecé a hacer música en 2013 veía a pibes que hacían reggaetón que la rompían pero que cantaban como puertorriqueños y decían que lo hacían así porque sino afuera se les cagaban de risa. Yo quiero lograr que todo el mundo cante como argentinos. La búsqueda es esa: ponerles nuestra impronta, hablar de las cosas que hablamos y con el acento que hablamos. No sé si lo logré, porque eso lo dirán los oyentes. Pero la búsqueda fue llevar lo que a mí me gusta y a los pibes de mi generación escuchan, pero hacerlo a lo nuestro para así exportarlo todo el mundo. Esa es la misión.
Fuente: Télam
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