Las Salinas Grandes invitan a un paseo en cualquier época del año para disfrutar de nuevas aventuras y emociones tan pronto se empieza a descubrir esa enorme planicie de 525 kilómetros cuadrados, que se impone ante la mirada con una implacable belleza.
Situado en la región de la Puna, donde emerge como un mar cristalino a 3.450 metros de altitud, el salar seduce al viajero solitario, a grupos familiares o a amigos, que arman sus propias excursiones y ensayan divertidas perspectivas al tomarse fotos con el impactante telón de fondo del paisaje.
El recorrido se aprovecha al máximo y conmueve especialmente cuando, al momento de caminar por esa gran alfombra blanca, con una capa de entre 10 y 50 centímetros de sal, la mirada se posa en el horizonte y se detiene por completo ante el fascinante panorama que además en verano, por las lluvias, forma un espejo gigante espectacular para la vista.
Las comunidades locales son receptivas con el turista y lo guían en la visita; y hay paradores donde se pueden estacionar los vehículos para comenzar a palpar la sal que se junta a un costado de las piletas y llegar hasta unas pequeñas lagunas conocidas como Ojos del Salar.
Los rayos del sol pueden ser inconvenientes durante el paseo, por eso se aconseja protegerse y llevar siempre un buen abrigo dado que en invierno, especialmente, la temperatura puede descender hasta varios grados bajo cero.
Camélidos silvestres como guanacos, vicuñas y domésticos como la llama son los animales característicos de la región que pueden verse durante el viaje.
Camélidos silvestres como guanacos, vicuñas y domésticos como la llama son los animales característicos de la región que pueden verse durante el viaje
De hecho, los antiguos pobladores utilizaban a las llamas para el traslado de sal, hasta que fueron reemplazados por equinos.
Cerca de los paradores de la ruta nacional 52 venden sus productos los artesanos que trabajan la sal y tallan piedras lajas.
Las Salinas Grandes son el resultado de un proceso geológico de hace 10 millones de años que convirtió al lugar en lo que es hoy, una cuenca endorreica que los pobladores aprovecharon para su sustento. Yacimientos de sales contenidos en rocas de actividad volcánica fueron arrastradas por las aguas hacia las zonas más bajas conformando la depresión tectónica.
Las grandes amplitudes térmicas y la acción de los fuertes vientos causaron la erosión y la producción de materiales más finos que cubren la superficie de los relieves. Dentro de ese ecosistema, las alternativas para el viajero se concentran básicamente en los paisajes que componen salinas, estepas, altiplanicies y lagunas rodeadas por cadenas de cerros precordilleranos con una vegetación muy limitada, escasa.
Algunos caseríos de comunidades originarias se pueden divisar a la distancia.
La extracción de sal se realiza de forma tradicional y su explotación data de tiempos prehispánicos, cuando se estableció con fuerza esa tarea, ya sea para el autoconsumo o para el trueque comercial.
«Se sigue un proceso que va desde nuestros ancestros hasta el día hoy. La sal tiene una gran influencia en la zona y se vende en cantidades a distintas partes del país», indicó a Télam Ariel Alancay, miembro de la cooperativa de turismo Espejo de Sal, integrada por siete comunidades de la Puna.
En su lugar de trabajo enseña a contingentes de turistas el proceso de extracción de sal utilizando sus propias herramientas, tras los guiados al sector de la extracción industrial y a los Ojos del Salar. Alancay, de 37 años, no forma parte de los «guías convencionales» que brindan el servicio a la gente que llega «espontáneamente» a las Salinas, ya que la cooperativa solo trabaja mediante reservas.
Salinas Grandes -el tercer salar más grande de Sudamérica, que de Jujuy se extiende a la provincia de Salta- fue reconocido en 2019 como una de las 7 Maravillas Naturales Argentinas, y en 2017 fue consignado como uno de los «17 Lugares más Salvajes y Hermosos del Mundo» por el portal de National Geographic.
Los últimos años apuntalaron el crecimiento del destino en Jujuy a la par de la Quebrada de Humahuaca o de las Yungas, en el sureste provincial. La Puna se caracteriza por no tener contaminación lumínica, por lo que la condición es ideal también para la práctica del turismo astronómico.
Así, cielos diáfanos y despejados en lugares altos convocan a turistas nacionales e internacionales con guiados nocturnos en la experiencia de captar fenómenos de universo.
El alojamiento en la zona de las Salinas Grandes es mínimo, por lo que los turistas buscan hospedaje en otras localidades,como por ejemplo, Purmamarca.
La única estructura que permite dormir dentro de las Salinas Grandes es un campamento con domos lujo completamente equipados.
«La instalación de glamping (glamorous camping) le dio mucha visibilidad a las Salinas y además incorporó alojamiento de calidad a una zona que no tenía», expresó el ministro de Cultura y Turismo de Jujuy Federico Posadas a Télam sobre esta iniciativa privada.
Otro «elemento clave» para que el destino haya dado un salto cualitativo es el hecho de poder extender el circuito de Salinas hacia el Centro de Interpretación de Barrancas (de la localidad de Barrancas) «dándole un producto cultural que antes no tenía».
Salinas es uno de los destinos de Jujuy que mayor demanda tiene y uno de los que más estamos utilizando para la promoción nacional e internacional de la provincia.
A las Salinas se puede llegar desde San Salvador de Jujuy, por la ruta nacional 9 hasta el empalme con la ruta 52, en la entrada a la localidad de Purmamarca, donde también se puede realizar una estadía para un viaje más corto (66 km).
Desde Purmamarca hay que atravesar la Cuesta de Lipán y trepar hasta los 4.170 metros sobre el nivel del mar (msnm), pasando por tramos con pronunciadas ondulaciones.
Durante una hora y media, las vistas panorámicas son imperdibles, hasta desembocar en una recta que llega a las Salinas Grandes. Un viaje en remís desde Purmamarca puede rondar los 3.000 pesos, mientras que abonar por el servicio a un guía en las Salinas sale 1.500 pesos (por auto).
Fuente: Télam
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