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Vicente López
sábado 23 noviembre, 2024

Reflexiones de la vida diaria: ‘Concientizando inconscientes’

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Telam SE

«Concientizando inconscientes»

Evidentemente el mundo está lleno de inconscientes. Y me incluyo. ¿Cómo lo sé? Porque todos los días hay una celebración de la ONU tipo: El Día de la conciencia ambiental, el Día de la conciencia contra el ruido, el día de la conciencia de algo que a nadie le importa, aunque debería.

Y como esos días se celebran cada año en la misma fecha, tengo que concluir que el año pasado no fue muy exitosa la concientización.

Claro: no es fácil concientizar a un inconsciente. Es como tratar de llenar de agua una botella agujereada. La conciencia le entra por un lado y le sale por el otro.

Pero lo más loco es que no solo está lleno de inconscientes: está lleno de energúmenos en gran número que niegan, por ejemplo, el calentamiento global. ¿No ven las noticias? ¿No vieron que el agua del Mediterráneo está casi a 30 grados, y que un poquito más de sol y ya podés hacer los fideos en el agua del mar? Imaginate si el agua está caliente, ¡lo que debe ser la arena! Tenés que usar ojotas de amianto.

Pero sería bueno que todos tuviéramos conciencia ambiental, porque el mundo está hecho bolsa: ríos contaminados, polución, derretimiento cerebral.

Si los seres humanos fuésemos inquilinos en el planeta, seguro que no nos devolverían el depósito del contrato de alquiler. Mirá si estarán contaminados los ríos, que el otro día un amigo fue a pescar y sacó como dos kilos de sardinas, pero ya venían enlatadas y con aceite de oliva.

Hay tanta contaminación en algunos mares, que ya han aparecido merluzas con escafandra y snorkel. El aire parece que está tan contaminado que están apareciendo abejas con cuadros de alergia al polen.

Ahora bien: Es un poco difícil intentar ser ecológico y verde cuando más de la mitad de la población mundial vive apretujada en ciudades donde hay cada vez más edificios.

Si de verdad hubiese una conciencia ecológica, estaríamos todos apiñados en El Bolsón, o en Península Valdés. Pero si todos vamos y nos apiñamos en el Bolsón o en Península Valdés, estaríamos creando un problema ecológico gigantesco porque esos lugares no están preparados para que haya tantos seres humanos. Y entonces deberíamos mudarnos a lugares más inhóspitos, como los desiertos, y una vez que hagamos bolsa el desierto, como con un mundial en Qatar, la próxima mudanza es a otro planeta.

Podrán decir lo que quieran de la polución, la contaminación, pero la expectativa de vida de un ser humano hace 200 años no pasaba de los 35 años. Hoy en día, con todo podrido como está, supera en el mundo, los 65 años de vida. Claro. Me dirán que es a instancias del planeta. Yo te pregunto: ¿quién preferís que llegue a los 65 años de vida? ¿Vos o el planeta?

Además, hay ciertas cosas que no me terminan de cerrar. Los que hacen anchoas en conserva, ¿pueden ser considerados conservacionistas? Si uno vota a los conservadores, ¿alcanza?

Mucho se habla de la extinción de las especies, pero, ¿alguien me puede decir qué se debe hacer en el caso de que uno vea que un animal en vías de extinción se está comiendo una planta en vías de extinción? No es tan fácil la decisión.

A mi siempre me da la tentación de colaborar y, por ejemplo, salvar a alguna ballena. Pero, ¿dónde hay una ballena para salvar en la ciudad? Y ponele que la salvás: ¿adónde la ponés? En la pileta del lavadero no me entra. Y te digo más: supongamos que voy al medio del mar a buscar una ballena, y que la encuentro: ¿Cómo sabe la ballena que la quiero salvar y no que la quiero atrapar para vendérsela a Mundo Marino?

El otro día estaba mirando un documental en el que el conductor decía que en el minuto que él había pasado hablando, se habían perdido 1000 hectáreas de selva. Y yo pensé que la solución era fácil: que el tipo dejara de hablar un par de minutos.

Y hay mucha discusión sobre las especies en extinción: unos las defienden a ultranza y otros dicen que se extinguen a propósito, para cobrar la asignación universal por especie en extinción.

De cualquier manera, aquí en Argentina no estamos tan mal. La clase media argentina tiene mucha conciencia ecológica. Están todo el tiempo pensando en cómo y dónde conseguir más verdes.


Fuente: Télam

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