El británico Paul McCartney clausuró su gira mundial «Got Back» en el estadio Maracaná de Río de Janeiro y, justo cuando sobrevolaba la amenaza de que fuera su última vez en Sudamérica, respondió a la ovación final con una frase sin inocencia que estremeció al público: «See you next time» («Nos vemos la próxima»).
Frustrada su presencia en la Argentina por razones económicas, la posibilidad de que McCartney le dijera adiós a Sudamérica para siempre se presentaba como una realidad difícil de tolerar para los fans. El desenlace de la noche en Río, con esa dosis de esperanza y ambigüedad, abrió un nuevo escenario.
En lo vocal, por otra parte -y el dato sirve para validar la expectativa-, McCartney se mostró en mejor nivel que en las giras de sus últimos años.
Sus 81 años tornan razonable a todas las especulaciones, pero el McCartney del Maracaná mostró que, si hay un final, no parece que vaya a ser precipitado.
El calor, intolerable, azotó de nuevo a Río de Janeiro y no faltaron temores a que se repitiera la escena de noviembre cuando falleció una espectadora en un concierto de Taylor Swift.
Con el bajo Hofner a cuestas, Paul inauguró la noche con «Can’t Buy Me Love». Las siguientes canciones recordaron su época con Wings: «Junior’s Farm» y «Letting Go». En esta última hicieron su presentación los Hot City Horns: Paul Burton en trombón, Kenji Fenton en saxo y Mike Davis en trompeta. Apostados en un rincón de la platea izquierda, se sumaron a Paul y el resto de su banda durante el tema incluido en el disco «Venus And Mars» (1975), en el que se destaca el solo de guitarra encendido de Brian Ray.
Prosiguió con «Got To Get You Into My Life», pasó por «Come On To Me», «Let Me Roll It», «Getting Better», «Let Em’ In», «My Valetine» (dedicada a su esposa Nancy Shevell, presente en el show) y «Love me do», entre más. Durante ese recorrido, Paul pasó del bajo Hofner, a la guitarra eléctrica Les Paul y el piano.
Cuando entonó «Maybe I’m Amazed», dedicada a Linda McCartney, superó un test exigente para su voz.
De golpe el Paul provocó un cambio de formato y también la escenografía. Y se dio un respiro con «I’ve Just Seen A Face».
Enseguida viajó a la prehistoria con «In Spite Of All The Danger», una de sus primeras composiciones (compartida en créditos con George Harrison).
Infaltable «Blackbird», en modo acústico, y «Here Today», primer homenaje a John Lennon. Paul pidió aplausos.
El tramo final fue demoledor. «Ob La Di-Ob La Da», «Band On The Run», «Get Back», «Let It Be» y «Live And Let Die» con un despliegue colosal de fuegos artificiales.
El tramo final fue demoledor. «Ob La Di-Ob La Da», «Band On The Run», «Get Back», «Let It Be» y «Live And Let Die» con un despliegue colosal de fuegos artificiales
Iban dos horas y media de show. McCartney no había sido vencido por el calor. Cuando comenzó con «Hey Jude» el Maracaná se llenó de carteles y la armonía con el público fue total. Todos lo sabían. Es el principio del final.
Siguió «I’ve Got A Feeling», y de alguna manera, McCartney y Lennon volvieron a cantar juntos. La pista de John se escucha nítida, su figura está en la pantalla, y la magia ocurre.
Prosiguió con «Birthday», que no venía tocando. Poco después, «Sgt Pepper «(en su versión reprise) y «The End» para la conclusión del concierto.
El público brasileño, menos cercano que el argentino, no tuvo recelos para la emoción. Los fanáticos más antiguos dejaron el Maracaná recordando que la noche del sábado, acaso, fue equivalente al concierto que McCartney ofreció en Río de Janeiro en 1990, que el libro Guiness todavía computa como el recital con mayor concurrencia de la historia de la música (184 mil espectadores).
Fuente: Télam
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