Nuestro sistema de producción ha enfermado a los océanos. Ante esta realidad innegable cabe preguntarnos, ¿los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Tratado Mundial llegarán a brindar una solución a tiempo?
Desde la revista Nature la respuesta a este interrogante es rotunda: las medidas tardan demasiado en activarse y la hipocresía amenaza el futuro de los océanos.
Océanos y ODS, en situación crítica
El listado de males que aqueja a los océanos es largo y desolador:
- Al calentarse el planeta, las aguas se acidifican cada vez más (en la era industrial su acidez aumentó 30%).
- Desde 1.960 se cuadruplicaron las áreas que se consideran “muertas” (su nivel de oxígeno es tan bajo que ya no albergan vida).
- Para 2025, la cantidad de plástico en los mares se calcula que llegará a 150 millones de toneladas.
Frente a este panorama, sólo 3% de los océanos está fuertemente protegido bajo el título de reservas marinas.
Al mismo tiempo, ninguno de los 17 ODS de las Naciones Unidos está en camino de alcanzarse para 2030, asegura desde sus páginas la prestigiosa publicación Nature.
Para peor, algunos Objetivos (incluyendo el número 14 que reza “conservar y utilizar los océanos, los mares y los recursos marinos de manera sostenible”) han ido marcha atrás desde su aprobación en 2015.
El ODS 14 incluye acciones para tratar la acidificación, polución, sobrepesca, pérdida de biodiversidad y otras enfermedades marinas. A 8 años de su publicación, el balance arroja que 3 de esas metas van por buen camino y dos tuvieron avances aunque van demasiado lento como para cumplirse en plazo. Las otras 5 restantes se estancaron o retrocedieron.
Es decir que este llamamiento a los líderes y empresas del mundo para proteger al océano, al planeta y a las personas ha caído en oídos sordos.
¿El Tratado Mundial de los Océanos será la solución definitiva?
El pasado mes de febrero festejamos que el Tratado Mundial de los Océanos saliera a la luz después de muchos años de lucha. Más de 100 países se comprometieron a firmar este documento y así hacer efectiva la protección del 30% de los mares para 2030.
Para ello, se deben adoptar nuevas leyes que resguarden la vida marina en las aguas que quedan fuera de la jurisdicción de las naciones. Además de terminar con la pesca ilegal, que con sus prácticas para nada sustentables generan 50 mil millones de dólares al año.
Sin embargo, no es la falta de información la que impide que estas palabras se transformen en acciones. Lo que está faltando es liderazgo real por parte de los políticos de esas naciones que se comprometieron a cuidar los océanos.
Por citar un caso reciente, en junio Noruega anunció nuevos permisos para perforaciones offshore de gas y petróleo. Como si fuera poco, propuso abrir 28.000 km cuadrados de sus aguas a la minería en aguas profundas.
Otro ejemplo (nada ejemplar) es el de Francia, país que será anfitrión de la Conferencia de los Océanos que se realizará en 2025. El gobierno se opone a una medida para excluir una práctica destructiva de pesca llamada arrastre de fondo de las áreas marinas protegidas en la Unión Europea.
Sin embargo, no hace falta ir a Europa para encontrar incongruencias de este estilo. En Argentina, a pesar de que la ciudadanía mostró su desacuerdo con las perforaciones en busca de petróleo en el Mar Argentino, el gobierno autorizó las primeras exploraciones en la costa de Mar del Plata.
En tanto, en Chile la industria de la salmonicultura contamina los mares de la Patagonia desde hace décadas. Y busca seguir expandiéndose incluso en áreas protegidas, como la Reserva Kawésqar.
Si bien vale aclarar que hubo avances en tanto el gobierno chileno designó 41% de las aguas del país para su protección y, el año pasado, propuso (aunque sin éxito) revisar la constitución, en parte para implementar medidas más amplias de gestión oceánica.
Otras grandes naciones marítimas, como China, India, Brasil y Rusia, enfrentan importantes desafíos para lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible 14. Sin embargo, ninguna se ha presentado a sí misma como líder en asuntos oceánicos.
Es ésta la hipocresía de la que habla Nature y que es lo que está amenazando la vida de los océanos.
Esto debe hacerse si se quiere proteger a los océanos
Salta a la vista que ninguna nación tiene la decisión política y el liderazgo para hacer frente a este gran desafío que es preservar los océanos.
Por eso, desde Nature proponen que a las naciones firmantes del Tratado se las haga responsables de los avances e inacciones, de la siguiente manera:
- Implementar medidas para que rindan cuentas por las promesas que hacen.
- Para esto se necesitará generar métricas que midan el progreso realizado. En este sentido, los investigadores jugarán un papel crucial.
- Buscar financiamiento en las distintas áreas que así lo requieran para poder avanzar en los objetivos.
Los océanos son fuente y sostén de nuestra vida. Debemos exigir que gobiernos y empresas se comprometan a salvarlos, de una vez y por todas.
Fuente: Greenpeace
Déjanos tu Comentario!