A 88 años del nacimiento de una de las voces más fundamentales de la música popular argentina se lanzó: “Mercedes Florecida” un disco que reúne canciones y músicas de grabaciones recuperadas e inéditas con su voz dirigido por Popi Spatocco con la participación de Víctor Heredia, León Gieco, Ricardo Mollo, Julia Zenko, Peteco Carabajal, Dulce Pontes, Rozalén, Bruno Arias, Teresa Parodi, Liliana Herrero.
Su nieta Araceli Matus visitó Télam Radio para hablar sobre el álbum tributo a la cantora tucumana: “Era una idea de mi padre y lo retomó Popi que se lo dedicó a Fabián Matus. Me parece increíble el resultado, la voz de mi abuela está en casi todos los temas y hay dos temas hechos especialmente: “Los dos Solitos” donde están Teresa Parodi y Nadia Larcher y “A Mercedes” compuesto por León Gieco donde participa Ricardo Mollo y Luna Monti. Las canciones eran parte del repertorio de mi abuela pero ya crecieron y florecieron”
Más de una treintena de músicos y músicas le pusieron voz a las once piezas que integran el disco editado por Sony en CD y Vinilo, estrenado en todas las plataformas digitales, el pasado domingo 9 de julio, día en que Mercedes hubiera cumplido 88 años.
“Antes del estreno había escuchado muy poco. Y el día que lo escuché todo fue muy fuerte. Nos lloramos todo. En la escucha privada estaban León Gieco y Heredia adelante de todo y en un momento Victor dijo: “León parece mi novio porque cada vez que le agarro la manito no para de llorar”.
Araceli Matus.
Entre algunas algunas canciones que se pueden escuchar está una versión del “Himno Nacional Argentino”, “Inconsciente Colectivo, “Volver a los 17”, “Todo Cambia”, “Alfonsina y el Mar”, “Razón de Vivir” con Popi Spatocco en piano, arreglos y dirección musical, al frente de una orquesta integrada por Diana Arias en contrabajo, Carolina Cohen en percusión, Milagros Caliva en bandoneón, Guillermo Rubino y Sara Tubbia en violines, Mariano Malamud en viola y Benjamín Báez en cello.
Al recordar el exilio de Mercedes Sosa relató: “Mi abuela era una mujer muy fuerte, independiente y libre y eso le costó muchísimo. Fue relativamente corto en el tiempo pero desde lo subjetivo fue eterno. Ella tenía 43 años se fue con dos valijas, el bombo y un grabador grandote como lo que usaban en el Bronx. Se había muerto su marido, su compañero de trabajo, su guitarrista, su mejor amigo y dejaba a toda la familia acá: sus hermanos, su madre, su hijo y yo con dos años. Se tenía que ir por las amenazas y porque no podía trabajar. Como ella era interprete sino cantaba en vivo no cobraba”.
Matus contó cómo era su relación en la distancia: “Ella me llamaba todos los días por teléfono, yo no hablaba solo la escuchaba, me cantaba y me decía que me quería. Desde chiquita aprendí a usar el tocadiscos sola para escucharla cada vez que quería, lo gasté al disco. Volví a ver a mi abuela en el 81 por unos días y volví para los Opera del 82, desde ahí no me separé nunca más hasta que se murió”.
“Mi abuela giró seis meses antes de morir y tres meses antes grabó: “Cantora”. El día que partió estaba con ella y mi papá. Ella quería que sus cenizas estén en tres lugares en Tucumán, Mendoza en Guaymallén y Buenos Aires en la Costanera Norte. Justo el día que fui al cerro a verla había piquete en la entrada y no pude subir. No soy de llevar flores a un cementerio, yo siento igual que está todos los días conmigo, las 24 horas que me tengo que dedicar a su patrimonio artístico”, contextualizó.
Araceli Matus, preside la Fundación Mercedes Sosa de la que explicó “fue una idea de mi abuela con el interés era compartir lo que había logrado. Ella quiso dejar todo al estado argentino y por suerte mi papá le dijo que no. Nuestra misión es simple y concreta, el cuidado y la difusión del legado artístico de Mercedes Sosa y de la cultura Latinoamericana porque su canto está implicado dentro de esa cultura”.
Por último Matus advirtió el estado en el que se encuentra la Fundación: “estamos en un edificio que pertenece al estado nacional pero no tenemos ninguna ayuda, es un lugar muy grande que nos cuesta sostener y logré mudarnos al Centro Cultural Borges pero aún no se concreta.
Se que a mi abuela la quieren pero estamos desatendidos, prefiero pensar que es burocracia porque sino no lo entiendo. A mi me gustaría tener una casa grande para poder resguardar las cositas de mi abuela porque vivo en un dos ambientes, ahora trato de dejarlo en un lado u otro para que no se mojen los ponchos o las cintas. Estoy cansada no doy abasto”, concluyó.
Por Alelí Alegría Cuba.
Fuente: Télam
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