Reunidas en torno a «Insomnio», su primer álbum compartido, la autora y cantante Marisa Vázquez y el trío de guitarras La Conurbana estrenarán el abordaje de ese repertorio registrado con un recital previsto para el sábado próximo en El Padilla de la localidad bonaerense de Temperley.
«Con La Conurbana compartimos ideas musicales, políticas y códigos de vida: son tres grandes artistas y maravillosas personas y confluir en este proyecto es un regalo que creo me hizo la música para que no me sintiera tan sola», confiesa Vázquez a Télam.
Con más de un cuarto de siglo de trayectoria en el tango, Marisa da un nuevo paso en ese camino, ahora junto a Kalén Ortiz (dirección musical y arreglos), Alejandro Forneiro y Lola Rosa.
«El tango como todo el arte ha sido un patrimonio de hombres y la mayoría de las mujeres que alcanzaron popularidad siempre lo hicieron de la mano de un marido, amante o hermano, ello hasta hace muy poco.»Marisa Vázquez
Con «Insomnio», un disco integrado obra por nuevas composiciones de la Vázquez y reversiones de algunos de sus temas más conocidos, el cuarteto se presentará el sábado, desde las 20.30, en el espacio cultural sito en Av. Meeks 1058.
-¿Qué le aportó el trío a tu propuesta y qué desafíos estéticos implicaron para vos como compositora y cantante?
-En esta conjunción entre un sonido clásico de guitarras criollas pero con unos arreglos musicales que acompañan una poética actual, siento que mis tangos encuentran su mejor versión. El desafío no ha sido estético sino el aprendizaje de compartir cada decisión que se toma y esto resulta un verdadero desafío para alguien que hace más de 25 años es su propia productora.
-En ese camino trajinado ¿cuál es el balance de tu experiencia en el tango?
-Hay un resurgimiento del género, hay actualmente una producción de tango nuevo increíble pero lamentablemente no contamos con una difusión que vuelva a llevarlo al lugar que ocupó alguna vez en la escena cultural y mucha gente no sabe que existimos, que hay otro tango que está vivo y gozando de buena salud. Así que seguimos en el under, ese lugar que alguna vez ocupó el rock, de resistencia y gueto, pero creo que el mercado de la música se pierde algo que podría proyectarse a escenarios importantes.
En lo muy personal mi balance es positivo: que me graben y me canten, que mis tangos formen parte de las denominadas «recaladas» junto a los clásicos que admiro tanto, que me llamen orquestas de otros países para pedirme permiso para tocarme y grabarme, que la orquesta municipal de tango de Avellaneda se tome el trabajo de arreglar y ejecutar mis canciones, o esa admiración y cariño que me expresan lxs pibxs cuando termino de cantar es algo que no deja de asombrarme y me llena de felicidad, es el mejor premio que tengo y un sueño cumplido.
-Ser mujer y ser compositora aparecen como dos escollos en la lógica artística imperante ¿cuánto sentís que ayudan los feminismos a ir desterrando esas imposiciones?
-El tango como todo el arte ha sido un patrimonio de hombres y la mayoría de las mujeres que alcanzaron popularidad siempre lo hicieron de la mano de un marido, amante o hermano, ello hasta hace muy poco. Empecé a escribir y componer tango hace largos años, por la necesidad que tenía de contar las cosas que me pasaban a mí y a otras mujeres, muy distantes de esas que retrataban los tangos de antes y por entonces padecí de una gran resistencia. Además, fui una feminista temprana a contramano de mi generación, y eso fue muy duro, pero esta embestida del feminismo puso el foco sobre todos los aspectos de la sociedad y la canción popular debe también revisarse, ya que es fundamental el aporte de la palabra que contiene la canción. El tango se merece una renovación acorde a su época, que no repita ni justifique violencias ni desigualdades. Ahora nos escuchan, estamos en agenda, pero tuvimos que hacer una ley de cupo femenino para ser programadas, hicimos mucho, pero nos falta un montón. Quizás yo no lo vea, pero espero haber contribuido a allanar el camino a las tangueras que vendrán.
Fuente: Télam
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