El reciclaje inclusivo que llevan a cabo los recuperadores urbanos es un modelo efectivo de mitigación del cambio climático, según un proyecto científico que estudió seis organizaciones de distintos países latinoamericanos que evitaron, en 2022, unas 150 mil toneladas de carbono equivalente de emisiones de gases de efecto invernadero.
El proyecto «Huella de carbono de centros de reciclado de América Latina», desarrollado por la plataforma Latitud R y la Escuela de Hábitat y Sostenibilidad (EHyS) de la Universidad Nacional de General San Martín (Unsam), cuantificó el impacto climático positivo que tiene la gestión de los residuos a través de la economía circular y llamó a impulsar políticas públicas que financien estas iniciativas.
«El impacto social y económico de los recicladores estaba demostrado, pero el impacto climático no estaba medido. Comprobamos con evidencia científica que el reciclaje inclusivo es un modelo efectivo de mitigación del cambio climático», dijo a Télam Romina Malagamba, directora de la Unidad de Ciencia de Datos de Latitud R y docente de la Unsam, y agregó que «el reciclado inclusivo es sostenible y debe estar en discusión de las políticas públicas porque responde a las necesidades del cambio climático».
«En ningún lugar del mundo el sistema de gestión de residuos se autofinancia, necesita de la política pública»
El proyecto, que se inició en noviembre de 2022 y finalizó en octubre de 2023, diseñó e implementó una calculadora para estimar la huella de carbono en 6 centros de reciclado de diferentes tamaños de Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú, Chile y Argentina.
Por un lado, se estimó la huella de carbono de los centros de reciclado, es decir, la cantidad de gases de efecto invernadero que emiten a partir de la combustión de sus vehículos o consumo de energía de la red eléctrica, entre otros aspectos.
Por otro lado, con datos de cada uno de los centros en cuanto al reciclaje de los residuos, se calculó cuántas emisiones se evitó gracias al correcto tratamiento de los residuos, dando como resultado que en todos los casos las emisiones evitadas fueron mucho mayores a las emisiones de gases propias de los centros.
En cuanto a las emisiones evitadas, el centro de reciclado que más aportó fue el de Colombia con casi 138 mil toneladas de CO2eq/año, lo cual era esperable debido a que se trata de la institución que recupera la mayor cantidad de residuos, seguido por Argentina, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile con 7.464, 1.191, 896, 666 y 654 ton CO2eq/año, respectivamente.
Malagamba explicó que debe bregarse por la reducción de los gases a través del concepto de «tonelada justa», es decir, impulsar la lucha contra el cambio climático pero con inclusión social de los trabajadores.
«Nuestro objetivo no es sólo reducir emisiones Co2, abogamos por una reducción de la huella humana, que recuperemos toneladas de materiales que surjan climática y socialmente de manera sostenible. Los recicladores tienen impacto económico, social y climático», aseveró la investigadora del proyecto, que fue presentado en la Semana del Clima de América Latina y el Caribe en Panamá.
«El reciclaje inclusivo es un modelo efectivo de mitigación del cambio climático»
Según datos de Latitud R, al menos 2 millones de recicladoras y recicladores aportan el 50% de las materias primas secundarias en América Latina y el Caribe (ALC), pero sólo 10% están organizados.
En ALC se recicla menos del 5% de los más de 200 millones de toneladas de residuos generados anualmente, según el Banco Interamericano de Desarrollo en su informe Situación de la Gestión de Residuos Sólidos en América Latina y el Caribe, a la vez que el 45% de los residuos sólidos en ALC se «disponen inadecuadamente».
El manejo de residuos sólidos consume entre un 20 a un 40% de los presupuestos municipales, y sólo el 2% de las ciudades de ALC tiene programas formales de reciclaje.
«La política es clave para un modelo de gestión de residuos efectivo. Tiene que haber mayor inversión, ya que hoy y en la ecuación es 1 a 14: por cada peso que se destina a recuperar y se gastan otros 14 en enterrar la basura», afirmó Malagamba, y agregó que «en ningún lugar del mundo el sistema de gestión de residuos se autofinancia, necesita de la política pública».
Lucía Jolias, integrante de la cooperativa Madreselvas en la que trabajan 600 personas, sostuvo en diálogo con Télam que los recuperadores tienen un rol «fundamental» en la recuperación de materiales en la ciudad de Buenos Aires.
«La cooperativa se encarga de la recolección, la clasificación y la comercialización de materiales reciclables como plástico, papel, cartón, vidrio y metal», aclaró sobre su organización, que es una de las 12 cooperativas que trabajan en el sistema de recolección de la ciudad.
Los recicladores reciben los materiales buscándolos casa por casa, de los «grandes generadores» como bares o edificios, desde los Puntos Verdes o provenientes de los containers verdes que están distribuidos por la Ciudad.
«Los recicladores separan estos residuos en el centro de reciclado, los clasifican nuevamente y después ya se comercializa en la industria», explicó Jolias y aseguró que los recuperadores tienen «un rol fundamental» en las políticas ambientales urbanas.
Fuente: Télam
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