En cada uno de estos libreros de color verde, los vecinos pueden encontrar todo tipo de ejemplares: ficción, ensayo, novela gráfica, crónica, etc. Y, desde la Secretaría de Cultura, remarca que se percibe el crecimiento de la participación de las personas, en poco menos de dos años de originada la iniciativa. Son cada vez más las personas que se han acercado a ellos para dejar libros, compartir sus lecturas, además de retirar alguna obra, logrando así el propósito final de disfrutar de una lectura constantemente en movimiento, en forma libre y compartida con toda la comunidad.
Lo interesante del proyecto es la participación activa tanto de los que apadrinan el proyecto como de los vecinos que se acercan a compartir libros. Para que el proyecto siga creciendo, nos estamos dando el tiempo suficiente como para habituarnos a la idea de tener libreros en las paradas del metrobus, acostumbrarnos a la idea de tener en nuestra ciudad libreros en donde poder compartir libros, explicó Lucila Satti, coordinadora de la biblioteca municipal José Froilán González. A esto agrega que seguir contagiando entusiasmo es el gran desafío del proyecto.
A través de la participación ciudadana y la generación de nuevos puntos de interacción cultural, la circulación de los libros se propone establecer socios estratégicos para el mantenimiento de los libreros como ONGs, vecinos escritores, integrantes de la Red de Bibliotecas que se reparten el padrinazgo de cada uno de los libreros, librerías y editoriales, entre otros.
Se trata de llevar la cultura a espacios públicos, y por otro lado, es entender la cultura como una forma de participación activa. Los libros circulan rápidamente. El temor era que no circulen, que se queden ahí, y hemos visto que circulan e interesan, añade Satti.
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