El exterminio de la población indígena en Tierra del Fuego y la crueldad como contenido y forma a principios del siglo XX en una región inhóspita sin más ley que la de los terratenientes, son los temas que aborda la excepcional producción chilena “Los colonos”, de Felipe Gálvez, que además traza una línea clara entre la violencia del pasado y del presente.
La ópera prima del director nacido en Santiago de Chile hace 41 años, y que se estrena este jueves en los cines y luego formar parte de la plataforma Mubi, es un western moderno que elude el revisionismo y, en cambio, trata de reflejar la mirada de la época, con personajes que vistos desde el presente serían juzgados y condenados como genocidas.
“Yo no soy un historiador, soy un cineasta, entonces ocupo el género del western para hacer esta reflexión sobre qué lugar ocupó el cine en estos procesos de colonización”, cuenta el director en comunicación con Télam.
“Traté de hacer un ejercicio, que era vivir en ese presente; que no se tratara de interpretar ese pasado desde su cotidianidad actual”, destaca el cineasta y completa: “Porque no hay un intelectual de esa época que cuestionara lo que estaba pasando, todos justificaron las matanzas de los indígenas”.
«A mí me gusta hacer cine desde el punto de vista de quienes ejercen la violencia, porque siento que cine de las víctimas es para los convencidos y aunque es un ejercicio importante de la memoria, no genera mucho debate para los que no comparten esa mirada»Felipe Gálvez
En el relato, José Menéndez (Alfredo Castro), dueño de una enorme cantidad de tierras entre Chile y Argentina, contrata a MacLennan (Mark Stanley), un exmilitar escocés, para que junto a dos de sus hombres, el tirador estadounidense Bill (Benjamin Westfall) y Segundo (Camilo Arancibia), un mestizo de la isla de Chiloé, encuentren una salida al Atlántico para su hacienda, con la orden de aniquilar a cualquier pueblo originario con el que se topen.
Además de Castro, Stanley, Westfall y Arancibia, la película que participó de la prestigiosa sección Un Certain Regard de la última edición del Festival de Cannes -en donde se alzó con el Premio Fipresci de la crítica mundial -, tiene la participación de Mishell Guaña, Agustín Rittano, Sam Spruell, Marcelo Alonso, Adriana Stuven y los argentinos Mariano Llinás y Luis Machín.
-¿Qué te llevó a contar esta historia de la conformación política y territorial de tu país a partir del western?
-Lo que me interesaba era contar una página borrada de la historia para reflexionar sobre lo que tiene impacto en el presente, una historia que no se estudia en los colegios.
-Yo no soy un historiador, soy un cineasta, entonces ocupo el género del western para hacer esta reflexión sobre qué lugar ocupó el cine en estos procesos de colonización. Creo que el western es un género de propaganda: construyó la idea de que los países americanos nos estábamos civilizando, todo eso fue un cine para justificar las matanzas de los pueblos indígenas, por eso me pareció que si quería hacer una crítica, tenía que ocupar el mismo género y deconstruirlo.
Por ejemplo, está bastante transitado el western revisionista, que lo que hace es actualizar a los personajes, en cambio a mí lo que me interesó más es cuál es la historia que cuentan.
«Los colonos» está lejos de ser una película de personajes, se va entendiendo a partir del propio cine, está construida a partir de muchas películas; es un western, es un filme de aventuras que se va transformado en una película de terror, que también tiene elementos del drama, que pasa de ser un thriller político y regresa nuevamente al drama. Va mutando todo el tiempo.
-Y hay una voluntad manifiesta de enlazar ese pasado con el presente de Chile.
-Porque cuando te dicen «¿para qué vamos a hablar de la dictadura si pasó hace 50 años?», pero en el presente, el 40 por ciento de la población defiende a Pinochet porque claro, no se escribió la historia oficial y porque cuando no la escribes, se va borrando y llenando todo de eufemismos, en vez de llamarle «golpe militar» se le empieza a decir «pronunciamiento militar», en vez de «dictadura» se le llama «gobierno militar». Creo que es bastante parecido lo que pasa cuando se comete un genocidio contra un pueblo indígena y ese pueblo pasa a ser el suvenir de un país, se transforman en un chocolate que se vende en los aeropuertos.
Hay violencias que están muy vivas; por ejemplo, la escena de la película de una matanza que es propia de la violencia del cine, de cómo el cine narra este tipo de historias continuamente.
-Pero en “Los colonos” se trata de la mirada de los poderosos.
-A mí me gusta hacer cine desde el punto de vista de quienes ejercen la violencia, porque siento que cine de las víctimas es para los convencidos y aunque es un ejercicio importante de la memoria, no genera mucho debate para los que no comparten esa mirada. En cambio cuando te ponen el punto de vista de los colonos, el espectador tiene que ver cómo se siente con respecto a la película, a quién quiere defender.
Traté de construir personajes que representarán a esa clase social, a ese tipo de personas que defienden estos discursos, que también son muy contemporáneos. Yo no siento que la película tenga una moral superior o que trate de dejar ahí un mensaje, sino más bien que lo que busca es incomodar.
-¿La crueldad, que está presente en varias parte del relato, forma parte de esa incomodidad que buscás de parte del espectador?
-Traté de hacer un ejercicio, que era vivir en ese presente; que no se tratara de interpretar ese pasado desde su cotidianidad actual. No creo que me haya centrado en la crueldad, sino de tratar de estar en ese presente, ver a los personajes como personajes de su época, como el Perito Moreno coleccionando cráneos. El nivel de ese horror, de perversidad, era muy alto y no había muchas voces que cuestionaran todo eso, todos justificaron las matanzas de los indígenas.
-En la Argentina la conformación del territorio se dio a partir del Estado, mientras que en la película se desprende que el mismo proceso se dio desde el ámbito privado.
-Bueno, la Tierra del Fuego es una tierra de sacrilegio hasta el día de hoy, tanto en Chile como en Argentina, aún hoy en día es una tierra de explotación de petróleo, de hidrógeno verde, como que los conflictos que se mueven en esa isla no cambian.
En la Argentina es el Estado que promovió las matanzas, pero que hoy se estudia, es parte de la historia oficial y creo que es muy valorable; en cambio en Chile no, las matanzas no son parte de nuestra historia y la participación del Estado en el genocidio es por su silencio y por entregar esas tierras al sector privado. Vos fíjate que mientras esto pasaba en el norte de Chile se empezaba a matar mineros que luchan por sus derechos, entonces creo que fue un comienzo de siglo bastante cruento, que desmiente que la violencia en las dictaduras fuera la primera vez que el Estado fue violento.
-¿Cómo decidiste que el director Mariano Llinás interpretara a Perito Moreno?
-Yo estudié en la Universidad del Cine en Buenos Aires, allí me hice amigo de Mariano, que es director y colaboró en el guion. Me pareció muy interesante que estuviera en el elenco, porque para mí la película es una fiesta del cine, está todo el rato dialogando con los géneros y me parecía que era una manera de hacer un guiño a alguien que nos acompañó en el proceso.
‘Los colonos’ es una coproducción entre nueve países y es muy bonito atravesar estos viajes con amigos, que permite dialogar con las propias películas de Mariano, y también con «Lawrence de Arabia» o «Apocalipsis Now», y tantas otras, al fin de cuentas la única manera de tener al espectador conectado con la película es a partir del cine, de convenciones que uno conoce del cine.
Fuente: Télam
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