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Vicente López
viernes 22 noviembre, 2024

Los asesinos seriales más icónicos que aterrorizaron a las audiencias y marcaron al cine y a la TV

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Los asesinos seriales más icónicos que aterrorizaron a las audiencias y marcaron al cine y a la TV

Norman Bates, Hannibal Lecter y Dexter Morgan son algunos de los ficticios e icónicos asesinos seriales que marcaron la historia del cine y la televisión. Sus huellas fueron impresas por sus particulares personalidades y macabros crímenes, a lo cual contribuyó el público, a través de producciones que buscaron retratar un fenómeno que provoca terror y fascinación en partes iguales.

El prolífico listado, que impone hacer una selección de sus máximos exponentes en el rubro, podría completarse además con otros títulos del género «biopic» que llevaron a la pantalla estremecedores casos reales, en especial desde los Estados Unidos, el país en el cual, por lejos -y por motivos que merecen su propio análisis de corte sociológico-, más se registra este tipo de asesinatos.

En ese sentido, vale mencionar «Monster – Asesina en serie» (2003), la película por la que Charlize Theron obtuvo un premio Oscar por su interpretación de Aileen Wuornos; así como la personificación del infame femicida Ted Bundy realizada por Zac Efron en «Ted Bundy: Durmiendo con el enemigo» (2019).

Ted Bundy: Durmiendo con el Asesino

Por el lado de las series, destaca «Mindhunter» (2017-2019), creación de David Fincher que sigue los germinales trabajos en el FBI sobre asesinos seriales en los ’70 y que muestra a tristemente célebres criminales como Ed Kemper, David Berkowitz o el mismísimo Charles Manson.

Pero la tendencia a ficcionalizar a asesinos seriales y múltiples es lo que quizás dejó una huella más profunda en las culturas populares alrededor del mundo, empezando por «El vampiro negro», la cinta que el legendario cineasta austríaco Fritz Lang dirigió en 1931, considerada por muchos como el inicio oficial de este tipo de personajes en el audiovisual.

Mucho antes de que distintos estudios forenses permitieran comprender mejor las mentes criminales, Lang se basó en el caso real de Peter Kürten, un asesino serial de niños de la ciudad alemana de Düsseldorf, quien, según él mismo admitió, actuaba motivado por el «placer sexual» que obtenía al beber la sangre de sus víctimas.

M, el vampiro de Düsseldorf (1931) de Fritz Lang

Pero ese clásico, además, propuso por primera vez un enfoque que luego sería recurrente en las narrativas que abordan el tema. Y que explora las formas en que los vínculos familiares problemáticos y la corrupción de la sociedad moderna son el caldo de cultivo perfecto para originar a estos homicidas.

En décadas posteriores aparecieron otras obras del estilo, como «La noche del cazador» (1955), dirigida por el inglés Charles Laughton y protagonizada por Robert Mitchum en el rol de un falso sacerdote que desata una cacería para robar una codiciada suma de dinero; o la emblemática «Psicosis» (1960), del maestro del suspenso Alfred Hitchcock.

Psicosis

En la cinta -que tuvo sus sucesoras tanto en el cine como en la TV-, Anthony Perkins dio vida al tímido pero letal Norman Bates, el dueño de un motel con una complejísima relación psicológica con su fallecida madre basado libremente en Ed Gein, otro siniestro asesino serial de la vida real que también inspiró al terrorífico Leatherface de «La masacre de Texas» (1974), de Tobe Hooper.

Un año antes, en 1973, Vincent Price -el rostro de decenas de filmes de terror- fue el vengativo actor Edward Lionheart en «El mercader de la muerte», en la que descargaba su ira uno a uno sobre los críticos de teatro que lo humillaron mediante la imitación de las escenas de asesinatos de las obras de William Shakespeare.

Más tarde, en 1986 y de la mano del cineasta Michael Mann, se trasladó por primera vez al cine al ultraconocido Hannibal Lecter, creado por el novelista Thomas Harris, en «Cazador de hombres», donde el personaje fue interpretado por el escocés Brian Cox.

«Cazador de hombres»

Sin embargo, el doctor Lecter pasaría realmente a la historia con la genial «El silencio de los inocentes» (1991), realizada por Jonathan Demme, la tercera y última película que lograría los «Cinco Grandes» galardones de la Academia de Hollywood y que, gracias a la descomunal actuación de Anthony Hopkins, inmortalizó definitivamente a su sangrienta figura.

Aquel psiquiatra-caníbal, tan sociópata como elegante y un culto amante de la música clásica y la gastronomía, afectó a los espectadores y espectadoras con sus brutales actos, en secuencias provocadoras como aquella en la que alimenta a un sedado Ray Liotta con pequeños trozos de su propio cerebro salteados en manteca y hierbas en la secuela «Hannibal» (2001), de Ridley Scott.

Anthony Hopkins, uno de los asesinos más recordados de las pantallas internacionales.

Anthony Hopkins, uno de los asesinos más recordados de las pantallas internacionales.

Además, el filme de Demme daría paso a otras dos películas sobre el personaje, la precuela «Dragón rojo» (2002), con Edward Norton; «Hannibal, el origen del mal» (2013); y a la serie televisiva «Hannibal», emitida entre 2013 y 2015.

Luego, las producciones, que en los 80 habían virado hacia un tono puramente fantasioso en géneros como el «slasher» y con protagonistas como Jason Voorhees y Freddie Krueger, volvieron a adoptar un clima más cercano al realismo, de suspenso policial, como lo demuestra el ejemplo de «Se7en, los siete pecados capitales», de Fincher.

En esa historia, Kevin Spacey era John Doe, un homicida embarcado en una tarea divina para castigar a quienes él consideraba que hacen del mundo un lugar repleto de vicios, perseguido por la dupla de detectives encarnada por Brad Pitt y Morgan Freeman.
Doe, un típico serial «organizado», seleccionaba a sus víctimas y planificaba con minuciosidad los impresionantes escenarios de sus crímenes, como el de forzar a comer hasta la muerte a un hombre para representar la gula o la mutilación del rostro de una joven modelo para simbolizar la soberbia.

SEVEN (Pecados Capitales)

En tanto, «Psicópata americano», dirigida por Mary Harron y adaptada de la novela homónima de Bret Easton Ellis, llegó en el 2000 para darle un giro tanto a la narrativa como a la perspectiva de la temática, con su seductor Patrick Bateman, interpretado por Christian Bale, en plena «fase áurea» del proceso criminal: sus terribles ataques ocurren en el reino de la fantasía que todo homicida atraviesa mientras gesta su necesidad de matar.

En el apartado televisivo, seis años más tarde irrumpiría «Dexter», la exitosa serie encabezada por el actor Michael C. Hall como el peculiar antihéroe del título, un forense especialista en salpicaduras de sangre de la Policía de Miami que oculta una segunda vida como un asesino que satisface su deseo dando caza a criminales y otras personas de dudosa reputación, guiado por unas reglas morales que contienen a su «monstruo» interior.

«Dexter» fue una novedad que jugó con la empatía de la audiencia a través de su narración en primera persona y los enormes esfuerzos del protagonista por mantener relaciones en apariencia «normales», contrastando con el impacto que puede producir el increíble sinfín de homicidios que comete durante las nueve temporadas que duró la tira.

"Killing Eve", la serie adaptada por la inglesa Phoebe Waller-Bridge y protagonizada por Sandra Oh en el papel de Eve Polastri.

«Killing Eve», la serie adaptada por la inglesa Phoebe Waller-Bridge y protagonizada por Sandra Oh en el papel de Eve Polastri.

Por último, en esa misma línea que busca desafiar a quien mira, y a su vez con la única mujer que integra esta lista, se encuentra «Killing Eve», la serie adaptada por la inglesa Phoebe Waller-Bridge y protagonizada por Sandra Oh en el papel de Eve Polastri, una investigadora que persigue a Villanelle, la psicópata asesina a sueldo interpretada por Jodie Comer, que ganó un Emmy en 2019 por ese rol, y que se hizo un lugar destacado en la grilla a través de sus calculadas y refinadas performances a la hora de matar. Como si de una artista se tratara, Villanelle ve a cada víctima como la oportunidad para estimular sus sentidos y crear una pieza única en su enfermiza colección.

Así, en un ejercicio en el que la ficción a veces logra superar la realidad, la industria audiovisual, alimentada durante décadas por tramas que más de una vez provocaron conmoción y suspiros de espanto, continúa traduciendo un asunto que, por morbo o por curiosidad, no falla en atraer a millones.

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Fuente: Télam

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