La actriz Lorena Vega participa como directora dentro de la experiencia «Teoría King Kong», sobre textos de Virginie Despentes, donde dirige a la actriz Rita Cortese en el segmento «Durmiendo con el enemigo», que se presentará en la sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes los domingos 25 de julio y 1 y 8 de agosto a las 20.
«Teoría King Kong» es un explosivo manifiesto feminista sobre memorias de la cineasta y novelista francesa cuya versión escénica pertenece a Alejandro Maci y que Vega describió a Télam como «un material sobre teoría en relación a género, a violencia, al lugar de la mujer, a una discusión sobre cómo habitamos el modo de los géneros y también un manifiesto feminista, una posición tomada (o una manera de discutir) la forma en que convivimos en nuestra sociedad capitalista, heteropatriarcal».
Está dividida en segmentos unipersonales dirigidos por Mariana Obersztern, Leticia Mazur, Andrea Garrote y Lorena Vega y, en ese orden, las actrices son Muriel Santa Ana, María Onetto, Cecilia Roth y Rita Cortese, con realización audiovisual de Julián Setton diseñada por Maci, iluminación de Agnese Lozupone, vestuario de Ana Markarian y escenografía de Micaela Sleigh, con la colaboración del Institut Français d’Argentine.
«En términos artísticos, teatrales, ‘Teoría King Kong’ es también una puesta del Teatro Nacional Cervantes donde se adaptó el libro en cuatro monólogos, además de su introducción y su epílogo», explicó Vega, una de las actrices, directoras y adaptadoras más rutilantes de su generación, en diálogo con Télam.
Y, resaltó que «la propuesta teatral se ve como monólogos que tienen una conexión entre sí pero que también son unidades propias, que se autoabastecen y pueden verse por separado».
-Télam: ¿Cómo calificarías el espectáculo?
-Lorena Vega: Es una obra literaria que se editó por primera vez en 2006, donde hay un relato que se basa en experiencias personales de la autora, en trabajos sobre su diario personal. También hay un material sobre teoría en relación a género, a violencia, al lugar de la mujer, a una discusión sobre cómo habitamos el modo de los géneros y también un manifiesto feminista, una posición tomada (o una manera de discutir) la forma en que convivimos en nuestra sociedad capitalista, heteropatriarcal, muy acentuada sobre todo a partir del siglo XX.
-Télam: En cuanto a las nuevas pautas y denuncias notorias como la del colectivo Actrices Argentinas, ¿notás cambios en el trato de directores/as en cuando a la mujer/actriz o actriz/mujer?
-LV: Creo que en la actualidad hay otro tipo de reflexión que está instalada y que no es lo mismo el intercambio y el trato entre los directores y las actrices, o entre compañeras, compañeros o compañeres de la actividad. Me parece que el espacio artístico fue de los primeros en tomar la posta para la reflexión sobre las relaciones y los vínculos.
-T: ¿Fue muy maltratada la actriz/mujer en ensayos y funciones, como algo natural en la profesión? ¿Existen directores/as propensos naturalmente al autoritarismo?
-LV: En los últimos tiempos, sin duda, existe un mayor cuidado, cierta comprensión para las llamadas «escenas comprometidas», como los desnudos o la violencia; en particular yo no tuve ninguna experiencia particular traumática ni desagradable con eso. Por supuesto que estoy absolutamente de acuerdo con seguir con las antenas totalmente alertas para que eso no ocurra en ningún espacio de trabajo. Pero fuera de duda, me parece que ahora la mirada sobre esa cuestión es totalmente otra que hace unos años, mucho más atenta y despierta en los equipos de trabajo.
-T: ¿Cómo surgió tu trabajo con Rita Cortese? ¿La elegiste o se eligieron? ¿Y por qué?
-LV: La curaduría del ciclo la hace el Cervantes, que eligió las actrices y cada actriz eligió su directora. Yo tuve el honor de que me eligiera ella y a partir de eso yo elegí al músico, Agustín Flores Muñoz, a quien ella recibió con mucha apertura y del que ya se hizo amiga. El trabajo con Rita fue de sumo intercambio, absoluta nutrición, de aprendizaje enorme y codo a codo. Con toda su experiencia propuso cosas y detectó cuestiones en el material, que hacían crecer lo que teníamos. Y a la vez me sentí muy escuchada, lo mismo que con Agustín, porque la puesta tiene que ver con la sonoridad y en ese sentido fue muy gustoso hacerlo.
-T: Tu experiencia te llevó a diversas tareas además de actriz: dramaturga, dramaturgista, directora, etcétera. ¿Cómo viviste esa experiencia en relación a vos misma y a las otras?
-LV: Mi experiencia personal y cómo la viví en cuanto a mí misma y a otras actrices mujeres fue muy satisfactoria, porque entiendo que el trabajo que hacemos incluye dificultades y problemas tanto artísticos como de vinculación y que eso es nutrición para lo que estamos investigando.
Porque en definitiva el arte, en este caso las artes escénicas, son en algún punto un espacio de reflexión sobre la condición humana. No significa que aborde los materiales pensando en el «mensaje» ni en el «postulado filosófico» de lo que estoy haciendo; yo siempre trabajo la materialidad tratando de investigar el sentido, pero por supuesto que sé que de fondo lo que estamos haciendo es un buceo, una especie de investigación sobre la humanidad que somos.
En ese sentido trato de tener una actitud receptiva con lo que pasa, lo que ocurre me parece beneficioso y en cualquiera de los roles que habito me siento privilegiada por estar siempre haciendo trabajos muy ricos humana y artísticamente.
Fuente: Télam
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