Como ya es costumbre, el arte abre sus puertas en el Bajo San Isidro. El fin de semana del 30 de noviembre y el 1 de diciembre, de 14:00 a 20:00, se llevará a cabo esta iniciativa gratuita donde artistas abrirán sus talleres para que los visitantes recorran sus lugares de trabajo y descubran en detalle sus obras.
Organizado por la Subsecretaría General de Cultura de San Isidro, habrá medio centenar de espacios culturales y 200 artistas en escena y en acción, distribuidos por todo el Bajo San Isidro.
Es un evento no sólo para disfrutar del arte en muchísimas expresiones, sino también una oportunidad única para ingresar en los atelieres de esa legión de artistas del Bajo que abrirán esos espacios tan íntimos con total generosidad. No faltará la música en vivo ni ese sello tan propio del festival de cita colectiva que se prolonga tanto como los anfitriones dispongan, comentó Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura del municipio.
Mucho para ver puertas adentro, en atriles y en paredes, y también en veredas y en pintorescos jardines, donde el entorno, más allá del arte, es un paseo en sí mismo. Y también mucho para hacer bajo la guía de los dueños de casa y de sus colegas invitados. Todo en 46 espacios, nada menos, tan variados como atractivos, desde atelieres, un misterio para muchos, un colegio, una fundación y un museo hasta sitios comunales donde el arte se respira a diario.
Sin suspensión por lluvia, la movida reunirá a más de doscientos artistas, incluidos muchos músicos que se moverán del reggae al tango a la par de las pinceladas, entre pinturas, esculturas, joyería, fanzine, tattoo, fotografía, cerámica, performances, demostraciones de torno alfarero e instalaciones lúdicas e interactivas para tocar, encastrar, manipular y construir, y más, mucho más.
Un buen punto de partida será la Delegación Municipal San Isidro Bajo (Lasalle 699), donde además de la muestra de fotografía colectiva El Bajo y su gente, y de música en vivo y degustación de vinos (ambos días, a las 16), se brindará información del evento y se podrá retirar el mapa con todas las locaciones. A una cuadra, desde las 14:00 y cada media hora, saldrá el trencito gratis con 20 estratégicas paradas para aprovechar el evento al máximo y no perderse nada. Y con idéntica intención, alumnos de turismo del OTT College guiarán y asesorarán al público en algunas paradas y en todo lo que haga falta.
También en auto, a pie o en bici, la consigna siempre será ponerse en acción. Para eso, como se dijo, talleres para todos los gustos, desde encuadernación de libros, serigrafía, aerografía y collage hasta soldadura eléctrica aplicada a la escultura, introducción al reconocimiento de plantas y arbustos con iniciación al tejido de entramado y una intervención de un árbol de Navidad con material reciclado, entre muchos otros. Y como el buen beber también es un arte, y se viene el verano, no faltará clases de coctelería y de tragos para piletear.
Entre tanta oferta, un circuito con sello propio, Constelación basura, formado por artistas del festival interesados en la situación del medioambiente que trasladan al arte su preocupación por el presente y el futuro del planeta. Un recorrido que tendrá como punto central al Taller de la Ribera, donde Pedro Aparicio y otros artistas montarán la instalación Basura, y también al Club de Pesca y Náutica Las Barrancas (Camino de la Ribera 398), donde se exhibirá obra de los cinco talleres involucrados en esta iniciativa.
La municipal Central de Procesos (Libertador 16.208) invitará con 500+50 Proyecto Utopía, de Joaquín Fargas. Un desafío para crear y jugar en familia pensando en posibles soluciones al problema del medio ambiente en mesas colmadas de imanes, tornillos, alambres y otras piezas. También bajo la órbita comunal, el Museo Beccar Varela (Adrián Beccar Varela 774), será espacio de información de todo el evento y se convertirá en el mejor sitio para una práctica con máquinas de fotografía placeras (el 30, de 15:00 a 18:00) y dejar la casona histórica con una foto propia como las de antes y lejos de las selfies.
En síntesis, un fin de semana para dejarse llevar por la creatividad de un barrio ribereño pintoresco, amable y con una gran variedad de opciones gastronómicas para endulzar la salida. Un barrio que hace rato le abrió las puertas al arte, incluido el del saber recibir, acompañar y estar con el otro.
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