La segunda temporada de «Las cosas maravillosas», unipersonal dirigido este año por Mey Scápola y con Lali González como primera protagonista de una saga que, según la directora, «refleja cómo más allá del dolor la vida puede ser una fiesta», se estrena este lunes en el porteño Multiteatro.
«Yo quiero destacar la mirada luminosa, optimista y compasiva de la vida que tiene esta obra. Estamos muy acostumbrados a no aceptar los momentos felices y a desconfiar hasta cuando todo sale bien», expresó González en una charla con Télam.
«Se va a diferentes lugares donde el espectador está invitado a viajar por esta historia y salir de la sala de un modo reflexivo. Rescato que tratamos de ponerle picardía y algo de comedia para trabajar todo ese contraste», agregó la actriz paraguaya que brilló en el filme «7 Cajas», protagonizó la ficción «La 1-5/18» en eltrece y hoy conduce en esa pantalla el ciclo «¿De qué signo sos?», entre otros trabajos.
Con texto de Duncan Macmillan y Jonny Donahoe, y adaptación de Pablo Gershanik, el unipersonal que cuenta con una puesta muy austera narra un tema universal donde se reflejan las luces y sombras de la vida a partir de un personaje que encara una lista de cosas o de pequeños momentos hermosos para una madre que sufre depresión.
«Es una propuesta que refleja cómo más allá del dolor la vida puede ser una fiesta o que a pesar de las complejidades que se nos presentan las cosas pueden ser hermosas, porque el dolor va acompañado del amor y la tristeza nunca es total», contó Scápola, quien participó de ficciones como «Guapas», «Graduados», «Educando a Nina» y «Simona».
La pieza se estrenó en Argentina en 2022 con Peter Lanzani como protagonista bajo la dirección de Dalia Elnecavé, y este año contará con un elenco rotativo, que cambiará cada ocho semanas, y luego de Lali González será Franco Masini quien encabece la puesta, que sube a escena los lunes y martes a las 20 en la sala ubicada en avenida Corrientes 1283.
-¿Qué las motivó a ser parte de esta propuesta?
Mey Scápola: La vi el año pasado y me encantó el texto, me pareció un «ejercicio» teatral, un proceso maravilloso para un director porque no tenés más que un actor o una actriz y un texto. La obra pide que no haya elementos escenográficos, ni utilería, nada que remita al teatro y que la gente esté incorporada en la propuesta. La cuarta pared está rota desde que la gente entra. Les pido a los actores que además de contar el cuento tienen que decirle al espectador que va a participar, que es parte, si bien no es una obra interactiva, ni inmersiva, palabras a las que les huyo.
Lali González: Hace mucho tiempo que no hago teatro de texto. Cuando empecé a leer y a investigar sobre la obra realmente me llamó mucho la atención, me empezó a mover cosas y a llevar a otros lugares porque es bastante conmovedora y difícil. Es un texto fuerte, un camino a la resiliencia, que me tocó fibras y lugares que desconocía como actriz, como mujer, como mamá, y me llevó lejos de mi zona de confort que son los shows, el stand up o la comedia y hoy doy gracias que este trabajo tenga mi cuerpo y mi voz.
Para mí hay un antes y un después a partir de esta obra, fue volver a mi esencia y a mí formación, a cuando decidí dedicarme a la actuación y soltar el Derecho, porque soy abogada también, trabajé en el Poder Judicial de Paraguay. Hoy miro para atrás y digo en qué momento hice tantas cosas (risas).
-Mey, mencionás que se rompe la cuarta pared en la obra, ¿cómo?
Mey: Desde el primer momento cuando la actriz o el actor recibe al espectador en la sala, los ubica en las butacas y les dice «me ayudan a contar un cuento» o «quieren ser parte de algo que les voy a contar». La narración es totalmente con la cuarta pared derribada. La gente tiene que sentir que los estamos invitando a venir a casa un rato.
-¿Qué destacan de este unipersonal?
Mey: Tiene una emocionalidad muy particular, supongo que es por algo del vínculo entre padres e hijos. Si algo duele hay que seguir, la vida duele un montón pero también puede ser bella. Lo conmovedor del texto es cómo salva al personaje hacer algo por el otro, cómo transforma a uno hacer algo por alguien que ama. Todo lo que hacés para que la vida sea un poco más amorosa y liviana. Es una obra que te invita a estar en el presente, como dice Lali, y para mí termina siendo una historia de amor.
Lali: Esta obra me puso más atenta, más presente, porque yo me considero a veces una persona un poco fría, que está a la defensiva con todo, y este papel me llevó a un lugar más vulnerable, sobre todo ahora que me toca vivir en una ciudad tan grande (Buenos Aires) y con trabajos más intensos, entonces me ayudó a pararme de otra forma.
-¿Cómo describen al personaje?
Mey: Es un narrador, un personaje completamente empático, muy vulnerable, y todo eso no va en desmedro de lo esperanzador, es de esas personas que no se regodean en el conflicto que tienen, sino que son realmente luminosas.
Lali: Como un desafío, un reto. No es un personaje que tiene una forma de hablar, de caminar, es una Lali que se desnuda completamente a diferencia de la tele. Soy una narradora que le estoy contando algo al público, creando un espacio, aromas, sola en el escenario. Es uno de los trabajos más difíciles de mi carrera.
-¿Cómo interviene el humor en un tema delicado como la salud mental?
Mey: Todos los temas se pueden tratar con humor pero siempre con distancia. En este caso es un adulto narrando lo que le pasó a los siete años y cómo lo atravesó, entonces al haber pasado 20 años de lo ocurrido está esa distancia. Se cuenta cómo esa lista la acompañó toda la vida y que en ella había muchos momentos graciosos y otros que van más abajo. Dirigir esta obra es como un electrocardiograma, la obra sube y baja todo el tiempo como imagino yo que una persona con todos esos miedos y con problemas de salud mental también lo hace.
Lali: Tiene que ver con esa frescura y complicidad que se tiene con el público a la hora de hacer unipersonales, ese contacto con ellos, desde un lugar amoroso y pícaro. Es importante el cómo se cuenta, el color con el que lo hace cada actor y yo vengo de hacer comedia en teatro, esta es mi primera obra dramática y la hago como soy yo, de forma simpática, pícara, sincera y real.
-Mey, ¿cómo experimentás trabajar con un elenco rotativo y qué tuviste en cuenta para elegir a los intérpretes?
-La gente que pensé en convocar tenía que tener algunas características, quien sea que haga esta experiencia tiene que mostrar un lugar profundamente amoroso.
Soy de las que pienso que como directora tenés que enamorarte de quien estás dirigiendo, metafóricamente. Estoy ensayando con tres personas al mismo tiempo y con cada uno es un proceso distinto. Si bien tengo una base, a cada uno le tengo que poner el ingrediente que mejor quede con ese actor, con uno tengo que laburar más la vulnerabilidad, con otro que no sea tan solemne o la profundidad y con otro la voz, y así con todos. Es complejo y enriquecedor a la vez.
-Lali, ¿cómo vivís el rol de conductora en un canal como eltrece?
-Mi carrera se volcó mucho más al cine y recién en los últimos dos años a la televisión. Para ser conductora en Argentina tuve que aprender cosas nuevas porque nunca lo había hecho, no tenía mucho contacto con la televisión o por lo menos antes no quería.
Este es otro costado en el necesite tener las agallas para ponerme al frente de un programa con doce figuras que me acompañan día a día y cinco participantes, pero lo estoy disfrutando, es el momento en el que me mato de risa con las cosas que pasamos.
-¿Tienen otros proyectos?
Mey: Escribí la obra de teatro «Simón» y fue elegida para que sea una miniserie en una plataforma. Estoy como guionista y directora adaptando mi texto teatral al formato serie.
Lali: Me salió también una película de la productora de Ricardo Darín y hay escenas que se graban en Paraguay, entonces tengo que estar yendo y viniendo. Es de Netflix y la dirige Sebastián Borensztein, con Griselda Siciliani, Joaquín Furriel y el Puma Goity.
Fuente: Télam
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