El Ministerio de Cultura recordó este martes, en el Día de la Bandera, la restauración de la Bandera de Macha que perteneció al ejército que hizo la campaña del Alto Perú al mando del general Manuel Belgrano y actualmente forma parte del patrimonio del Museo Histórico Nacional (MHN) donde se exhibe desde el Bicentenario de la Revolución de Mayo y afirmaron que es una de las banderas más antiguas que se conservan.
La historia comenzó en 1883 cuando el padre Martín Castro, en Titiri, quitó dos telas enrolladas que rodeaban unos cuadros: las telas, de color celeste y blanca, resultaron ser banderas.
Titiri es un paraje de la localidad de Macha, actual Bolivia, donde Manuel Belgrano montó su cuartel general tras la batalla de Vilcapugio.
Según los indígenas de la zona a quienes se consultó luego del hallazgo, fue el cura Juan de Dios Aranívar, amigo de Belgrano, quien escondió las banderas tras la retirada del ejército revolucionario.
Por su gran tamaño, se supone que las banderas encontradas no se llevaban a la batalla, sino que quedaban fijas como banderas de artillería o para indicar el lugar de reunión de los ejércitos.
Desde 1896, el MHN conserva una de esas banderas, la que tiene los colores ordenados como la actual bandera nacional.
La otra, blanca celeste blanca, se encuentra en el Museo Casa de la Libertad de Sucre (Bolivia) y, según explicaron, que los colores estuvieran en distinto lugar es una muestra de que lo que «importaba eran los colores para que los ejércitos pudieran identificarse».
Restauración de la Bandera de Macha
Probablemente, la bandera estuvo en exhibición desde que ingresó al museo, pero por desconocimiento de la época, las condiciones ambientales y de iluminación no fueron las adecuadas y, por ejemplo, recibió la radiación por iluminación natural durante muchos años, lo que le provocó daños irreversibles como fragilidad estructural, ataque de insectos y alteración cromática general.
En ese contexto, el MHN diseñó un proyecto para la restauración y puesta en valor de la Bandera de Macha, que se llevó a cabo entre junio de 2007 y diciembre del 2009, y terminó con la exhibición en una vitrina nueva realizada de acuerdo a normas de conservación, en mayo de 2010 para el festejo del Bicentenario de la Revolución de Mayo.
El proyecto estuvo a cargo de las restauradoras textiles Patricia Lissa y María Pía Tamborini, y las asistentes fueron tres alumnas de la Carrera de Conservación y Restauración de la Universidad del Museo Social Argentino (UMSA), María Sol Barcalde, Laura Solazzi e Ivana Rigacci.
La idea del tratamiento era estabilizar al textil, y para conseguir ese objetivo se siguieron los criterios de restauración de mínima intervención, reversibilidad y la utilización de materiales estables de conservación.
También, consolidarla para darle estabilidad física estructural y la lectura estética apropiada para su exhibición en condiciones adecuadas.
Para hacer la restauración, se montó un taller dentro del museo, con una ventana de vidrio abierta a las salas para que el público pudiera observar el proceso.
Durante la primera etapa, se realizó el descolgado y desmontaje del marco de exhibición, remoción del forro trasero y limpieza superficial.
Posteriormente, se documentaron fotográficamente los deterioros antes de proceder a descoser y retirar el forro que se rasgó totalmente.
En la segunda etapa, fue posible evaluar la dimensión del deterioro una vez retirado el forro trasero que permitió separar las franjas para su consolidación por separado sobre una nueva tela de soporte al tono de cada una.
La tercera etapa significó la consolidación individual de cada franja con hilo de seda «encapsulando» los fragmentos de seda original entre una tela de soporte y cubrirlos con una tela de protección cosiendo alrededor de los fragmentos con aguja curva e hilo de seda al tono.
La reunión de las tres franjas, el forrado y montaje se llevaron a cabo en la etapa final.
Para la exhibición se construyó una vitrina museológica con materiales seguros o de conservación y en plano inclinado.
La bandera fue colocada en la vitrina donde se exhibe en forma horizontal en un ángulo de 30 grados, además de disponer de un control de iluminación, humedad relativa y temperatura en la vitrina donde se expone al público.
Belgrano no imaginó que la bandera se convertiría en el «emblema de una nación», dijo historiadora
La historiadora Marcela Ternavasio aseveró que Manuel Belgrano, al crear la bandera argentina en 1812, «no imaginó que se convertiría décadas después en el emblema de una nación» y explicó que la conmemoración de este símbolo patrio como efeméride nacional se dio más de un siglo después de su creación, gracias a que Bartolomé Mitre recuperó la obra del prócer, al celebrarse este martes el Día de la Bandera.
Ternavasio, que investiga sobre política, historia y cultura en Iberoamérica en el siglo XIX en el Instituto de Estudios Críticos en Humanidades (IECH, CONICET – UNR), comentó que Belgrano no previó las consecuencias que tendría la creación de la bandera celeste y blanca a orillas del río Paraná, en el pequeño poblado de Rosario, el 27 de febrero de 1812.
«Él ordena izar y jurar esa bandera que por supuesto no imaginó que se convertiría décadas después en el emblema de una nación argentina tal como hoy la conocemos. En ese entonces, era un emblema patriótico para insuflar entusiasmo entre los soldados en torno a la causa revolucionaria y, fundamentalmente, para tener un distintivo de los diversos ejércitos que se enfrentaban en el campo de batalla», señaló la historiadora.
Belgrano murió el 20 de junio de 1820 como creador de la bandera nacional, pero la incorporación de esta fecha como efeméride nacional se dio más de un siglo después, en 1938.
Para ese entonces, hacía mucho tiempo que la figura de Belgrano estaba consagrada en el panteón de héroes de la patria pero fue Bartolomé Mitre, en su libro «La Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina», «el responsable de cristalizar la narrativa fundacional y el mito de los orígenes de la Revolución Argentina, colocando en el centro de ese mito a Manuel Belgrano y otorgándole un lugar primordial a la bandera», aseveró Ternavasio.
El homenaje a Belgrano llegó recién al año siguiente de su muerte, en julio de 1821, cuando se organizaron los homenajes fúnebres, con un ostentoso ceremonial, con la participación de batallones militares, con misa en la Catedral, y una numerosa concurrencia.
«Se podría decir, que es en ese tardío funeral donde comienza a construirse muy gradualmente la memoria del prócer como el creador de la bandera. El mito de Belgrano como creador de la bandera surge más tarde, y se instala décadas después la idea de Rosario como cuna de la bandera», afirmó la investigadora
Por último, Tervasio explicó que la Revolución de 1810, cuando Belgrano tenía 40 años, fue un punto de inflexión para su vida.
«El punto de inflexión que tienen en la vida de Belgrano, como en la de todos sus compañeros de ruta, los hechos de revolucionarios es fundamental para entender el rol que pasó ocupar a partir de allí», aseveró Tervasio y recordó que en el primer gobierno patrio la Primera Junta no lo colocó a Belgrano en el lugar del político de la nueva gestión revolucionaria, sino que lo desplazaron hacia el nuevo rol de comandar ejércitos.
Fuente: Télam
Déjanos tu Comentario!