En el año 2007, después de dos años de difundir una intensa campaña, Greenpeace y más de cien organizaciones sociales, ecologistas, académicas, campesinas e indígenas de todo el país, entregaron al Senado de la Nación un millón y medio de firmas de argentinos y argentinas que reclamaron por el urgente tratamiento de la Ley de Bosques (26.331).
Su sanción fue un avance sin precedentes en materia ambiental y un ejemplo de la importancia de la participación ciudadana que logró superar el poderoso lobby en su contra desde el sector agropecuario. Esta es la historia de una Ley que hoy se encuentra en peligro debido a las modificaciones propuestas en la Ley Ómnibus.
El nacimiento de la ley que protege nuestros bosques
La campaña por la sanción de una Ley de Bosques comienza cuando desde Greenpeace comprendimos la urgencia de resolver los problemas de deforestación en nuestro país en un contexto de emergencia forestal absoluta.
Si bien habíamos logrado victorias importantísimas desde la década del 90 y una muy grande como fue la de la Reserva Provincial Pizarro (creada a fines de 1995 para resguardar uno de los últimos sectores conectados de Bosque Chaqueño y Selva de Yungas), mientras “salvábamos” un caso se multiplicaban otros a lo largo de Argentina por la epidemia de desmontes para expandir la frontera agrícola :
- se desmontaban 300.000 hectáreas de bosque nativo por año, el equivalente a 40 canchas de fútbol por hora
- cada dos minutos desaparecía una manzana de bosque en el país.
Cuando desde la organización conocimos la existencia de un proyecto de Ley de Bosques creado por el diputado Miguel Bonasso (que estaba por presentarse) pudimos, junto a otras organizaciones ambientalistas, proponer algunos cambios para mejorarlo y que se transformara en un proyecto bisagra que realmente cambiara la gravísima situación de los bosques en la Argentina.
Fue entonces cuando comenzó un largo camino del proyecto a la Cámara de Diputados, con dificultades en las comisiones:
-A fines del 2006 la ley pasó a su tratamiento artículo por artículo. Pero, mientras tanto, las topadoras no descansaron y seguían destruyendo nuestros últimos bosques nativos. Algunas provincias, como Salta, aumentaron significativamente la tasa de deforestación, anticipándose a la ley que regularía los cambios de uso de suelo.
-Lamentablemente nos encontramos en 2007 con la ley nuevamente trabada. A pesar de que había sido aprobada en general, faltaba su aprobación artículo por artículo en la Cámara de Diputados.
-Pero, gracias a la presión de nuestros ciberactivistas y con los llamados y reclamos que muchas personas realizaron a diputados y al gobierno, se logró un compromiso de tratamiento para la primera sesión del año. Y allí el proyecto fue, finalmente, tratado artículo por artículo respetando el espíritu original de la norma.
-Después de esto la ley fue girada a seis comisiones del Senado en un intento de dilatar su tratamiento.
-Fue entonces cuando aparecieron varios proyectos que se denominaban “protección de los bosques” pero que, en realidad, lo que trataban era de trabar nuestra ley de bosques, la ley que estábamos apoyando junto a gran parte de la sociedad argentina.
-En ese momento decidimos iniciar una serie de protestas durante el año, muchas de ellas tuvieron que ver con el hecho de que los senadores “dormían” la ley y que era necesario que se despertaran.
Y esto lo hicimos con nuestros voluntarios de Rosario, nuestros voluntarios de Córdoba y con el resto de la gente que nos apoyaba en todo el país demostrando que la necesidad de una ley de bosques era algo que nos afectaba a todos y que gran parte de los argentinos estábamos preocupados por este tema.
-A pesar de los múltiples reclamos y protestas la ley no se aprobaba.
Entonces decidimos lanzar la campaña “Un millón de votos por los Bosques” que contaba con la ventaja de poder llegar a mostrar un número concreto a los senadores, mostrar que éramos muchos los argentinos y argentinas que queríamos una Ley de Bosques.
Se creó una página web con una petición online, se armaron grupos llamados “puntos verdes” que salieron a juntar firmas con planillas en las calles, en escuelas, en plazas. Internet ayudó a que,paso a paso, se pudieran realizar acciones de acuerdo a la respuesta de la gente, invitando a las personas a acciones de participación ciudadana, a que se involucraran en las protestas.
Toda la fuerza comunicacional de la organización se unió para esta campaña: televisión, gráfica, internet y la aparición de personalidades como León Gieco y Lalo Mir como referentes mediáticos.
También se pautó publicidad online y se contó con el apoyo de otras organizaciones, foros, comunidades de “bloggers”, newsletters ambientales. Todo sumó a la viralización de la campaña.
Los senadores se sintieron muy observados y ni bien se generaba alguna novedad en el tratamiento legislativo que no era buena para la ley, enseguida lo comunicábamos y la gente reaccionaba. Esta acción mostraba a las personas que la participación funcionaba para presionar y al mismo tiempo hacía saber a los legisladores que cuando la gente está informada y se une para lograr algo ellos tienen que dar cuenta de su trabajo.
Con esta fuerza, a las dos semanas de la convocatoria ya habíamos llegado casi a la mitad de firmas objetivo, la campaña tuvo una velocidad muy rápida.
Y, de esta manera, en tan solo 2 meses, junto a más de cien organizaciones sociales, ecologistas, académicas, campesinas e indígenas de todo el país, superamos ampliamente el millón de firmas. Fueron 1 millón de manera digital y 500.000 a través de la firma manual de planillas.
Estas firmas fueron entregadas al Senado, que, junto a la Secretaría de Medio Ambiente, se comprometió a tratar la Ley de Bosques en noviembre.
-Finalmente, en una sesión maratónica el 28 de noviembre de 2007 se sancionaba la ley N°26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos.
La Ley de Bosques se elaboró con el objetivo de “promover la conservación mediante el Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos y la regulación de la expansión de la frontera agropecuaria y de cualquier otro cambio de uso del suelo; e implementar las medidas necesarias para regular y controlar la disminución de la superficie de bosques nativos existentes, tendiendo a lograr una superficie perdurable en el tiempo”.
La norma establece:
1) moratoria a los desmontes hasta que cada provincia realice un Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos participativo;
2) obligatoriedad de realizar un Estudio de Impacto Ambiental y una audiencia pública antes de autorizar un desmonte;
3) respetar los derechos de las comunidades indígenas y campesinas sobre los bosques que utilizan;
4) prohibición de la quema a cielo abierto de los residuos derivados de desmontes o aprovechamientos sostenibles de bosques;
5) fondos para la protección de los bosques nativos.
Fue un hito para el medio ambiente en Argentina. Por primera vez, una ley defendía ecosistemas y fijaba un mínimo de protección que debía ser respetado en todo nuestro territorio.
-La Ley de Bosques fue reglamentada recién un año después de su sanción y luego de que se produjera un alud en la ciudad de Tartagal (Salta) provocado en gran medida por la altísima deforestación de la región.
Y todo esto sucedió gracias a la presión que hicieron un millón y medio de argentinos y argentinas que reclamamos todos juntos por una ley de bosques que hoy es una realidad y que vamos a defender desde Greenpeace.
La Ley de Bosques hoy
A más de quince años de su implementación, podemos destacar que todas las provincias realizaron el Ordenamiento Territorial de sus Bosques Nativos, prohibiendo los desmontes en casi el 80% de las zonas forestales del país. Sin embargo, los ordenamientos de Formosa, Corrientes y Buenos Aires fueron muy cuestionados por dejar amplias zonas habilitadas para el desmonte.
Por otra parte, los mapas de ordenamiento territorial no se realizaron mediante procesos efectivamente participativos, que garantizaran el acceso a la información y a los talleres de toda la población interesada, sobre todo de pueblos originarios y comunidades campesinas. También es importante resaltar que muy pocas provincias realizaron la actualización de sus Ordenamientos, que según la reglamentación de la ley debe hacerse cada 5 años.
Si bien desde el año 2014 se evidencia una disminución de la deforestación, cercana al 40% respecto al promedio durante la década previa a la Ley de Bosques, la mitad aún se realizan donde no está permitido. A eso se suma que, desde 2020 la gran cantidad de incendios forestales produjo un crecimiento importante de la pérdida de bosques nativos. Se estima que el 95% se producen por factores humanos (intencionalidad, accidente, negligencia); y el cambio climático y la sequía aumentan su intensidad y severidad.
En este escenario dar marcha atrás con la Ley de Bosques es muy grave. Es un retroceso inadmisible considerando que Argentina firmó un compromiso de Deforestación Cero para el año 2030. Sin ley de bosques perderíamos aún más hectáreas.
Hoy más que nunca es necesario comprender que ningún futuro ni desarrollo será posible y beneficioso para los argentinos, sin la protección del medio ambiente. Los desmontes deben llegar a su fin, deben ser penalizados, lo mismo que los incendios intencionales.
Fuente: Greenpeace
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