Texto: Ornella Rapallini. Fotos: Eliana Obregón.
En el Día Nacional de la Medicina Social, que conmemora el nacimiento del doctor René Favaloro, profesionales que ejercen y estudian esta especialidad conversaron con Télam para comprender su importancia, conocer a sus referentes a largo de la historia, y reflexionar sobre sus potencialidades en pandemia.
El Día Nacional de la Medicina Social fue impulsado a partir de la Ley 25.598 del 2002.
Antes de alcanzar el prestigio internacional en la medicina cardiovascular y crear la Fundación y la Universidad que lleva su nombre, Favaloro ejerció la medicina rural durante 12 años en Jacinto Arauz, un pueblo de la provincia de La Pampa, legado que transmitió a las futuras generaciones profesionales.
Raquel Vázquez, médica clínica egresada de la primera promoción de la Universidad Favaloro en 1998 y hoy docente en la misma institución, tiene a su cargo, la coordinación de la práctica final obligatoria del último año de la carrera de Medicina, a la que denominan «rotación rural».
René Favaloro fue el creador de esta práctica y su objetivo, detalla Raquel a Télam, «era que los egresados incorporen una mirada social y devolver a la sociedad el conocimiento adquirido para educar y prevenir enfermedades».
(FI)Entre los legados fundamentales de René Favaloro está el trato personal, humano y respetuoso hacia las personas, basándose siempre en el rigor científico y ponerse del lado del paciente para ayudarlo en lo que necesite.(FI)
La medicina social «tiene que ver con actividades de prevención primaria de las enfermedades y atención oportuna», explicó la doctora a Télam. Y agregó que se vincula a lo rural «porque hay lugares muy alejados de los centros urbanos, donde las personas no llegan al hospital por falta de recursos económicos o de movilidad».
En 1998, como alumna, Raquel realizó la primera práctica de rotación rural de la Universidad Favaloro y viajó a la ciudad de Orán, en la provincia de Salta, donde estuvo dos meses en un hospital que realizaba campañas para visitar parajes muy alejados.
En esta experiencia, Raquel durmió en escuelas y visitó poblados pequeños donde no llegaba la medicación ni había farmacias.
«Todo había que llevarlo, controlar embarazadas, recién nacidos y aplicar la vacunación», contó.
Entre los legados fundamentales que le transmitió Favaloro y que ella a su vez transmite a sus alumnos/as está el trato personal, humano y respetuoso hacia las personas, basándose siempre en el rigor científico y ponerse del lado del paciente para ayudarlo en lo que necesite.
Camila Abud (28) es residente de segundo año de Cardiología de la Fundación Favaloro e hizo la práctica de rotación rural hace tres años. En su caso, viajó a Frías, en la provincia de Santiago del Estero.
Allí estuvo durante tres meses viviendo en un hospital y recorrió distintos pueblos que no contaban con agua potable, ni luz y «si no íbamos no tenían forma de llegar a la salud», dijo a Télam.
En ese lugar, aprendió «nuevas maneras de resolver situaciones sin tener toda la aparatología que tenemos la suerte de tener en Favaloro».
«Nos encontramos con realidades muy diferentes -rememora Camila-: nenes con lesiones de hace días que se la aguantaban sin antibióticos; y si tenían una urgencia como apendicitis no contaban con la plata para pagar el traslado ni la intervención».
La promoción de Camila recorrió casa por casa para relevar cuál era la problemática de salud más importante, detectar las enfermedades prevalentes de la salud de cada lugar y determinar si tenían relación entre ellas.
También dio clases de educación sexual y primeros auxilios, en las que al finalizar juntaban preguntas anónimas en papelitos.
«Las cosas que surgían eran fuertes -relata la residente-, nenas que preguntaban si era normal tener relaciones entre familia, y ahí había que detectar si había casos de violación en un contexto de alta tasa de embarazo adolescente por abuso intrafamiliar».
La radio fue otra aliada para promover la prevención.
«Hablábamos de problemas de salud en un programa y la gente llamaba y hacía preguntas al aire», completa Camila, mientras destaca la importancia de la práctica porque «conocer esto te vuelve diferente, te vuelve consciente».
«Uno de los legados que me dejaron mis profesores -afirma Camila- es nunca dar por sentado lo que el paciente entiende y explicar todo».
Con la pandemia, la práctica de rotación rural de la Universidad Favaloro en las provincias se suspendió, pero la práctica se readaptó como voluntariado dentro del hospital con los alumnos más avanzados, quienes colaboran con enfermería y en distintas especialidades.
Otra alumna, Carla Settepassi (28), está cursando el último de la carrera de medicina, participa del voluntariado y contó a Télam: «Controlamos los signos vitales a los pacientes internados, generamos vínculos, saben que siempre va a alguien de voluntariado a hablarles, nos cuentan su vida, es otra relación la que se forma con el paciente al tener más tiempo en el hospital y haciendo esas cosas básicas».
«De lo que me cuentan, si veo que algo es relevante para el caso, se lo transmito a los médicos de planta o al enfermero si es algo que ellos pueden ayudar en el momento, por ejemplo, dolor de cabeza, angustia. Cada paciente tiene una historia diferente», completa la estudiante.
Por su parte, Micaela Anastasi (32), otra voluntaria del último año de la carrera, dice que «desde el principio nos transmiten la importancia del respeto, tocar la puerta, y cuando uno revisa al paciente respetar la integridad del otro» y que «en el voluntariado las enfermeras nos agradecen todo el tiempo y en realidad nosotras les agradecemos a ellas».
Al finalizar, destacaron a Télam la importancia del paradigma biopsicosocial que se aborda desde el primer año de carrera y que la Universidad está impulsando hace dos años la aplicación de la perspectiva de género, a través de un observatorio, capacitaciones, diplomatura y la revisión de todos los programas de las carreras de la facultad de Ciencias Médicas.
Fuente: Télam
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