«Noh», película documental que se estrenó este domingo en salas, comenzó como el registro de un grupo de argentinos de una experiencia teatral en Japón para mutar en un filme sobre la tradición y los cambios que se producen en la modernidad.
La película, dirigida por Ignacio Ragone, Juan Fernández Gebauer y Marco Canale, surgió como una idea en Buenos Aires y se extendió a la preparación de una obra teatral en Tokio, a donde el equipo de filmación viajó en un intrépida experiencia en la cual lo exótico y lo tradicional se mezclaban con la inminente demolición de un teatro noh (una antigua forma de teatro nipón). Todo esto, atravesado por la barrera casi infranqueable del idioma y la edad.
La película tuvo su estreno en el Centro Cultural Recoleta, reducto donde se proyectará el 3 de agosto, el 3 de septiembre y el 5 de octubre. En tanto que a partir de este jueves, «Noh» formará parte de la cartelera del Cine Gaumont.
Un rodaje accidentado
«En medio del rodaje, el mundo fue golpeado por la Covid-19, lo que añadió una capa adicional de complejidad y significado a nuestra película. De repente, ese virus se volvió una amenaza y nos vimos obligados a adaptarnos y cambiar nuestras estrategias. Fue un momento de incertidumbre y temor, pero los actores decidieron valientemente continuar con la película», dijo a Télam Gebauer sobre el filme que tuvo su premiere en la edición 2021 del Festival de Mar del Plata.
«El rodaje -agregó el director- se convirtió así en un testimonio de la resistencia frente a la adversidad. A través de la película, exploramos la fragilidad de la existencia y la belleza de la vida, destacando la importancia de la conexión humana». El elenco elegido, fue un grupo de veinte japoneses de entre 60 y 80 años, lo cual le daba cierta complejidad ante una enfermedad que atentaba, justamente, contra la tercera edad.
Sin embargo, la idea surgió bien lejos de Japón. Fue en la Villa 31, donde Canale dirigió el proyecto teatral «La Velocidad de la Luz», en la que indagaba sobre la visión de los ancianos ante la muerte. Esta obra viajó a Alemania y a Tokio.
Fue en la capital nipona donde Gebauer y Ragone se sumaron, junto a cinco personas del equipo y a dos colaboradores/traductores. El trabajo duró seis meses, en los cuales Canale se enfrentó a la enfermedad de su padre y, en contacto con gente de edad en Japón, le hizo rever la relación que tenía con su progenitor.
«Las historias, el guión, la actuación, el trabajo con voces, cuerpos, referencias históricas y la invención de escenas y universos surgieron de este largo proceso compartido con los participantes. El guión fue modificado incontables veces, incluso hasta el último día de montaje, siguiendo el viaje de esa creación teatral que era ficción y a la vez era absolutamente real», señaló Gebauer.
«Noh» cuenta con la particularidad de que sus tres directores, por momentos, trabajaron por separado. Con la excusa de los Juegos Olímpicos, Canale viaja a la capital de Japón para filmar una obra del teatro típico nipón Noh. En medio de la filmación, descubre que una de las actrices, dueña de uno de estos teatros, está a punto de perderlo porque su hijo, ante la muerte del padre, desea venderlo para que sea demolido.
«Tuvimos que encontrar el equilibrio adecuado entre las capas de representación, ya que teníamos escenas teatrales, ensayos para la obra de teatro, escenas documentales y escenas puramente ficticias. Queríamos que las actuaciones fueran auténticas, abiertas a la emoción y empáticas con los compañeros de reparto. Estamos orgullosos del nivel al que llegaron estos mayores sin experiencia, a quienes ahora llamamos con orgullo nuestros actores», dijo Gebauer.
«Queríamos que las actuaciones fueran auténticas, abiertas a la emoción y empáticas con los compañeros de reparto.Juan Fernández Gebauer
«No podemos dejar de mencionar el cansancio físico -agregó el director- que implicaba cargar todo el equipo de rodaje y enfrentar los desafíos logísticos en un país tan fascinante como Japón. Cada día nos sorprendía con su belleza, su cultura y su diversidad, lo cual agregaba un elemento adicional de emoción y descubrimiento a nuestra experiencia».
Ante la inminente demolición, Canale ve la oportunidad de que su película pueda conmover a la opinión pública y, así, evitar el derrumbe, en tanto que la actriz dueña del teatro cree que debe seguir un antiguo mito japonés, que dice que debe llevar las cenizas de su marido al pino donde fue creado el Noh y, de esa forma, ablandar el corazón de su hijo para evitar la venta.
La ficción y la realidad se entremezclan todo el tiempo y no se sabe a ciencia cierta, qué parte es documental y cuál no (algo que los propios realizadores quieren mantener en secreto). En medio del filme, Canale debe abandonar Japón para visitar a su padre, con quien no se habla desde hace 12 años, en el lecho de muerte.
«La realización de esta película ha sido un viaje transformador para nosotros, tanto en lo que respecta a nuestra percepción de nosotros mismos como a nuestra visión de la convivencia y creación con otros. A medida que nos sumergíamos en la historia del teatro Noh y explorábamos la vida de los personajes principales, sentíamos como eso estaba espejando algo más universal que nos une a todos, más allá de nuestras diferencias culturales», comentó el director.
«Nuestras luchas y desafíos son compartidos en diferentes contextos. A través de la figura de Marco y su relación con los personajes japoneses, exploramos temas universales como la pérdida, la superación de obstáculos y la necesidad de encontrar un propósito en la vida. En medio de la pandemia global y la demolición inminente del teatro, surgen la solidaridad y un sentido de comunidad que trascienden las fronteras culturales», agregó.
El teatro Noh tiene la particularidad de enfrentar a los vivos con los muertos y buscar un equilibro entre ellos, algo que constantemente busca la película, que cuenta con elementos de la cultura japonesa y tiempos que parecen más de un filme nipón que de uno argentino.
Es una película que mira al pasado para entender el presente (no en vano los actores y actrices son sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial), aunque a veces el presente está más interesado en ver el futuro.
«Si bien la película narra la historia de un teatro en Japón y su lucha por sobrevivir, consideramos que esta temática puede traspasarse y encontrar resonancia en Argentina, e incluso en otras partes del mundo. La historia de Chiyoko y su empeño por preservar el teatro Noh habla de la importancia de conservar la tradición y la identidad cultural y de la resistencia frente a la modernización y el avance desenfrenado de la sociedad, así como también de la cuestión de enfrentar las decisiones personales en medio de esta dicotomía», comentó Gebauer en un paralelismo.
«En Argentina -sostuvo-, y en muchos otros países, también existen espacios culturales y artísticos que luchan por mantenerse a flote en medio de un panorama desafiante. Las presiones económicas, el avance inmobiliario y la falta de apoyo gubernamental son obstáculos comunes para la supervivencia de estos espacios. La película busca también de alguna manera transmitir un mensaje universal sobre la importancia de preservar y valorar la cultura, sobre todo en tiempos de cambio y crisis».
Fuente: Télam
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