El advenimiento de internet y las redes sociales «generaron un flujo de información positivo y una democratización de la comunicación, pero también incluyeron cierta toxicidad en algunos discursos que minan la democracia y silencian a grupos vulnerados», advirtió la Defensora del Público, Miriam Lewin.
La funcionaria participó como invitada especial de la Unesco en la conferencia celebrada en París, Francia, sobre «Internet para la confianza», en la cual fueron debatidas «directrices para regular las plataformas digitales con el objetivo de mejorar la fiabilidad de la información y proteger la libertad de expresión y los derechos humanos», afirmó en diálogo telefónico con Télam.
En la cita parisina se evaluó el papel de las redes sociales que, si bien contribuyen a la difusión del conocimiento, también suelen estar detrás de la desinformación, los discursos de odio y teorías conspirativas que se multiplican en el mundo virtual.
La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, antes de las jornadas, consideró «crucial abordar con los sectores involucrados esta problemática que plantea serios desafíos en todo el mundo. Nos enfrentamos a uno de los retos más complejos y decisivos de nuestro tiempo, y los afrontaremos juntos, estableciendo principios comunes basados en los derechos humanos, en particular la libertad de expresión».
Lewin, quien fue panelista en una mesa sobre la promoción de la «Alfabetización mediática e informacional», en el marco de la cooperación entre la Defensoría del Público y la Unesco, explicó que «esas directrices debatidas en estas jornadas no son una legislación única, sino guías para que cada país piense su marco regulatorio de internet desde una perspectiva de derechos humanos y respeto a la libertad de expresión considerando la información como un bien público».
A continuación, los pasajes centrales de su diálogo con esta agencia:
– En un documento de la Unesco difundido previamente, se afirmó que en estas jornadas se discutirían directrices elaboradas en borradores previos. ¿Son aplicables de modo universal?
– La Unesco los está elaborando -de manera participativa y colaborativa- con integrantes de gobiernos, sociedad civil, academia, periodistas, técnicos y la industria lineamientos para una regulación de Internet. Estas directrices, en su versión borrador, están abiertas a críticas, aportes y observaciones, y esperamos tener la versión final para el próximo mes de septiembre. La Defensoría del Público fue invitada como aliada en la región, pero hubo oradores y panelistas de todas las regiones del mundo. Durante las tres jornadas quedó claro que, si bien la problemática del discurso violento y la desinformación es común a todas las zonas del planeta, en cada región, país y hasta cada comunidad, se puede vivir la cuestión de un modo diferente debido a las características culturales y políticas de cada zona. Y para lograr una solución, como dijo uno de los participantes, «no hay una talla única», es decir que no hay un modelo monopólico a seguir. En lo que sí se coincidió, de modo mayoritario, es en que resulta urgente habilitar un marco que garantice que no sean solo las empresas las que definan qué es odio y qué no.
– ¿En qué consisten esas directrices?
– Esos lineamientos no son una legislación en sí misma, pero representan ideas o guías para que cada país comience a pensar un marco regulatorio de Internet desde una perspectiva de derechos humanos y respeto a la libertad de expresión, y considerando a la información como un bien público. Si bien es innegable que el advenimiento de Internet y de las redes sociales generaron un flujo de información positivo y una democratización de la comunicación, también es cierto que la toxicidad de ciertos discursos mina las democracias y silencia a los grupos vulnerados.
– ¿Puede mencionar algunas ideas o conceptos que la dejaron más impactada o le resaltaron a la hora de pensar esta problemática para la Argentina?
– Dos de las participaciones neurálgicas -para mí- fueron las de la Premio Nobel filipina, la periodista María Angelita Ressa, que fue víctima de violencia digital y encarcelada, y la del influencer brasileño Felipe Neto. Ressa, que inauguró las jornadas con una intervención tipo TED, dijo que no se puede tomar un vaso de agua de un río contaminado, depurarlo y luego volver a tirar el líquido al cauce. Y agregó que lo que hay que hacer, en estos casos, es que la fábrica contaminante deje de contaminar. Y si no lo hace, cerrarla. Neto, que tiene millones de seguidores, se lamentó de que no se entienda la urgencia de las regulaciones. Y lo ejemplificó de este modo: Se está cayendo un avión y estamos consultando a ONGs para evaluar qué hacer para que no suceda. La conducta de algunas plataformas fue graficada irónicamente por otro participante cuando manifestó que «generan cáncer, pero hacen contribuciones para investigar la cura».
– También mencionó que se produjeron algunos consensos.
– Sí. Más allá de las visiones apocalípticas del nuevo escenario comunicacional, que dista mucho en su complejidad regulatoria de los antiguos medios audiovisuales, hubo consenso en que la regulación no puede provenir únicamente del sector público, pero éste no puede ni debe estar ausente. También se destacó que la justicia tiene que cumplir un rol; y que el mejor modelo es el de la corregulación con integrantes de la sociedad civil y universidades, entre otros agentes. Es decir que los mecanismos de moderación de los contenidos deben ser transparentes, lo mismo que los algoritmos. También se coincidió en que los datos personales no pueden ser comercializados, que es primordial encontrar una solución para la violencia digital contra las mujeres, sobre todo periodistas, y se sugirió que las plataformas deben tener auditorías internas y externas. No por casualidad, quienes provienen del seno de la industria y denunciaron sus manejos -como el ex director de investigación de Cambridge Analytica, y un ex moderador de contenidos de Facebook en Kenya, que reveló la falta de capacitación y la explotación laboral- son los que más insistieron en la perentoriedad de abandonar el modelo de ‘dejar hacer’ a las plataformas. Hubo quienes alertaron sobre el manejo regulatorio de Internet que pueden hacer gobiernos autoritarios y pidieron «vigilar al vigilador».
– ¿Y qué tipo de contradicciones halló como destacadas que impiden un avance más homogéneo a nivel global?
– Algunos países propusieron alargar el debate, es decir que buscan -de algún modo- continuar con la ausencia regulatoria, que no equivale a otra cosa que a la falta de control. Otros aseveraron que el modelo de la autorregulación, por cierto, ya está agotado. Pese a este tipo de ideas o propuestas quiero resaltar la intervención final de Luis Roberto Barroso, integrante del Tribunal Superior de Justicia brasileño. Luego de destacar, como esencial, que la libertad de expresión es y hace a la democracia, agregó que estamos aquí (en la reunión de París) para ayudar a que la desinformación y el discurso de odio que incita a la violencia, dejen de violar todos los principios que hacen especial a esa misma libertad de expresión. Y agregó que no estábamos aquí para prohibirlos, sino para identificarlos correctamente y para evitar excesos indeseables. En lo que hace a la Defensoría del Público, vamos a continuar con el trabajo de alfabetización mediática e informacional en alianza con Unesco y el Ministerio de Educación porque es un camino en el que hubo plena coincidencia como una de las bases para lograr un escenario con una Internet saludable; es decir que cada persona pueda alcanzar los máximos beneficios de expresarse y recibir información sin riesgos.
Fuente: Télam
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