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‘Hay una maravilla que se esconde en la austeridad’

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‘Hay una maravilla que se esconde en la austeridad’

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Nano Stern de 38 aos y nacido en Santiago Chile trae su msica a menudo a la Argentina Foto Florencia Downes
Nano Stern, de 38 años y nacido en Santiago, Chile, trae su música a menudo a la Argentina. (Foto: Florencia Downes)

El cantante y compositor chileno Nano Stern, una de las voces centrales del nuevo cancionero trasandino, presenta en plataformas digitales este jueves 25 su disco «Nano Stern canta a Víctor Jara», un homenaje al músico que marcó a fuego las décadas del 60 y el 70 abriendo nuevos rumbos para la canción de su país y que fue asesinado 50 años atrás por la dictadura de Augusto Pinochet.

Además del registro discográfico que cuenta con doce canciones cantadas a voz y guitarra de quien fuera director artístico de Quilapayún en el emblemático «Cantata de Santa María de Iquique», Stern lo presenta el viernes 26 en el marco del Festival Internacional de Música de Bariloche (Fimba) y ofrecerá un concierto el 22 de septiembre en el Teatro Ópera de Buenos Aires.

Temas como «El Cigarrito», «Te recuerdo Amanda», «Luchín» y «Manifiesto» forman parte del repertorio que visita Stern, quien lleva editada una decena de discos de composiciones propias pero que por primera vez dedica íntegramente un álbum a la obra de otro artista.

«Fue muy natural hacer este disco con canciones de Víctor Jara porque es un referente muy fuerte en mi identidad como músico. Este es un año muy importante en la historia de Chile, ya que se cumplen 50 años del golpe militar de Augusto Pinochet que derrocó el gobierno popular y democrático de Salvador Allende y se cumplen también 50 años del asesinato de Víctor, por eso creo que es un momento importante para cantar sus canciones», cuenta Stern en diálogo con Télam en un hotel céntrico porteño.

«Es un material -agrega Stern- que se grabó bajo determinadas formas que le dieron una identidad particular: por un lado hacerlo en el formato más austero posible de guitarra y voz, lo que lo aleja mucho de las versiones tributo que suelen estar imaginadas desde las capas a veces más ornamentales de la música, entonces quitarle todo eso me obligó a mí a buscar otro tipo de profundidad y la decisión de hacerlo tan austero tuvo que ver con reivindicar la poesía, con poner la palabra en un sitial fundamental, destacando la canción como un artefacto autosuficiente».

«Además -destaca- se grabó en directo, sin público pero en un teatro que tiene una historia muy especial que es el Aula Magna de la Universidad de Santiago que se llamaba antes la Universidad Técnica del Estado que es donde Víctor trabajaba y donde él tocó decenas de veces estas canciones, lo que le dio una una carga histórica y emocional muy fuerte.

«Aún creo en la belleza»

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-Nano, ¿cuál es para vos el efecto más fuerte de la obra de Jara para el cancionero chileno?

-Yo diría que una manera de retratar la realidad desde una sensibilidad muy particular, desde un compromiso relacionado con lo social y lo político, pero también una manera de reinterpretar la tradición que es herencia de Violeta Parra directamente. Víctor cita el disco, «Las últimas composiciones de Violeta Parra» como el germen de la Nueva Canción Chilena y yo creo que acierta en eso, entonces él es parte de una cadena de cantores que son un eslabón imprescindible en lo que es la identidad cultural de Chile, ellos unen el Chile que ya no existe más, el Chile previo al golpe, pero también el Chile previo a la agitación social de los 60 y 70, unen ese Chile profundamente feudal y campesino con el Chile de la ciudad y de las problemáticas modernas de la sociedad de masas; me parece importante rescatar a través de sus canciones una voz fundamental que nos hace despertar nuestra propia identidad de otra manera.

-Este movimiento que viene después de Violeta, con Víctor Jara, Quilapayún, Inti Illimani forman parte de un movimiento que por un lado incorpora la dimensión del compromiso social pero por otro son portadores de una gran modernidad artística que permite empezar a pensar nuevos lenguajes y maneras de hacer música.

-Sí, eso es interesante porque es bueno también profundizar de dónde viene esto. Cómo es que se configura ese lenguaje que era absolutamente nuevo, transgresor, inexistente hasta entonces, en que se unen la visión política y la militancia con una modernidad y una afán experimental de los 60. En eso creo que es importante Pablo Neruda con su visión latinoamericanista con el «Canto general» y también las experiencias de la Violeta Parra y sus hijos en París, donde entran en contacto con músicos de otros países latinoamericanos e incorporan instrumentos como el charango, el cuatro, las quenas o el bombo que no eran parte de la identidad de la música chilena; otra influencia fuerte es la música argentina, Atahualpa Yupanqui, Eduardo Falú, Los Chalchaleros, que forman parte de una aparato de industria cultural muy potente, que posiblemente venga del peronismo, y que en Chile no existía. Son muchos insumos culturales que se configuraron en un momento muy especial que coincide, no de manera fortuita, con una efervescencia cultural y política.

-¿Qué te hizo pensar a vos como músico esta experiencia de sumergirte en el universo de Víctor Jara?

-Me hizo descubrir muchas cosas profundas respecto a la propia identidad, me hizo también sumergirme en un trabajo meticuloso y artesanal de la interpretación de la guitarra, del sentido de la canción como artefacto, de cómo un texto y una melodía y un contexto rítmico y armónico confabulan para generar pequeños universos

Stern ya public once discos Foto Florencia Downes
Stern ya publicó once discos. (Foto: Florencia Downes)

-¿Cual fue tu respiración para atravesar a Jara?

-La resignificación de estas canciones en otro contexto histórico y también el trabajo guitarrístico que fue un deleite para mí poder concentrarme tanto, o sea poner toda la energía que uno pone normalmente en la producción de un disco que son años o meses de trabajo en doce canciones acompañadas por la guitarra, en que la guitarra también adquiere otros colores, porque está claro que los elementos estilísticos de la guitarra hoy son otros que los que había hace 50 años. El estudio acucioso de su manera de tocar me hizo descubrir una sutileza y una capacidad desde otros recursos técnicos pero de una sensibilidad exacerbada que lo llevó a reinterpretar la tradición más profunda y llevarla a una cuestión, moderna, contemporánea. Quiero decir que no era tan fundamental su andamiaje teórico sino un modo de pensar la música y de poder crear desde ahí. Víctor y Violeta son técnicamente muy complejos, lo que pasa es que trabajan con herramientas muy intuitivas que vienen de la tradición oral, de una formación no académica, donde hay una inmensa sabiduría que acumula capas de tiempo. Son artistas pivotes y también tienen la particularidad de ser la primera generación de artistas discográficos que empiezan a traducir esta música que viene de la tradición al disco, a la sociedad de masas, a la radiodifusión, a la tele.

-En su momento eso fue un cambio muy fuerte, pero hoy estamos en otro estadío…

-Es otro mundo que vivimos hoy día, estamos ultra-saturados de información, y por eso también la decisión, cuya consecuencia es estética pero la motivación es ética, de hacer un disco austero tiene que ver con no caer en la tentación de hacer uso de una gigantesca parafernalia de recursos estéticos y técnicos que tenemos a mano, que nos pueden nublar mucho al ir al rescate de la fibra más esencial de aquello con lo que nos contactamos. Hacer el disco en voz y guitarra sale de la espectacularidad y pone la música en un lugar como muy de patio, de encuentro pequeño, que que fue donde toda esa música se empezó a producir. De hecho, en la Peña de los Parra, que fue el principal escenario donde se desarrolló la música de Víctor y de esa generación, no había ni un micrófono, había 100 personas en una casa reunidas en torno a la palabra y al instrumento.

-De ahí tu vuelta a este formato pequeño e íntimo.

-A veces digo un poco en broma que estoy trabajando para el día en que se corte la luz, como bajar de toda esta parafernalia de la que nos hemos hecho súbditos, que no es necesariamente mala sino que es una herramienta como han sido todas las tecnologías, pero creo que es importante descubrir que hay una maravilla que se esconde en la austeridad también y es un valor tan ajeno a nuestros tiempos, tan alejado de los valores que se nos imponen más allá de la música, una sociedad en que todo tiende a la estridencia, donde bajarle el tomo al estímulo permite subírselo a la sensibilidad.


Fuente: Télam

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