El empleado vial que este miércoles fue imputado en una audiencia oral por el femicidio de su expareja, la docente Noemí Suárez, asesinada de 33 puñaladas el domingo pasado en su casa de la localidad entrerriana de Cerrito, fue hallado muerto en su celda de la cárcel de Paraná y se investiga si se ahorcó, informaron fuentes de la investigación.
Se trata de Oscar Omar Bertuni (54), quien este mediodía había sido trasladado a la Unidad Penal 1 de la capital de Entre Ríos luego de que la jueza de Garantías 6, Eliza Zilli, dictara su prisión preventiva por 60 días.
Según las fuentes, el hallazgo del cadáver se produjo horas después de que fuera trasladado a dicha unidad por orden de la jueza de Garantías 6 de la capital entrerriana, Elisa Zilli, quien este mediodía dispuso su prisión preventiva por 60 días.
Bertuni estaba imputado del «homicidio doblemente agravado por el vínculo y por mediar violencia de género» de Suárez (51).
La preventiva le fue comunicada en una audiencia presencial ante la jueza Zilli, de la que participaron el abogado defensor Jorge Luis Balbuena y el acusado, y los fiscales Fernanda Ruffatti y Cristian Giunta.
Al momento de brindar sus datos personales, Bertuni contó que era oriundo de Cerrito y que residía actualmente allí, que estaba divorciado y tenía cuatro hijos, que trabajaba como empleado de Vialidad Provincial, y que no tenía problemas con el consumo de alcohol y drogas, ni antecedentes penales.
La audiencia fue transmitida por el canal de Youtube del Servicio de Información y Comunicación (SIC) del Supremo Tribunal de Justicia de Entre Ríos (Stjer) y, tras la presentación de las partes, el fiscal Giunta realizó una descripción del hecho.
«Entre la noche del 23 y la madrugada del 24 de octubre, Bertuni ingresó al domicilio de la calle Lavalle 882, de Cerrito, y sorprendió sola en la cama a quien fuera su pareja, Noemí Guadalupe Suárez, y le asestó 33 puñaladas en tórax anterior, tórax posterior y cuello (…) también en hombro parrilla costal izquierda, y región dorso lumbar, provocándole la muerte por una hemorragia interna y externa masiva», afirmó.
Según el fiscal, Bertuni y la víctima mantuvieron una relación sentimental durante 10 años y la misma terminó hace tres meses «por decisión de la víctima», mientras que el sospechoso no lo aceptaba e insistía con retomar el vínculo.
Para los acusadores, la relación entre ambos estuvo «signada por la constante violencia psicológica« por parte del imputado.
Luego, el fiscal destacó las distintas evidencias, entre ellas, los testimonios de varios familiares de la víctima, como la del sobrino de la docente que fue quien halló el cadáver cuando fue hasta la casa de su tía porque ésta no contestaba a sus llamados y un vecino le facilitó el ingreso por un paredón que daba al patio trasero.
El sobrino y el vecino fueron quienes llamaron a la Policía, tras lo cual, los efectivos se dirigieron a la escena y constataron el deceso de la mujer.
El fiscal Giunta remarcó los dichos de los policías que dijeron que mientras preservaban la escena el sospechoso entró en ese momento por la puerta del frente de la vivienda.
También hizo hincapié en el testimonio de Agustina, la hija de Noemí, quien contó que Bertuni le contó a ella y a su novio que él vio muchos policías en la casa de su madre y, además «sangre» y «cortes».
Sin embargo, el fiscal sostuvo que, de acuerdo a los policías, Bertuni «de ningún modo pudo haber visto la escena del crimen» porque cuando entró por la puerta delantera lo retiraron antes de que se acercara al dormitorio.
Por su parte, la fiscal Ruffati señaló que el hermano de Noemí declaró que el acusado le dijo que la cerradura de la casa de la víctima estaba «forzada», como en un intento de instalar otra hipótesis y desviar la investigación.
«Es un femicidio. Es el colofón de la violencia de género. Cometido en una sociedad pequeña y en una familia ensamblada (…) Cerrito está conmocionado», afirmó.
Para la fiscal, la relación entre el sospechoso y la víctima estuvo «signada por la violencia de género» y puntualizó algunos hechos que consideró como de «violencia psicológica» y «sexual».
«Sabía que la víctima vivía, sola, sabía cómo entrar, y cómo salir», aseguró Ruffatti, quien consideró que estando en libertad, el acusado podía escapar o intimidar a los testigos, por lo que correspondía la prisión preventiva por 60 días.
A su turno, la defensa estuvo de acuerdo con la medida de coerción, ante lo cual, la jueza Zilli hizo lugar a la misma al sostener que el pedido era «razonable» y estaba «fundado» en evidencias.
El femicidio de Noemí generó conmoción en la localidad de Cerrito, cercana a Paraná, donde el lunes por la noche se llevó a cabo una masiva marcha en reclamo de justicia.
Fuente: Télam
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