“La falta de control y regulación de las aguas internacionales le permite a las pesqueras saquear y vulnerar el Atlántico Sur, dejando al océano al borde del colapso. Es por esto que desde Greenpeace exponemos esta problemática, invisible para muchos. Queremos generar toda la presión pública posible para que los gobiernos del mundo acuerden en la ONU un tratado global por los océanos para proteger a la vida marina a través de la creación de una red de santuarios”, señaló Luisina Vueso, coordinadora de la campaña de océanos de Greenpeace Andino.
Además, Vueso sostuvo que “la pesca en el Atlántico Sur se practica con tal intensidad que más de 400 buques pesqueros llegan a esta región para saquear el océano. Sus técnicas son tan destructivas que arrasan con el fondo marino, como una topadora en el fondo del mar. Algunos incurren con frecuencia en actividades no reguladas e incluso en ocasiones llegan a cruzar los límites de la zona económica exclusiva (ZEE) para pescar ilegalmente”.
El informe destaca las amenazas de la sobrepesca en el lugar conocido como el Agujero Azul, que alberga ecosistemas únicos, biodiversidad silvestre icónica, como la ballena franca austral y otras especies clasificadas como en peligro de extinción, entre ellas el cachalote. El Agujero Azul, ubicado en medio del océano a la altura de Puerto Madryn, es una de las dos áreas únicas a nivel mundial en aguas internacionales donde se realiza la mayor parte de la pesca de arrastre en el fondo marino.
Por otro lado, el objetivo de esta industria en esta región es pescar principalmente merluza negra y calamar para vender como productos de lujo a mercados de países ricos. Su actividad es tan intensa que no se respetan las temporadas de reproducción de las especies, exponiendolas a la sobre explotación. “Los gobiernos del mundo en la ONU tiene la oportunidad histórica de proteger al menos el 30% de los océanos para 2030. Nuestros océanos lo necesitan con urgencia”, concluyó Vueso.
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