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Vicente López
sábado 23 noviembre, 2024

‘Gracias a la tele, que me ha dado tanto’

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Gracias a la tele, que me ha dado tanto

En una época de redes sociales, videos virales y plataformas con olor a queso, quiero dedicarle un momento de meditación a un medio de comunicación en vías de extinción: la tele.

Porque la televisión ha tenido un gran impacto en nuestras vidas, particularmente para aquellos que no lograron esquivar el aparato de televisión arrojado por su pareja en medio de una discusión.

“La tele es un arma de distracción masiva” dijo alguno, o citando al genial Groucho Marx: “la televisión es muy educativa. Cada que alguien enciende el aparato, me voy a la habitación de al lado a leer un libro”.

Como sea, mucho de lo que pensamos y sentimos nos fue dictado por la televisión. Y también nos enseñó multitud de cosas muy útiles para la vida, como que…

Nada de lo que tenés en tu casa sirve, ni la hojita de afeitar, ni el shampú, ni la heladera, ni tu ropa, ni siquiera tu pareja o tu familia. Nada sirve. ¿Por qué? Porque los mismos que antes te dijeron que era lo mejor del mundo, ahora sacaron una nueva versión que es mucho mejor que la anterior. O mucho más cara. O mucho más pequeña. O mucho más concentrada. O mucho más al cuete, pero, si no la comprás, sos un gilastrún. Y vos vas, y la comprás.

Algo fundamental que aprendimos viendo televisión: No importa la hora ni el lugar donde te encuentres, si “llamás YA”, siempre vas a recibir alguna cosa extra de regalo. Pero ojo: ¡Tiene que ser “YA”! Lo bueno, además, es que vos podés no “llamar ya”, porque dentro de un rato la oferta se repetirá y te dirán que si “llamás YA” te regalaran algo. No importa que simultáneamente “llamen ya” sesenta y cinco mil personas de 8 países distintos –cuyas banderitas podés ver en la pantalla– ni que la oferta sea “por tiempo limitado”, porque si ves el mismo aviso 6 meses después, verás que el tiempo limitado es, paradójicamente, ilimitado.

También aprendimos mucho sobre deportes gracias a la tele. En cuanto al boxeo, aprendimos que en un mismo siglo, puede haber decenas de “peleas del siglo”. Y que si realmente son “peleas del siglo”, en el noventa por ciento de los casos, terminan antes del segundo round.

Y el fútbol nos enseñó que ese referí que era el peor que uno recuerde, que fue insultado, incluso, por sus propios colegas, está ahora altamente capacitado para desempeñarse como comentarista de ese deporte al que tanto mal le hizo: el fútbol.

Ni hablar sobre defensa personal y seguridad en el hogar. ¿Quién no sabe, gracias a la tele, que todas las cajas fuertes están escondidas detrás de un cuadro? Y es tan fácil abrirlas: solo basta hacer silencio y con los dedos ir girando la perilla hasta que caigan los tambores y … ¡ábrete sésamo! Cualquier pelandrún con buen pulso puede hacerlo.

Y si un intruso ingresa en tu hogar, el arma más efectiva es una botella vacía. Basta con acertare a la cabeza, – siempre de atrás, eso si -, que el intruso caerá desmayado de inmediato. Y si no tenés botella, un golpe de karate en la nuca… ¡zas! No hay Schwarzenneger que lo resista.

¿Y qué aprendimos de la realidad gracias a la tele? Aprendimos que la realidad son una veintena de jóvenes encerrados en una casa, sin laburar, rascándose el higo y la higuera y conspirando para llevarse un premio en contante y sonante que cuando salgan de la casa, al mundo de la realidad real, tal vez les alcance para comprar un sanguche y una gaseosa.

Más lecciones que nos dio la tele: las personas que usan internet son todas jóvenes y estúpidas que se pasan el día viendo bloopers o jugando a las últimas versiones de los videogames y para explicarnos a los más veteranos, en cada noticiero está el pibe de internet, un joven que viste a la moda, habla fuerte y si tiene barbita, mejor.

Aprendimos que la gente que más sabe de economía, y por eso los movileros siempre los entrevistan, son los transeúntes y peatones que caminan por la city porteña, y aprendimos que si en la propaganda hay un médico o un dentista que lo aprueba, el producto debe ser buenísimo y que la Argentina es un país donde tenemos todos los climas y por eso tenemos expertos en todos los temas: submarinos, satélites, radares, el más allá, la quinta dimensión, hockey sobre arena, póker virtual, alimentación por telekinesis, osteoporosis del langostino y famosos fracasados de la economía, la política y el hockey sobre arena, que vienen a explicar por qué nos va como el tujes.

Ah. Y eso aprendimos: que un tujes vale más que mil cerebros.


Fuente: Télam

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