La mayoría de las personas menstruantes en el mundo usan productos menstruales descartables, como tampones o toallitas sanitarias, que tienen un impacto negativo tanto en el ambiente como en la salud.
Partiendo del proceso de fabricación de los mismos, nos encontramos con grandes requerimientos de agua y energía, la extracción de materia prima necesaria para la fabricación del plástico y otros de sus componentes, emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), entre otros impactos ambientales.
Estos productos se usan una sola vez y se tiran a la basura. Gracias a este diseño poco amigable con el ambiente, rápidamente acumulamos grandes cantidades de residuos provenientes de la gestión menstrual que tardan cientos de años en descomponerse.
Además, muchos de ellos incluyen en su composición químicos que pueden ser perjudiciales para la salud, como dioxinas y furanos provenientes del proceso de blanqueamiento, residuos de pesticidas, fragancias, ingredientes que podrían estar relacionados con el cáncer, daños reproductivos, disrupción hormonal y aparición de alergias.
Así como sucede en varios otros campos de la vida cotidiana, sobre todo en lo médico y sanitario, en general creemos que no contamos con otras alternativas viables. Sin embargo, hoy existen distintas opciones para lograr una gestión menstrual sostenible, que se acomodan a las necesidades y preferencias de cada uno.
Una de las alternativas más populares es la copa menstrual. Un producto de silicona o látex, reutilizable. Es una gran opción para hacer deportes, pasar un día en la pileta o simplemente para olvidarse del tema por unas cuantas horas. Se usa la misma copa durante todo el ciclo menstrual. Se vacía, se lava y se vuelve a colocar. Al final de cada ciclo se esteriliza, se guarda y queda lista para usar al siguiente mes. Prácticamente no se generan residuos, excepto al momento de hacer el recambio de copa cada 10 años. La contra de este producto es el costo inicial pero, a largo plazo, también nos implica un ahorro económico.
Otra opción, son las toallitas reutilizables. Se trata de toallitas de tela, amigables con la piel y con el planeta. Hay de distintos tamaños y formas, con alas o sin alas, con botones o con velcro. Existen también las «nocturnas» y los protectores diarios. Se lavan con agua fría, se dejan secar y están listas para usarse nuevamente. A diferencia de la copa menstrual, las toallitas no requieren de un período de aprendizaje para poder usarlas correctamente, esto facilita su incorporación en los hábitos de higiene menstrual.
Por último, tenemos una opción menos conocida pero igual de efectiva en términos prácticos y ecoamigables, las bombachas menstruales. Son como las toallitas, pero diseñadas como ropa interior, con una capa absorbente integrada. Una opción discreta, cómoda y confiable.
Eligiendo opciones de gestión menstrual más sostenible, como la copa, las toallitas y las bombachas menstruales, reducimos nuestro impacto ambiental, cuidamos nuestra salud y también nuestro bolsillo.
Maite Durietz es licenciada en gerenciamiento ambiental y especialista en sustentabilidad.
Fuente: Télam
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