El finlandés Aki Kaurismäki es uno de los autores más reverenciados de las últimas cuatro décadas (su primer largometraje de ficcón, “Crimen y castigo”, es de 1983). Sin embargo, desde que en 2017 estrenó la notable “El otro lado de la esperanza” no se sabía nada de él. Por eso, cuando se conoció que “Hojas de otoño” había sido elegida para la Competencia Oficial del Festival de Cannes, donde terminaría ganando el Premio del Jurado, la alegría se apoderó de buena parte de la cinefilia mundial.
Ahora, tras haber recorrido desde mayo último decenas de muestras (aquí se dio como película de clausura del Festival de Mar del Plata y como parte de la Semana de Cannes en el cine Gaumont), esta semana llegó a 22 salas de todo el país esta encantadora fábula proletaria, una tragicomedia sobre personajes solitarios y caídos del sistema (pierden sus trabajos en las peores circunstancias y sufren también otros tipos de calamidades) que, a pesar de todo (y podría decirse que contra todos), buscan y encuentran el amor.
Pero eso no es todo: para celebrar el estreno de “Hojas de otoño”, película que compró para varios países tanto para cine como para streaming, MUBI sumó hace pocos días a su plataforma nada menos que 24 títulos de la filmografía de este realizador de 66 años. De ese total, 15 son largometrajes (incluidas joyas como “La chica de la fábrica de fósforos”, “La vida bohemia”, “Nubes pasajeras”, “Juha”, “El hombre sin pasado”, “Luces al atardecer”, “El puerto” y la mencionada “El otro lado de la esperanza”) y el resto corresponden a cortos, mediometrajes, documentales y videoclips dedicados en varios casos a una banda de rock a la que ha estado ligada durante mucho tiempo como los Leningrad Cowboys.
“Hojas de otoño”, que hace una par de meses ganó también el prestigioso premio FIPRESCI de la crítica internacional a Mejor Film del Año, es otra pequeña, austera, modesta (dura apenas 83 minutos) película, pero de múltiples alcances cinéfilos (Kaurismäki cita a su amigo Jim Jarmusch, a sus héroes Robert Bresson, Yasujiro Ozu, Federico Fellini, Jean-Luc Godard, Charles Chaplin y al David Lean de “Breve encuentro”), melómanos (suena Carlos Gardel cantando “Arrabal amargo” y una larga escena transcurre en un bar llamado Buenos Aires) y de inmensas connotaciones humanistas y melancólicas.
En “Hojas de otoño” nos encontramos con Ansa (Alma Poysti), que trabaja primero como repositora en un supermercado, luego lavando platos en un bar de mala muerte y finalmente barriendo en una fábrica; y con Holappa (Jussi Vatanen), un alcohólico que es empleado primero en un taller y luego en una obra en construcción. Ambos son extremadamente solitarios, torpes, tímidos, pero se encontrarán en un karaoke (la película es como una rockola con decenas de canciones que suenan de fondo o son cantadas en vivo), irán juntos al cine y tratarán de unir sus caminos y sus vidas en lo que parece como una carrera de obstáculos.
Si es cierto eso de que un autor consumado es aquel que hace con mínimas variantes siempre la misma película o que cada nuevo film es un episodio más de un único gran largometraje, Kaurismäki podría ser el ejemplo perfecto. Sus trabajos se parecen bastante entre sí y tienen un sello inconfundible (como ocurre también con, por ejemplo, el coreano Hong Sangsoo o el argentino Martín Rejtman), pero eso jamás cansa ni aburre porque cada nuevo capítulo es un reinicio, un reencuentro con personajes entrañables incluso en sus miserias, la reivindicación de antihéroes perfectos que saldrán adelante pese a todas las dificultades e infortunios porque en el cine gentil, empático y amable de Aki siempre hay lugar para la redención y el triunfo, aunque sea fugaz, de sus criaturas que en un principio aparecen como esos habituales perdedores del cine y de la vida.
Un vérdader bálsamo frente a las imposiciones tanto de ese cine cínico, irónico, canchero y provocador como del “importante”, grandilocuente, trascendente y solemne que imperan dentro de los autores contemporáneos.
Mucho más cine finlandés en streaming
Más allá de los hermanos Kaurismäki (además de Aki también su hermano Mika es un realizador muy reconocido), el cine finlandés tiene varios otros autores de talento como, por ejemplo, Juho Kuosmanen, de quien en nuestro país se conoció “El día más feliz en la vida de Olli Mäki” y la reciente “Expreso a Murmansk” (“Compartment No. 6”), que narra la historia de una joven finlandesa que escapa de una tortuosa relación amorosa en Moscú embarcando en un tren con destino al puerto ártico de Múrmansk, donde se verá obligada a compartir el largo viaje en un diminuto coche cama con un exuberante minero ruso (está disponible en Amazon Prime Video).
Pero también hay películas made in Finlandia con mirada de mujer: tras su paso por los cines de Argentina, se sumó con mucho éxito a la oferta de Netflix “Cría siniestra”, ópera prima de Hanna Bergholm que pasó festivales como Sundance y Sitges con la historia de Tinja, una niña de apenas 12 años que recibe presiones dignas del mundo adulto por parte de su tóxica madre para que realice largos y exigentes entrenamientos de gimnasia artística (la trama luego derivará hacia el terror y el fantástico).
Buen cine de autor con los Kaurismäki o Kuosmanen y buen cine de género con “Cría siniestra”. Diversidad y calidad. El sello de Finlandia en el séptimo arte.
Fuente: Télam
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