La dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay se extendió durante casi 35 años y finalizó en 1989, pero sus horrores se mantienen hasta el presente y ese es el centro de “Guapo´y”, de Sofía Paoli Thorne, un relato sobre la arpista y referente de los derechos humanos Celsa Ramírez Rodas, que estuvo detenida y torturada en un campo de concentración del régimen mientras estaba embarazada y ahora, décadas después, busca la sanación a través del contacto con la naturaleza.
El documental, que fue elegido para representar a Paraguay en los Goya de febrero próximo y que se estrenó este jueves en las salas porteñas Gaumont y Cosmos, tiene un desarrollo sereno y cuidadoso sobre los recuerdos de la protagonista, que sufrió la detención de su madre, con quien se reencontró en el campo de concentración “Emboscada” cuando ella misma, embarazada de cuatro meses, fue apresada en 1975 junto a su esposo, que permanece desaparecido. Guapo´y hace referencia a una clase de árbol que se encontraba en ese centro de detención.
“Me fue cautivando su resiliencia, su lucha y por sobre todo ese deseo de sanación, por eso quise mostrar ese proceso”, cuenta a Télam Sofía Paoli Thorne, luego de la función para la prensa de la película en una sala del barrio de Villa Crespo.
Además de registrar la historia de Celsa Ramírez Rodas, la ópera prima de Paoli Thorne, coproducción con Argentina, cuenta cómo los discursos de la dictadura de Stroessner se prolongan y reivindican en el presente y se ocupa de manera amorosa de la particular relación que tiene la protagonista con las plantas, a quienes atribuye propiedades curativas, tanto de su cuerpo como su alma.
– ¿Por qué te interesó contar la historia de la reclusión de Celsa durante la dictadura en Paraguay y luego su relación con la naturaleza para sanar física y mentalmente?
– Bueno, yo soy peruana y me fui con mi familia a Paraguay a los siete años, y desde siempre me llamó mucho la atención la historia de la dictadura. Después, ya de grande, cuando trabajaba en un periódico alternativo, me encontré con la nota de un compañero sobre los niños nacidos en el campo de concentración «Emboscada», a setenta kilómetros de Asunción, y conocí la historia de Celsa, que me llamó mucho la atención. Años después, cuando estaba buscando un proyecto, revisando cosas me encontré con ese diario que había guardado muchos años y nuevamente me impactó, por eso sentí que debía conocer a Celsa; la busqué, nos conocimos y nos volvimos amigas. Y me fue cautivando su resiliencia, su lucha y por sobre todo ese deseo de sanación; por eso empecé también a pensar en mostrar ese proceso.
– ¿Cómo fue volver a atravesar su historia para un documental que la tiene como protagonista?
– Aunque a mí no me resultaba nada agradable recordar todo aquello, lo que narro es por conciencia, por lo que me pasó a mí y a tantos otros, personas que todavía hoy están golpeadas y no quieren recordar. Yo las entiendo, es un dolor muy grande, por eso me decidí a hablar.
– La película es un documento sobre lo que pasó en casi 35 años de dictadura, pero también un llamado de atención sobre el presente.
– Sí, la película buscaba un poquito eso también, esa lucha por la memoria que siempre está presente en Celsa; por eso queríamos también que la película pudiera llegar a mucha gente, porque lastimosamente en Paraguay no se habla sobre la dictadura. A diferencia de otros países, no se cuenta mucho de ese período y el actual gobierno reivindica a Alfredo Stroessner. Era importante poder contar desde el lado de Celsa para poder llegar a otras personas y, además, todo su proceso de sanación, para que la gente se pueda sentir identificada con su historia, su maternidad y, repito, la sanación que tiene con las plantas. Y a eso contar lo que estaba sucediendo en el presente, por eso trabajamos mucho con los audios actuales. Era importante relatar a través de los discursos de ellos que reflejan lo que está sucediendo en el país, en donde se sigue reivindicando lo que pasó en esos años. Algo que sucede mucho en el país son los discursos del tipo «esto ya pasó, miremos hacia adelante», y es muy difícil sanar si no tenemos memoria y seguimos cometiendo los mismos errores del pasado.
– ¿Cómo fue el recorte de lo que registraste con Celsa para que quedara lo esencial?
– Fue un proceso muy largo, nueve años, porque para mí era muy importante poder conocernos, era importante que se sintiera esa relación con ella, vivenciarla, que no fuera una entrevista. Y contando su historia, poder ir sumergiéndose en ese mundo de las plantas; por eso la idea del sonido, porque en la casa de ella, que vive en un barrio en donde hay mucho tráfico, su patio parece el monte, así que la idea era ir perdiéndose poco a poco en esa atmósfera.
– ¿Qué relación hay entre todo lo doloroso que vivió en los años que pasó en el campo de concentración y las plantas como medicina reparadora?
– Yo creo que hay mucha relación, porque no es una cuestión aislada, es una situación que no solo se presenta en Paraguay, es a nivel mundial con la destrucción del medio ambiente y, claro, si eso se destruye nosotros también. Creo muy difícil retomar todo un proceso de pureza, pero de cualquier manera creo que hay muchos jóvenes con conciencia, que notan que hay una estructura que se formó a nivel político que constantemente trata de destruir.
– ¿Qué valor le das a que “Guapo’y” haya sido elegida para representar a Paraguay en los Premios Goya?
– Realmente una sorpresa, estamos muy contentos porque la película está haciendo un recorrido muy lindo por el mundo antes del estreno en Paraguay el 26 de octubre. Nos parece fundamental que se pueda proyectar en las salas de cine, pero después hacer todo el recorrido posible, como ahora en los Goya y luego de los premios que tuvimos en Málaga y en el Festival de Cine Documental de Ámsterdam, todo eso ayuda para que llegue a los cines de Paraguay.
Fuente: Télam
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