La temática de los asesinos seriales en el cine y la TV argentinos, que tuvo en la ficción como mayor exponente al memorable actor y director Narciso Ibáñez Menta, dio en las últimas décadas un giro hacia casos reales de la historia nacional, transformándose en un objeto de interés que renovó el vínculo con el público a través de la relevancia de sus protagonistas y de su peso en los medios de comunicación.
La tendencia se destaca dentro de la enorme trayectoria de la industria audiovisual del país, que si bien incursionó durante décadas y con mayor o menor éxito en el género del terror, no se destacó hasta ese momento por llevar a la pantalla a los homicidas verídicos locales.
Dentro de los títulos que oscilaban entre el horror y el suspenso, aparece el asturiano nacionalizado argentino Ibáñez Menta como el que dio el puntapié inicial en materia de asesinos del espectáculo.
Su anguloso y frío rostro trascendió como un símbolo de lo espeluznante allá por la década del ’40, cuando encabezó decenas de cintas de terror, entre las que se encontraba «Historias de crímenes» (1942), dirigida por Manuel Romero, quizás una de las pioneras en incluir a un criminal serial creado especialmente para su trama.
Allí, el actor encarnaba a Enrique Mendel, un banquero en graves aprietos económicos, quien, con la ayuda -a través de la extorsión- de la bailarina teatral Lucy Torres (Zully Moreno), mataba de modo cruel y engañoso a quienes se acercaban cada vez más a sus oscuros secretos financieros.
Más tarde, Ibáñez Menta fue Elmer Van Hess en «El hombre que volvió de la muerte», la tira de 1969 que se cree perdida ya que no se conserva ninguna copia de sus 18 episodios, y que en 2007 fue reversionada por Pol-ka y Canal 13 con el protagónico de Diego Peretti.
Ya en el terreno de lo fantástico y con reminiscencias a la clásica criatura de «Frankenstein», Van Hess era un hombre condenado a muerte de forma injusta que, tras ser revivido por un científico, se embarca en una serie de fatales venganzas contra aquellas personas que lo empujaron a ese tremendo destino.
En 1985, el actor volvió a ese formato con «El pulpo negro», la miniserie emitida por el entonces Canal 9 en la que interpretaba a Héctor de Rodas, un supuesto novelista de libros policiales que contrataba a cuatro hombres para que cada uno cometiera un homicidio, como premisa de una narrativa signada por sus cruentas escenas y una típica persecución del tipo gato-y-ratón.
Con el nuevo milenio, aún con las marcas frescas de las consecuencias que la crisis de 2001 tuvo tanto en la política y la economía como en los lazos sociales, la figura del homicida volvió a aparecer con fuerza en las producciones de entretenimiento argentinas.
Así, en 2004 dijeron presente «Epitafios», la intrigante coproducción de Pol-ka y HBO con Leonardo Sbaraglia, Julio Chávez, Paola Krum y Cecilia Roth, entre otros; y «Sangre fría», la tira de Canal 13 que, a su manera, homenajeó a cintas como «Halloween» (1978) o «Scream: Vigila quién llama» (1996), con la participación de Mariano Martínez, Nicolás Pauls y Dolores Fonzi.
Pero fue además en esa época cuando el cine y la TV posaron el ojo en aquellos casos reales de la historia nacional que, sin ser particularmente abundantes en comparación a otros rincones del mundo, reúnen a figuras que trascendieron por la brutalidad de sus crímenes y por el atractivo mediático que suscitaron.
La primera en figurar fue la infame Mercedes Bernardina «Yiya» Murano, la estafadora residente del barrio porteño de Monserrat, donde fue detenida en 1979 por el envenenamiento de al menos tres mujeres con las que mantenía una aparente relación de amistad, y que fue encarnada en la pantalla chica por Nacha Guevara en el primer episodio de la segunda temporada (2006) de «Mujeres asesinas», la exitosa serie adaptada del libro homónimo escrito por Marisa Grinstein y emitida por eltrece.
Un año después, el cineasta Jorge Algora estrenó «El niño de barro», centrada en los asesinatos e intentos de asesinatos de niños perpetrados a principios del siglo XX por Cayetano Santos Godino, también conocido como el «Petiso Orejudo», el serial más joven de Argentina interpretado en el filme por Abel Ayala.
Luego, en 2015 sería el turno del grupo de secuestradores y homicidas liderado por la familia Puccio en la serie «Historia de un clan», con Alejandro Awada y el «Chino» Darín; y en «El Clan», la película de Pablo Trapero protagonizada por Guillermo Francella y Peter Lanzani.
Por último, la elogiada «El Ángel» (2018) transportó al público a principios de los 70, cuando Carlos Robledo Puch -representado por un carismático Lorenzo Ferro- cometió los once homicidios y otros tantos delitos más por los que fue condenado a los 20 años a la pena de reclusión perpetua.
La cinta realizada por Luis Ortega se convirtió en un éxito de taquilla y fue elegida como la representante argentina para competir en los Oscar de ese año -aunque no fue seleccionada-, y demostró una vez más que, para las narrativas criminales en clave propia, aún hay tela para cortar.
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Fuente: Télam
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