Dos testigos relataron este miércoles en el juicio que se le sigue al ciudadano israelí Gilad Pereg por doble homicidio que escucharon gritos de mujer y tres disparos procedentes de su vivienda el 12 de enero de 2019, 14 días antes de que la tía y la madre del acusado fueran halladas asesinadas y enterradas en un sector del predio que él habitaba en Mendoza.
Se trata de Jorge y Oscar Salinas, padre e hijo, respectivamente, quienes tienen un taller mecánico que linda con la parte trasera del terreno que pertenece a Pereg, situado en la calle Roca al 6000, de Guaymallén, Mendoza.
Salinas padre recordó ante el jurado popular a cargo del debate que ese día su hijo le dijo «Papi, papi, escuchaste a una mujer diciendo ‘no, no’, como defendiéndose'» y «luego se escuchan tres disparos».
El testigo recordó además que el acusado, quien desde que fue imputado actúa como si creyera ser un gato, era un hombre «muy bien hablado e inteligente» a quien «jamás» escucharon maullar, como hace cada vez que es convocado por la Justicia, como por ejemplo ayer, en la jornada de inicio del juicio, lo que le valió ser desalojado de la sala de audiencias.
Pereg permanecía este miércoles en la alcaidía del Polo Judicial de Mendoza, siguiendo la audiencia de manera virtual, aunque no se descarta que en algún momento de la jornada la jueza técnica que dirige el debate, Laura Guajardo, lo vuelva a convocar al recinto.
Tras Salinas padre, declaró como testigo su hijo Oscar, quien ratificó haber escuchado los gritos de mujer y los disparos.
Luego, fue convocado ante el jurado el delegado de la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMAC), Alejandro Pelliza, quien reveló que el israelí tenía permiso de tenencia para más de 40 armas de fuego y que para ello fue sometido a todos los controles y estudios que prevé la ley.
Consultado por la defensa del propio Pereg acerca de si no le pareció extraño que el hombre requiriera tantos permisos, Pelliza respondió: «No, porque estaba todo en condiciones».
El juicio continuaba este miércoles con más testigos y para el jueves está previsto que declaren dos efectivos de la Policía Científica que trabajaron en el caso.
El debate comenzó el lunes con la selección de los 12 jurados titulares que deberán establecer si el acusado es culpable de los asesinatos de su madre, Phyria Saroussy (63), y de su tía, Lily Pereg (54), o es inimputable.
El martes, en la primera jornada a la que asistió de manera presencial, el israelí llegó maullando a la sala de audiencias y no dejó de hacerlo incesantemente hasta que fue desalojado por la jueza Guajardo.
«Señor Gilad Pereg ¿este es su nombre?», fue la primera pregunta que le formuló la jueza, a lo que el acusado respondió: «Miau».
Acto seguido, la jueza le dijo: «Antes de ingresar yo le advertí que sea en silencio y con decoro, de lo contrario habrá que retirarlo a una sala contigua», a lo que el imputado volvió a responder con un «miau».
Por tal motivo, el acusado fue desaojado de la sala por efectivos de la policía provincial.
Tras ello, el fiscal Fernando Guzzo tomó la palabra en su alegato de apertura y pidió al jurado que no se deje «engatuzar» y que «ladre más fuerte».
“Cuando compraba armas, él no iba diciendo miau miau…sabía bien qué arma comprar. Al igual que cuando dijo: decidí ser gato”, dijo Guzzo en su alegato de apertura ante el jurado popular, a quienes les admitió que si bien “es obvio que es una persona fuera de lo común, eso no lo hace inimputable”.
A continuación, la fiscal Claudia Ríos solicitó un veredicto «unánime» para que Pereg sea declarado «culpable» y que su madre y su tía «tengan justicia», mientras que la querella, a cargo de la abogada Claudia Vélez, manifestó que el acusado «estaba en pleno uso de sus facultades mentales y sabía lo que hacía».
Por su parte, los defensores Maximiliano Legrand y Lautaro Brachetta, pidieron a los integrantes del jurado que «no acepten la única versión de pedido de condena y encierro penitenciario», y que “se comporten como humanos y no ladren como perros» como pidió el fiscal.
De acuerdo con la investigación, en enero de 2019, la madre y la tía de Pereg habían arribado a Mendoza para visitar al ahora imputado, quien residía en un predio con una casa muy precaria que estaba llena de gatos y algunos perros en estado de abandono.
Las hermanas israelíes fueron vistas con vida por última vez el 12 de ese mes en ese domicilio de Pereg, donde 14 días después la Policía Científica encontró sus cuerpos mutilados y tapados con piedras y tierra.
Tras ser descubierto el doble crimen, Gil Pereg quedó detenido y durante su estadía en la cárcel mostró comportamientos extraños y aseguró ser «un gato».
Fuente: Télam
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