Desde fines de 2022 se rumoreaba sobre el debut en la dirección de Dolores Fonzi, algo que ella misma confirmó en el Festival de Mar del Plata y que en la presente edición del Bafici concretó en pantalla con «Blondi», una película que surgió de las ganas de escribir sobre «una madre inmadura y un hijo maduro o algo así» y que, con guion terminado, «había que hacerlo».
«No llegué a dirigir con mucha conciencia o decisión de antemano: encontré esta idea, hicimos un guion, y bueno, había que hacerlo. Por supuesto que había algo de inseguridad, pero a la vez participé de mucha películas, y pasar por un proceso de escritura tan largo ayudó. Armamos un equipo increíble, con muchos amigos muy talentosos, y fui todos los días a filmar con muchísima felicidad. Creo que algo de eso queda en la película. Es una película alegre porque todos estábamos así en la filmación», dijo Fonzi a Télam tras la proyección del sábado.
La película, con mucha autorreferencia -según dijo Fonzi en la presentación-, narra el día a día de una joven madre y su hijo entrando a los 20 años, que viven como amigos: comparten gustos, consumen marihuana, van a recitales y toman alcohol.
La única diferencia que se deja ver entre ambos es que Mirko (Toto Rovito) vive su edad con miras a un futuro, mientras que ella, Blondi, se encuentra anclada y sin ningún tipo de remordimiento, en una adolescencia que pareciera no terminar de largar. Se puede intuir en ello el nacimiento de Mirko cuando la madre tenía 15 años.
«Es una idea -explicó sobre los albores del proyecto- que fue madurando y mutando con el tiempo. Un guion que escribimos durante muchos años con Laura Paredes. El origen tenía que ver con escribir sobre una madre y un hijo que son como mejores amigos. Una madre inmadura y un hijo maduro o algo así. Después lo fuimos corriendo hacia una zona más lúdica e incorporando cosas que nos gustaban y más personales».
Sorprende, por ser una ópera prima, el gran manejo en la dirección de cámara ya desde la primera escena, con un cenital que se transforma en un americano secuencia. También la buena decisión que tuvo en la fotografía y el diseño de arte de la película.
-Télam: Pese a tener tantos años en cine, ¿cambiaste tu forma de ver películas (o hacer películas) luego de dirigir?
-Dolores Fonzi: Uy no, creo que no, y espero que no me pase nunca. Por mi trabajo como actriz siempre vi las películas con una consciencia, buscando algo, y en el proceso de hacer este película también me puse a mirar películas de un modo más “fetichista”, digamos. Pero ahora que ya está, no. Miro películas todo el tiempo, siempre buscando algo, aunque sea divertirme, pero con la misma falta de plan de siempre.
-¿Cómo fue el rodaje? ¿Cambió en algo tu relación con colegas ahora que se sumó tu rol como directora?
-El rodaje fue intenso, difícil, filmamos en la segunda ola de la pandemia, así que había que trabajar con muchos cuidados, pero también fue una experiencia increíble. La solidaridad que se arma, sentir que todos están ahí para ayudarte a plasmar una idea que tenés en la cabeza, y que eso se va materializando, te llena el corazón. Lo bueno de mi experiencia, y lo que hablo con mis amigas actrices es eso, ponernos a pensar cosas que queramos hacer y hacerlas. Tengo muchas amigas actrices y también actores, y me divierte mucho pensar en las películas que podríamos hacer juntos. Y cómo son muchas, ¡voy a tener que hacer muchas películas!
– Los personajes se tratan por su nombre de pila o apodos, nunca por su parentesco. ¿Tu intención era despegar esas relaciones familiares para mostrarlos como pares?
-Si, hay un diálogo casi al final que lo clarifica, cuando él la llama y le dice «mamá» y ella lo desconoce, creo que hay dos o tres momentos donde él le dice «mamá» en toda la película. Vínculos horizontales, que sean pares, casi una fusión, dentro del vínculo… lo de no llamarlos por su parentesco era una manera de marcar eso, que es tan importante para la película. Cómo una retroalimentación entre los personajes, más allá de quién ocupa qué rol en la “familia”.
– ¿Creés que puede existir una relación así entre madre-hijo o debe existir un límite para esta «amistad»?
– No sé, y en eso Blondi es un personaje medio idílico, casi una fantasía, pero que representa una mini utopía, digamos. Vínculos laterales, crianza colectiva, poder aprender de nuestros hijos, y jamás vincularse desde una autoridad, sino entender que siempre estamos aprendiendo juntos. No lo digo como dogma, es una película, un cuento, y es lindo de ver, si eso existe o no, no es importante para mi.
– Ni Mirko ni Blondi tienen padre presente y el único que está es el del personaje de Leonardo Sbaraglia, que es bastante escurridizo de sus responsabilidades. ¿Por qué quisiste mostrar así el rol de padre?
-Es una película de madres, de mujeres, y había que marcar un poco la cancha con ideas vetustas de conformaciones familiares. Nos tenemos que replantear las cosas. Igual tampoco es decir “los hombres esto”, sino decir “estos hombres no”: los que se desligan de la crianza de sus hijos, los que desaparecen, lo que se pierden esa oportunidad.
– En contraposición, Mirko es varón, por lo que puede ser un potencial padre. Y en este punto, llama la atención cuando dice, en la escena del auto, que un padre no está para nada importante, pudiendo hacer referencia así mismo en un futuro. ¿Cuál fue fue tu objetivo con esa escena, el diálogo y el posible rol de padre de Mirko?
– El diálogo es un chiste entre ellos, tanto como los mini códigos que tienen. Nombres de bandas inventados, los juegos de los disparos, los recitados… y bueno, ellos son ellos dos, no hay padre, así que encontraron la manera de reírse de eso también. Mirko es de una generación que puede cambiar las cosas.
Fuente: Télam
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