Más de 800 personas, de todas las edades, subieron la barranca del Museo Pueyrredón en una aventura que rememoró la hazaña realizada por San Martín y el Ejército de Los Andes.
El sábado pasado, por la tarde, más de 800 personas se acercaron al Museo Pueyrredón de San Isidro para homenajear el Cruce de Los Andes.
En ese contexto, grandes y chicos subieron la barranca del museo en una divertida aventura que rememoró la hazaña realizada por San Martín y el Ejército de Los Andes.
El intendente Gustavo Posse participó de la actividad y afirmó: “Es impresionante cómo se renovó este museo, desde hace unos años. Las propuestas que se hacen ahora acá atraen a toda la familia, especialmente a los más chiquitos y eso está bueno porque se interiorizan con la historia de nuestro país desde temprana edad”.
“Hoy invitamos a los chicos a recrear el Cruce de los Andes para que, a través de la experiencia física del esfuerzo, pudieran imaginar lo que fue esa gesta libertadora tan vinculada con esta casa, porque cuando San Martín cruzaba Los Andes desde aquí gobernaba Pueyrredón”, explicó Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria de Cultura.
La tropa, puntual, con pecheras de granaderos y palos a modo de bastón, se agrupó expectante cerca de las 14:30 en la explanada verde del Bajo, a la espera de San Martín, quien a poco de llegar leyó a viva voz un fragmento de una carta que le había enviado Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Las dos columnas, al mando del Libertador (Juan d’ André) y de Las Heras (Manuel Boerr), se pusieron en marcha y hubo que saltar troncos, bajar la cabeza para no chocar con ramas, hacer un alto para refrescarse y, para los más chicos, pasar por un pequeño puente y recorrer un tubo de plástico.
Guardaparques municipales, boy scouts del grupo Pablo Tissera, de Martínez y personal del museo estuvieron atentos para que todo fluya. San Martín aprovechó para hablarle a su tropa de la campaña, confesar que le gustaba tocar la guitarra y decir, entre sonriente y sorprendido, ¿Qué es eso?, cuando un granadero le habló de teléfonos celulares.
Por un sendero de 100 metros entre talas, chañares, ombúes, espinillos y otras especies autóctonas, el mismo que se usaba en esos años convulsionados para llegar al río y tras casi una hora de marcha, en la que no faltaron algunos carritos de bebes empujados por papás, El Libertador, ya enfermo, llegó al parque alto del museo en camilla de troncos, donde esperaba el campamento y un reparador mate cocido.
El cierre fue a metros del algarrobo histórico con el dueño de casa y San Martín sacándose fotos con grandes y chicos, entre vueltas de mate cocido y bizcochitos, y familias ya lanzadas a recorrer el parque y las salas.
“Es la primera vez que participamos y nos pareció un planazo. Siempre que podemos nos acercamos a disfrutar de todo lo que hacen culturalmente en San Isidro, que es espectacular”, remarcó Carolina Chinton, de Acassuso.
“Siempre lo llevo a mi nieto a estos programas porque están bárbaros y son muy didácticos”, comentó Osvaldi Ali, de Martínez, junto a su nieto, Ayrton.
“Lo que más me gusto fue el museo. Es muy lindo”, concluyó Ayrton.
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