Es el más grande de la capital francesa y el más famoso. No solamente músicos ocupan su espacio. Oscar Wilde, Colette, la actriz Simone Signoret, la fotoperiodista Gerda Taro, Gerturde Stein, Marcel Camus, Honoré de Balzac, Isadora Duncan, Georges Méliès, Yves Montand, y hasta los argentinos Juan José Saer y Juan Bautista Alberdi son algunos de sus célebres difuntos huéspedes.
Es, por razones obvias, el cementario más visitado del planeta en París, a su vez, una de las ciudades más visitadas del globo. Sin embargo, no es de los más antiguos. De hecho, se trata de una muy joven necrópolis, inaugurada en 1804 a raiz del cierre en 1780 de Los Inocentes, desbordado por la incapacidad de proveer tumbas a todos los parisinos a causa de su tamaño y contaminación.
Además de sus ilustres habitantes y su corta edad de dos siglos, el Père-Lachaise presenta la particularidad de ser el primero en su tipo en Europa (y en el mundo) en ser concebido y diseñado como parque y cementerio al mismo tiempo.
Avenidas arboladas, bancos, monumentos, jardines, pájaros son parte del lugar donde unos tres millones de deudos, turistas y devotos deambulan todos los días por sus vastas 43 hectáreas: toda una ciudad. 70.000 tumbas, más de 5.000 árboles y unas 2.000 esculturas u otras piezas de arte integran su patrimonio lleno de vida entre la muerte.
Una muchedumbre de visitantes con mochilas, muchos de ellos extranjeros, son el grupo etario más característico en el verano europeo y su destino, la tumba de Morrison, suele ser fácil de adivinar.
Fuente: Télam
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