“Barbenheimer” es probablemente el acontecimiento cinematográfico del año. Los estrenos simultáneos de dos éxitos de taquilla de Hollywood de dos directores de culto: Barbie de Greta Gerwig, una comedia de fantasía y Oppenheimer de Christopher Nolan, un drama sombrío y psicodélico.
La yuxtaposición de atmósferas, personajes y temas desató debates en la prensa y en las redes sociales, que iban desde memes hasta preguntas existenciales. Para la comunidad de Greenpeace, estas dos películas hacen eco de campañas pasadas y presentes contra amenazas existenciales muy reales: la deforestación, la contaminación plástica y la aniquilación nuclear.
Barbie: una larga historia de amor con la deforestación y el plástico
Barbie de Gerwig es una película divertida y decididamente feminista. Es divertido y conmovedor ver cómo todo sale mal en este universo perfecto cuando la protagonista principal, interpretada por la actriz Margot Robbie, comienza a pensar en la muerte. Esta crisis existencial ve a Barbie embarcarse en un viaje de descubrimiento al “mundo real”: Los Ángeles.
En nuestro mundo real Barbie es una muñeca de plástico lanzada por Mattel hace 60 años. La compañía dijo que cada año se venden 58 millones de muñecas, o alrededor de 100 muñecas por minuto, a personas en 150 países. Si bien la Barbie de Gerwig puede preocuparse por su fecha de vencimiento, en realidad lo más probable es que dure para siempre, perdida en los vertederos y desechada en los basureros.
Más allá de su bagaje (promover una imagen corporal poco realista entre las jóvenes, mantener estereotipos sexistas antifeministas y propagar un estándar particular de belleza, marginar a las personas de color), Barbie también ha tenido una larga historia de amor con el plástico, y terminó una muy tóxica con la deforestación después de una intervención muy intensa.
Los investigadores de Greenpeace International descubrieron que el fabricante de juguetes Mattel estaba usando en sus juguetes cartones suministrados por la empresa Asia Pulp and Paper (APP), denunciados por destruir las selvas tropicales de Indonesia. En ese momento, Mattel prometió dejar de usar materiales relacionados con la deforestación en sus paquetes. Una victoria prometedora, un paso contra las empresas de pulpa y papel que continúan amenazando algunas de las selvas tropicales más grandes que quedan en el mundo.
Luego está el “plástico” no tan fantástico de Barbie que, a pesar de que se sirve en piezas en miniatura, ¡sigue siendo un gran problema hoy en día! Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente de 2014, la industria del juguete utiliza más plástico en sus productos sobre la base de los ingresos que cualquier otro sector. El año pasado, investigadores estadounidenses cuantificaron lo que cada muñeca Barbie le cuesta al clima. Cada Barbie de 182 gramos provoca alrededor de 660 gramos de emisiones de carbono, incluida la producción, fabricación y transporte de plástico.
Este es un recordatorio útil de que el plástico es solo un combustible fósil disfrazado (el 99 % del plástico está hecho de combustibles fósiles, como el gas y el petróleo extraídos mediante fractura hidráulica) y que contribuye al cambio climático a lo largo de todo su ciclo de vida.
Es por eso que Greenpeace continúa luchando por un ambicioso tratado mundial sobre plásticos que limite y reduzca gradualmente la producción de plástico, incluida la eliminación gradual de la producción de plástico virgen.
Oppenheimer: el sueño febril que nos recuerda el horror de las armas nucleares
A fines de la década de 1920, J. Robert Oppenheimer era uno de los muchos físicos que habían dejado Estados Unidos para estudiar en Europa. Pronto desarrolló una pasión por la mecánica cuántica y soñaba constantemente con ese otro mundo: el de los átomos, la materia y las estrellas muertas colapsando sobre sí mismas en el silencio del espacio.
Oppenheimer aún no sabía que ayudaría a crear la bomba atómica, contribuyendo a la muerte de cientos de miles de personas. Todavía no se había “convertido en la muerte, el destructor de los mundos”.
Las armas nucleares son las armas más destructivas, indiscriminadas y monstruosas jamás fabricadas. En enero de 2021 celebramos un hito importante: el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPNW) ahora es parte del derecho internacional.
Este nuevo tratado dificultará que los líderes mundiales describan las armas nucleares como un medio legítimo y útil para brindar seguridad. Crea una norma mundial contra las armas nucleares que, con suerte, las quitará del mapa en el futuro.
En la era del calentamiento global, la amenaza de un invierno nuclear está lejos de terminar: en junio de 2023, el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) publicó su evaluación anual del estado de los armamentos, el desarme y la seguridad internacional, que muestra que los arsenales nucleares se están fortaleciendo en todo el mundo.
“Las armas nucleares, desarrolladas para ganar guerras, son una amenaza de aniquilación total (…) Ninguna sociedad sostenible es posible con estas armas continuamente preparadas para una matanza indiscriminada”. Estas son las palabras de Kazumi Matsui, alcalde de Hiroshima desde 2011.
La eliminación de las armas nucleares es la única garantía de que nunca se utilizarán. La energía nuclear y las armas nucleares son dos caras de la misma moneda. Para acabar con todas las amenazas nucleares, debemos eliminar ambas.
El final de una película: ¿Vivimos felices para siempre?
Entonces, ¿qué debemos hacer si queremos vivir felices para siempre? A medida que abordamos las crisis del clima, la desigualdad y la salud, está claro que no hay un solo enfoque, sino un solo impulsor: la codicia. Dar forma a un futuro equitativo sostenible que ponga a las personas y al planeta antes que la codicia corporativa y la especulación de élite es necesario y posible.
Construir un mundo mejor está a nuestro alcance, y requiere de nuestro compromiso.
Esta nota escrita por Mehdi Leman fue publicada originalmente en Greenpeace Internacional
Fuente: Greenpeace
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