Ni la crisis del precio del petróleo de principios de 2020, ni la pandemia que aún estamos viviendo han puesto un freno al avance de la industria petrolera en Argentina y otros países de Latinoamérica. Mientras que los gobiernos de Nueva Zelanda, Australia, Irlanda, Uruguay, Dinamarca, EEUU y España van cancelando uno a uno los proyectos offshore, Argentina sigue apostando a la explotación de hidrocarburos en el mar. Los permisos para realizar exploración sísmica en más de 1 millón de km2 junto con la adjudicación de 18 bloques offshore amenazan el Mar Argentino.
A nivel internacional los gobiernos están limitando cada vez más industria hidrocarburífera por presión de la sociedad y argumentos climáticos, alegando que apostar a una industria petrolera que está llegando a su ocasoimplicaría una nula perspectiva de futuro. Por eso, que Argentina esté desarrollando nuevos proyectos petroleros offshore lejos de ser un signo auspicioso, es un símbolo más de imperialismo energético. Nos encontramos ante una inminente perforación en el mar, frente a las costas de Mar del Plata, donde hoy esta actividad aún no se desarrolla.
Incluso bajo la bandera de la soberanía, muchos países de nuestra región latinoamericana (Colombia, Brasil, Uruguay, Guyana, Surinam y otros) están desarrollando proyectos petroleros, explotando su patrimonio natural. Lo paradójico es que esto se da de la mano de empresas extranjeras que han sido obligadas a abandonar proyectos en países desarrollados.
A fines de enero 2021, el presidente Alberto Fernández declaró en la Cumbre de Adaptación Climática 2021 que el compromiso de Argentina sigue intacto frente a la acción climática. Argentina también ha demostrado una posición progresista en las negociaciones del Tratado Global de los Océanos en la ONU, demostrando un compromiso con la protección de los Océanos.
Pero paradójicamente, en la apertura de sesiones legislativas del 1 de marzo, el mismo presidente dejó en claro que uno de los pilares de su agenda es promover la industria hidrocarburífera. Razón por la cual el poder Ejecutivo enviará al Congreso un proyecto de Ley de Promoción de Hidrocarburos que aborde en forma integral al sector desde su extracción hasta su industrialización.
En concordancia,el CEO de YPF celebró públicamente el anuncio, expresando que la nueva ley tiene que apuntar a desarrollar la producción offshore, y que pretende generar una segunda etapa de inversiones.
Estos anuncios son preocupantes y alarmantes, por la falta de concordancia con los compromisos ambientales asumidos, por una marcada voluntad de profundización del modelo de desarrollo extractivista y por poner en riesgo nuestro mar argentino.
Estamos en un punto de inflexión de la historia y es fundamental acelerar la ambición ambiental de las políticas, y comenzar la transición para abandonar los combustibles fósiles. Nuestro actual gobierno tiene la oportunidad de re-encauzar el proyecto de país al que aspiramos, corregir la dirección de sus acciones y tomar la posta de la protección de los océanos, prohibiendo la explotación offshore de hidrocarburos.
La ampliación de la extracción petrolera en el océano “offshore” pone en riesgo no sólo a la fauna marina (ballenas, delfines, poblaciones de peces, entre otros) sino a la salud del ecosistema marino completo, amenazando nuestro mar argentino, valioso patrimonio ambiental que ya está sometido a grandes presiones como la pesca destructiva.
En un contexto de cambio climático, donde los países de Latinoamérica están dentro de los más afectados y podemos ver los impactos que tiene en nuestra región (inundaciones por eventos meteorológicos extremos, aumento en la ocurrencia de incendios que devastan todo a su paso, prolongadas sequías en zonas afectadas por la disminución de lluvias, entre otros) es un sinsentido que la Argentina apueste por continuar la explotación de combustibles fósiles que además de poner en riesgo el océano, contribuyen al aumento de las temperaturas a nivel global.
Es URGENTE que las políticas de estado que regulan las actividades económicas y extractivas prioricen la protección ambiental, y por ello hacemos un llamado a frenar ya las exploraciones sísmicas en el Mar Argentino y la extracción petrolera off-shore.
En Argentina:
En 2019, el gobierno Argentino ofreció en la licitación para exploración offshore de petróleo y gas más grande de los últimos 30 años, 38 bloques offshore de los cuales 18 fueron adjudicados.
Por las características de nuestro mar, profundidad, mareas, y vientos, la probabilidad de derrames de petróleo es altísima. Según estudios realizados por la Universidad del Centro, considerando las estimaciones de producción para la plataforma argentina publicados por el Proyecto Pampa Azul, la probabilidad de que ocurran es del 100%.
Esto sería catastrófico, para las costas, playas, los medios de vida de las comunidades costeras y para los ecosistemas marinos. Los daños provocados al ecosistema serían prácticamente irreversibles.
En el mundo:
Uruguay: en 2020 el gobierno uruguayo oficialmente abandonó la exploración petrolera en sus aguas, a pesar de que existían proyectos de exploración sísmica para localizar pozos en el mar. Según representantes de gobierno, la decisión se basó en una necesidad de proteger sus ecosistemas marinos, proteger el medio ambiente y argumentando que ya no es rentable para el país esta actividad. Su viceministro de Ambiente afirmó que “No es coherente continuar buscando hidrocarburos por un lado y tener una posición sobre el cambio climático”, consolidando la posición progresista del país vecino.
Australia: existieron planes para explotar la famosa Gran Bahia Australiana, al sur del país. Estas costas son famosas por sus característicos y productivos ecosistemas marinos, hábitat de especies icónicas como la ballena franca austral, importante zona de pesca artesanal y meca del surf. Empresas como British Petroleum (BP), Chevron y Equinor presentaron proyectos de offshore, pero, tras el masivo rechazo de la población e implacables campañas por parte de ONGs, finalmente en 2020 abandonaron el proyecto.
Irlanda: recientemente se aprobó la introducción de legislación para prohibir nuevas licencias para la exploración de petróleo y gas tanto en tierra como costa afuera. En palabras del ministro de Transporte, Ambiente y Clima, esta decisión implica que Irlanda pretende dejar atrás los combustibles fósiles y a través de esta legislación, incentivar la transición a energías limpias.
Dinamarca: al igual que Irlanda, en julio de 2020 publicó que cancelaría todos los próximos permisos de exploración y producción offshore. Y en pos de aumentar su ambición climática, anunció que planea cancelar TODA actividad petrolera offshore para 2050.
Estados Unidos: luego de cuatro años al mando del presidente Donald Trump, quien impulsó fervientemente el avance de la industria petrolera, Biden le ha puesto un freno. El flamante presidente puso en pausa todas las nuevas solicitudes de permisos para explotación petrolera tanto en tierra como offshore. Biden ha sido firme con su posición frente a la problemática del cambio climático, enviando señales contundentes a la industria y al mundo de que nos encontramos en un punto de inflexión de la historia.
España: la entrada en vigor de la futura Ley de Cambio Climático y Transición energética pondrá fin a la posibilidad de nuevas autorizaciones de exploración o explotación de hidrocarburos. El texto definitivo que se está negociando en el Congreso español, precisa que no podrán prorrogarse “en ningún caso, más allá del 31 de diciembre de 2042” los permisos de investigación y las concesiones de explotación de hidrocarburos ya vigentes que se encuentren ubicados en el mar territorial, la zona económica exclusiva y la plataforma continental, de esta manera, poniéndole fecha de fin a la era del petróleo en España.
Nueva Zelanda: recientemente se anunció que New Zealand Oil & Gas renunciará a su último permiso vigente de exploración en aguas profundas, frente a la costa sur de la Isla Sur, acelerando el proceso de transformación energética del país océanico. Esto se da en el marco de la prohibición impulsada por la presidenta Jacinta Ardern, que en 2018 canceló toda nueva exploración de petróleo en alta mar.
Los casos mencionados son pasos en la dirección correcta para desincentivar el avance de la industria petrolera por sobre los ecosistemas fundamentales y frágiles como los marinos, y a su vez para finalmente abandonar los combustibles fósiles.
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