En los últimos meses se han publicado decenas de investigaciones sobre el impacto de la Inteligencia Artificial (IA) en el universo de las películas y las series. Medios prestigiosos como The New York Times, Fortune o The Wrap analizaron las consecuencias (positivas y negativas, según los distintos puntos de vista y lugares que se ocupan dentro de la industria audiovisual), mientras que miles de artistas y técnicos comenzaron a hacer pruebas para ver en qué medida sus puestos de trabajo podrían estar en riesgo, celebrando cada error pero preocupándose ante cada hallazgo de los programas de IA.
El cine (bajo la influencia de los grandes autores de la ciencia ficción) ya viene profetizando desde hace varias décadas respecto de cómo la inteligencia artificial podría adquirir un poder e independencia tales que hasta podría amenazar la supervivencia de la propia raza humana:“2001, odisea del espacio”, de Stanley Kubrick; “Terminator”, de James Cameron; “AI:Inteligencia Artificial”, de Steven Spielberg; “S1m0ne”, de Andrew Niccol; “Ella”, de Spike Jonze; “Ex Machina”, de Alex Garland; y la reciente “After Yang”, de Kogonada, son solo algunas de las películas que en muchos casos adelantaron o se hicieron eco de los dilemas tecnológicos, económicos, políticos, afectivos, éticos y morales que hay en juego (en disputa).
Reconocidos escritores y guionistas hicieron públicas sus experiencias con GPT-4 de OpenAI cuando lo “desafiaron” a escribir una historia a partir de ciertas pautas (personajes, conflictos, géneros, elementos temporales y geográficos).
En principio, se alegraron porque las respuestas se limitaban a 3.000 palabras (la extensión de un cuento), pero al poco tiempo descubrieron que la versión paga (20 dólares por mes) ya envía hasta 25.000 palabras. Sí, el tamaño del guion de un largometraje. Y no solo eso: se encontraron con que esos guiones eran muy sólidos en cuanto a estructuras, arcos dramáticos, verosímil, profundidad psicológica y resoluciones.
Por supuesto, ninguno estaba para disputar el Oscar de la categoría (al menos por ahora), pero varios confesaron que la utilización de IA podría quitarle mucho trabajo a los integrantes de los writers rooms, esas mesas de trabajo donde se trabajan en instancias iniciales o básicas de series y otros contenidos audiovisuales.
Según Sera Gamble, showrunner de «You», la serie que recientemente lanzó su cuarta temporada en Netflix, “es muy posible que algún día veamos una película o una serie completamente escrita de esa manera, pero la tecnología todavía no está disponible”.
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De hecho, la Inteligencia Artificial ya viene quitando puestos de trabajo (u obligando a profundos reacomodamientos) en distintos sectores de la industria: la IA de Deepcake, DGene o Metaphysic se utiliza con asiduidad en aspectos tan variados como el rejuvenecimiento o envejecimiento de personajes en pantalla (dos ejemplos impactantes serán en breve los de Tom Hanks y Robin Wright con looks muy juveniles en “Here”, de Robert Zemeckis; y el “pibe” Harrison Ford en la nueva entrega de “Indiana Jones”) o el doblaje imitando incluso voces de personas muertas (como ocurrió en los últimos tiempos con el chef Anthony Bourdain, el mítico artista Andy Warhol o el actor James Earl Jones).
Los cambios son tan vertiginosos (todos, claro, con el objetivo de bajar costos de producción reduciendo las horas-hombre) que generan reacciones en muchos casos desmesuradas aunque comprensibles por la angustia y el terror imperantes. El Writers Guild of America (WGA), que representa a los guionistas, y la National Association of Voice Actors, que defiende los derechos de quienes aportan sus voces a los contenidos audiovisuales, ya advirtieron de forma pública sobre los nocivos efectos de esta nueva era de la IA.
El fenómeno es tan arrasador que hasta en Industrial Light and Magic (ILM), principal compañía de posproducción del mundo, ya se empieza a apreciar el incesante ingreso de expertos en inteligencia artificial en reemplazo de viejos profesionales ligados a los efectos visuales tradicionales (CGI, VFX, animación, iluminación y modelos en 3D).
Pero en verdad no hay rubro que se salve. Con gigantes como Google (con Bard), Microsoft (con Bing-Sydney), Meta (con Galactica) y hasta el gigante chino Baidu (con Ernie) invirtiendo miles de millones de dólares en IA ya hay en desarrollo miles de startups y aplicaciones que podrían reemplazar el trabajo masivo de escritores, editores, músicos, diseñadores de storyboards, responsables de casting y expertos en marketing. Hasta los actores están en riesgo.
Paradójicamente, quienes mayor estabilidad tendrían son aquellos que trabajan con las manos (carpinteros, pintores, eléctricos), por lo menos hasta que un robot pueda suplirlos.
¿Qué se viene? Desde Flawless (programa de doblaje que manipula digitalmente los labios de los actores para que parezca que están hablando en su lengua materna) hasta Largo.ai (un software que puede encontrar al mejor actor para cualquier papel en particular al examinar datos de taquilla, tráfico de redes sociales y otros datos digitales que podrían ser una gran ayuda para los directores de casting).
Warner Bros, por ejemplo, ya firmó un convenio con Cinelytic, una compañía de IA, para contar con mejor informacón a la hora de tomar decisiones respecto de fechas de estrenos, campañas de marketing y estrategias de distribución.
En ese mismo sentido, Yves Bergquist, director de proyectos de Inteligencia Artificial y Neurociencia en Media Center, indicó que se está desarrollando una herramienta llamada “inteligencia de la audiencia”, que analiza el potencial de mercado de un guion tras examinar miles de millones de datos de investigaciones sobre comportamiento del público y las metatendencias de la taquilla para identificar con precisión quirúrgica quién podría querer ver la película.
Una ayuda inestimable para los expertos en marketing cinematográfico… hasta que sean reemplazados por completo.
Fuente: Télam
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