Junto al río, el Parador Konex en San Isidro fue una fiesta gratuita de la música con Juana Molina, Louta, Lo´Pibitos y Triciclo, entre espacios de arte para los chicos y un patio de comidas que no tuvo pausa.
Unos 18.000 espectadores fueron rotando el sábado para disfrutar, según sus gustos musicales, de la programación del Parador Konex en San Isidro, que en su cuarta edición convocó a Juana Molina, Louta, Lo´Pibitos, Triciclo y Les Ivans Circo en el Centro Municipal de Exposiciones (Del Barco Centenera y el río). Una jornada gratuita, producida y organizada por la Subsecretaría General de Cultura de San Isidro, junto con Ciudad Cultural Konex, que ofreció además arte para los más chicos, telas y trapecios para colgarse bajo la guía de instructores, body painting y un pintoresco patio de comidas para hacer un alto y encontrarse entre tanta movida.
“La agenda cultural de verano facilita que la gente se siga apropiando del espacio público, de los parques y plazas. Hoy, con un clásico, el Parador Konex, en un lugar muy agradable, junto al río, gratis y con padres e hijos disfrutando juntos”, dijo anoche el intendente de San Isidro, Gustavo Posse.
A su lado, Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura del municipio, destacó la presencia de Triciclo, ganadora del I Concurso Nuevas Bandas San Isidro Te Escucha. “Demostró un nivel artístico impresionante en un escenario compartido con grandes de la música nacional y en un día especial, porque desde hoy está en Spotify el disco que justamente es el producto de ese certamen”, dijo la funcionaria, que también recalcó la alianza estratégica con Ciudad Cultural Konex y su director, Andy Ovsejevich, y lo que ocurrió en el salón cerrado, donde cientos de chicos no pararon de dibujar, pintar, entintar y encastrar.
“Fue un lujazo traer a muchos de los artistas que nos acompañaron en 2017 en nuestra Central de Procesos y otros ámbitos para recrear su hacer con distintos dispositivos pensados para los niños”, agregó la funcionaria, en referencia a Rocío Alejandro, Cristian Duhaldue, Lau Ponce y Chu.
A cielo abierto, un burbujero para jugar con burbujas gigantes y, debajo de unas telas agujereadas que crearon un clima especial, El Mágico, artista del barrio, realizó body painting a más de 200 personas, chicos y no tanto, de las cuales muchas regresaron tres veces en busca de nuevos diseños.
“No conocía el lugar. Me encantó. Vine con mi mujer y mis dos hijos, Boris, de 3 años, y Selva, de dos meses, que hizo su debut en salidas de este tipo”, dijo sonriente Andrés Schteingart, llegado desde la Capital Federal.
Como siempre, no faltaron las mantas sobre el césped, algunas rondas de mates, un parking de bicicletas que se fue colmando de a poco y un patio de comidas como punto de encuentro por excelencia.
Triciclo abrió con Virus, el primer tema de su disco iniciático, Primer Ciclo, cerró con Luz Azul y se animó a un celebrado cover, “Lunes por la madrugada”, de Los Abuelos de la Nada. “Nunca habíamos tocado en un escenario tan importante. Somos de San Isidro, fue realmente excitante”, coincidieron los jóvenes, a poco de dejarle el escenario a Lo´Pibitos.
La banda formada en Villa Crespo recorrió parte de sus discos Bienvenidos al presente y A punto de caramelo, hizo su nuevo single Nada que ver y volvió sobre uno de sus covers más festejados, con el sello funk, La Rubia Tarada. “Es la quinta vez que venimos a San Isidro, donde nos tratan de primera. El río, la tarde genial y un horario que nos permite tocar para nuestro público, pero también para los más chicos, cosa que nos encanta”, dijo Tomy Bacigaluppi, una de las voces del grupo.
“Me fascinó lo que pude ver del evento. Vamos con un show a cara de perro”, adelantó Louta, que en un escenario ambientado a modo de living deslumbró con sus artes performáticas. Cantó, incluso dentro de una burbuja, bailó con casi 20 bailarines que alternaron en escena distintas coreografías, fusionó sin rubores electrónica, rap, cumbia villera y hasta reversionó un Meneaito bailado por todos.
Juana Molina, con tintes de pop, indie, electrónica y folk, en formato de trío y con su particular estilo, también hizo mover los pies hasta cerca de las 22, para cerrar seis horas de arte del bueno compartido junto al río.
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